SERIES › CALL THE MIDWIFE, PRODUCCIóN DE LA BBC, POR EUROPA EUROPA
La serie aborda los años de posguerra en Inglaterra a través de un grupo de parteras y monjas. La evocación emotiva, la reconstrucción de época y cierto tono protofeminista son algunas de las claves del relato.
› Por Federico Lisica
Según la madre de la enfermería moderna, Florence Nightingale, su tarea era comparable con el trabajo de un escultor o un pintor. Cuidar y procurar salud era un arte y, como tal, requería devoción y dedicación. La frase se lleva bien con los cimientos sobre los que se cuece Call the midwife (Europa Europa acaba de estrenar su segunda temporada, va los jueves a las 21). En esta producción de la BBC, la entrega y la religiosidad surgen por la tarea de parteras, enfermeras y monjas en el hospicio Nonatus. La protagonista es Jenny Lee (Jessica Raine), una joven que llega a esa parte desahuciada de Londres. El espectador asiste a su descubrimiento personal con tour al pasado en medio de pujidos y crucifijos. La recreación histórica es uno de los puntos más altos de la entrega y se aleja, al menos en el entorno, del embelesamiento tipo James Ivory. Todavía se palpa el racionamiento, aparecen niños hasta por las chimeneas y los escenarios naturales lucen derruidos. Sus historias, en un comienzo, se basaron en el exitoso libro de memorias de una enfermera llamada Jennifer Worth, quien falleció poco antes de que se estrenara la serie. Pero más que neorrealismo británico, y aunque su contexto sea espinoso, Call the midwife se goza como a un tema de Paul McCartney con su prosapia brit y un tono tan prolijo como empático. En una escena puntual del primer episodio, por ejemplo, una mujer da a luz y el techo del convento se viene abajo: el bebé es el único que se mantiene reluciente entre el polvo. “La combinación de aspectos movilizadores de lo que significan los nacimientos y el cuidado de las enfermeras tienen un encanto universal, y creo que siguen teniendo actualidad. Es emocional pero a la vez gracioso. Es un mix entre comedia y el drama que se vive”, asegura su productora ejecutiva Pippa Harris, entrevistada por Página/12.
–Se confirmó una quinta temporada. ¿Cuánto cambió la serie a través de los años?
–En cierta manera se mantiene muy similar. El elenco es el mismo, aparecieron nuevos personajes, a medida que pasa el tiempo hay cambios, claro, empezamos en 1958 y ahora estamos en los primeros ’60. Londres cambió muchísimo en ese período, la ciudad, lo sanitario, la cultura y eso tratamos de incluirlo. Lo referido a parteras y enfermeras no cambia tanto, y la mitad de nuestros personajes son monjas. Bueno, allí hay menos cambios todavía (risas). Se ven iguales y se mantienen haciendo lo mismo cada día.
–Luego de la era victoriana el período de posguerra británico es el que parece concitar más interés para el público. ¿Por qué?
–Es muy interesante analizar eso. Diría que son dos cosas. Es un drama histórico y se puede revivir de manera agradable lo que debe haber significado algo traumático. No sólo en Gran Bretaña. Y también fue un período vibrante, optimista, eso se percibe claramente en la moda. Eran ciertamente más pobres y estilizados.
Se comprende, pues, que la entrega, producida por Sam Mendes, sea un notable éxito de crítica y de audiencia en su país. Describe el período previo a la pastilla anticonceptiva, el pathos de la posguerra sin apelar a recursos narrativamente complejos. El clasicismo se percibe desde el comienzo con la narración de Vanessa Redgrave: “Fue un honor contar con ella, es una de las más grandes actrices vivas del Reino Unido”, apunta su productora. Call the midwife ha logrado algo inusual, como sobrevivir a la partida de su protagonista. “En Inglaterra estábamos nerviosos por lo que significaba, pero el público abrazó a todo el elenco, no lo ven por un solo personaje, y son tantos, cada quien puede elegir su favorito. Así que cuando Jenny Lee partió no hubo tanta repercusión ni en la prensa ni en las redes sociales. Es una ficción sólida, desde la segunda temporada el material es original y no se ata directamente a las memorias de Jennifer Worth”, explica Harris.
–¿Contaron con asistencia de enfermeras y parteras reales para darle más verosimilitud a la producción?
–Tenemos una consejera permanente cuando estamos en el rodaje. De hecho fue compañera de Jennifer Worth y hasta editó sus libros. Es fantástica. Nos avisa qué instrumental se usaba para tal tipo de parto o cuándo un diálogo necesita una mejora. Y también hablamos con enfermeras de esa época para armar un mejor cuadro, lo cual ayudó mucho en los guiones.
–La prensa comparó este programa con Downtown Abbey, ¿por qué?
–Ciertamente tuvimos suerte. Downtown Abbey fue un éxito enorme en todo el mundo y generó un apetito en la audiencia por dramas históricos. Estamos a kilómetros de distancia en cuanto a las temáticas, pero ambos programas son sobre el pasado y la audiencia nos concedió el beneficio de la duda. Y, por suerte, el beneplácito.
–Las mujeres de Call the midwife viven bajo los encorsetamientos de época y a su vez son sus protagonistas exclusivas. ¿Lo definiría como un show feminista?
–Sí, son mujeres de su época. No sólo sucede por la temática y el elenco, sino por el detrás de escena. Su creadora es Heidi Thomas, los guiones y, buena parte de la dirección de capítulos, fue confeccionada por mujeres. Eso es bastante inusual para tevé. Y se siente correcto hacerlo así. Estas historias nunca se habían contado y lo merecían. Hubo muchas historias sobre doctores hombres, pero no sobre parteras (risas).
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