El próximo viernes llega a Netflix la segunda temporada de Orange is the New Black, compuesta de 13 episodios. Algo así como el lado B, en cuanto a género y línea narrativa, de Power. En este caso se trata de una chica blanca y rubia de buena familia, Piper Chaman (Taylor Schilling), obligada a pasar un buen tiempo tras las rejas por su encontronazo con la ley. La oscura comedia, o drama con ribetes de humor, está basada en las experiencias personales de Piper Kerman. “Adoro la idea de un personaje que está jodido y acaba más jodido aún”, dijo la actriz sobre el papel por el que recibió una nominación en los últimos Globos de Oro.

En esta temporada, la protagonista parece haberse acostumbrado a la vida penitenciaria y casi no extraña a su novio (Jason Biggs), quien espera que cumpla su sentencia para casarse. En el primer año, Piper había tenido affaires con algunas presidiarias, se ha reencontrado con la ex que la había llevado por la senda criminal, hecho buenas migas con algunas internas y trompeado salvajemente a otra. Pero “su casa” está a punto de convertirse en un infierno. Jenji Kohan, creadora de la serie, ha explicado que esta temporada será definitivamente más oscura. “Necesitábamos un poco más de drama”, dijo. Desde Netflix, por otra parte, confirmaron que esta exitosa producción original de su plataforma continuará en 2015.