Sin dudas fue Bruce LaBruce quien realizó un film con la variante más extrema del género zombie. Además de cerebros andaban a la búsqueda de sexo gay. Sin llegar a esos extremos, In The Flesh (va por I.Sat los viernes a las 23) tiene un punto de contacto con aquella película y con otros productos recientes como The Walking Dead: ¿qué más puede contarse sobre estos sujetos putrefactos? La gran novedad de la tira británica, de sólo tres episodios y creada por Dominic Mitchell, (distinguido por este trabajo con el Bafta 2014) presenta a los zombies como rehabilitados sociales. “Soy un enfermo del síndrome del parcialmente muerto”, se presenta Kieren Walker (Luke Newberry) quien vuelve con su familia tras pasarse un tiempo bajo tierra en el hiperbritánico pueblito de Roarton. Tras sembrar pánico entre los humanos, los zombies fueron capturados, recibieron tratamiento médico y ahora fueron devueltos a su familia. Con algo de maquillaje y la dosis adecuada, bien podría pasar por un joven común y corriente... ¡y zombie!

El planteo de In The Flesh no será novedoso (algo de eso también había en la negrísima comedia Shaun of the Dead), pero es en su desarrollo y forma donde gana. Su timing seco, la espesura dramática, la tremenda banda de sonido (donde brilla This Mortal Coil), incluso una posible lectura política, se acerca más a la de la película 28 Días Después. Aunque en aquella se masacraba a los infectados, y aquí los zombies, tratados como parias, conviven con humanos poco amistosos. Porque el punto de vista es el de un chico que era rechazado incluso antes de ser zombie. George Romero nunca lo hubiera imaginado.