Lunes, 9 de junio de 2014 | Hoy
CINE › SE EXHIBE EL DOCUMENTAL CIUDAD DE DIOS: DIEZ AñOS DESPUéS EN EL CINE FEST BRASIL
Los realizadores Cavi Borges y Luciano Vidigal buscaron a los protagonistas reales de la película de Fernando Meirelles, en una indagación sobre lo que les sucedió después del rebote mundial y las cuatro nominaciones al Oscar. Y aparecen sorpresas.
Por Oscar Ranzani
Tanto en su rol de productor como en el de director, el paulista Fernando Meirelles ha logrado trascender la geografía de su país y permitirle al cine brasileño una proyección internacional que antes de Ciudad de Dios –la ficción sobre los conflictos sociales en una favela– no tenía semejante dimensión. Conviene hacer memoria: la historia, inspirada en la novela de Paulo Lins (que empieza en los ’60 y termina a principios de los ’80) indaga en las vidas –entre otras– de un peligroso narcotraficante, Zé Pequenho, y de Buscapé, un joven fotógrafo que con su cámara registra los conflictos de la favela que tiene el mismo título que la película. Y así como Ciudad de Dios fue una bisagra en la carrera de Meirelles, esa favela también quedó en el ojo de la tormenta por la violencia que destilaba la historia. En 2009 llegó la Policía Pacificadora, con la idea de desterrar a los narcos y a otros delincuentes, y Ciudad de Dios se convirtió en la segunda favela pacificada de Río de Janeiro. Actualmente, tiene unos 40 mil habitantes, algunos de los cuales trabajaron en el film. Hace dos años, los directores Cavi Borges y Luciano Vidigal –quien había trabajado en la producción del largometraje de Meirelles– realizaron el documental Ciudad de Dios: diez años después, que se exhibirá hoy y el miércoles a las 16.30 en el Cinemark Palermo (Beruti y Bulnes), como parte de la programación de la quinta edición del Cine Fest Brasil.
Vale aclarar que no se trata de un documental sobre cómo se hizo la película, sino sobre sus protagonistas. Ambos directores se plantearon el siguiente interrogante: ¿qué fue de la vida de estos habitantes de la favela que, sin ser actores profesionales, pasaron del anonimato al conocimiento público? Claro que, en cierto sentido, a partir de la película de Meirelles, hubo una mayor estigmatización de estas personas por el grado de violencia, criminalidad y delincuencia que explotaba en la pantalla. Sin embargo, así como Ciudad de Dios modificó la carrera de Meirelles, también hizo lo mismo con esos chicos y jóvenes que, de la noche a la mañana, se enfrentaron a un choque cultural. Ellos mismos dicen en el documental que, por primera vez, se subieron a un avión o a un auto importado. De modo que, por momentos, ese cruce con una realidad desconocida hizo dudar a más de uno si el mundo verdadero era también una fantasía como la que protagonizaron en la pantalla grande.
Muchos de ellos alcanzaron la fama. Por ejemplo, Alice Braga, quien encarnó a Angélica, enamorada del fotógrafo Buscapé, llegó a tener una audición con el actor estadounidense Will Smith en el film Soy leyenda, de Francis Lawrence. “Creo que la escena en la playa, especialmente la del beso, me ayudó en mi carrera, porque esa imagen ha quedado grabada en la mente de muchas personas”, dijo Braga. Seu Jorge –que interpretó al rival de Zé Pequenho– ya tenía fama por su labor como músico surgido de una favela, pero gracias a su actuación en la película llegó a participar nada menos que a las órdenes de Wes Anderson en Vida acuática. La contracara de ellos es Leandro Firmino –interpretó al temible capo narco Zé Pequenho– que sigue viviendo actualmente en la favela Ciudad de Dios. Como se puede observar, en algunos casos, la fama fue algo efímero. Muchos de los protagonistas se quejan también en el documental de que no recibieron una paga acorde con un film que fue nominado a cuatro Oscar (no ganó ninguno) y dan cifras muy por debajo del cachet básico de una película de semejante producción. A otro protagonista directamente no lo encontraron y se sospecha que está muerto: se trata de Jefechander Suplino, que en la ficción era Alicate, uno de los delincuentes del Trío Ternura.
El film muestra también cómo vivieron estas personas la participación de Ciudad de Dios en el Festival de Cannes. Y así como el largometraje de Meirelles tiene un ritmo vertiginoso, por momentos cercano a un videoclip, el documental no se queda atrás: tiene una edición que no da tregua al espectador por los comentarios cortos pero intensos de los entrevistados. El film de Borges y Vidigal es, entonces, una invitación a conocer el destino después de la fama.
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