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Martes, 27 de septiembre de 2016

CINE ONLINE › EVERYBODY WANTS SOME!!, DE RICHARD LINKLATER

Testosterona en el college

El director de Escuela de rock propone aquí una historia que transcurre en los días previos al comienzo del año lectivo de un colegio terciario, en 1980. Cervezas, fiestas y mucha competencia masculina y deportiva son reflejadas por el cineasta con el rigor de un etólogo.

 Por Horacio Bernades

No es tanto un círculo que se cierra sino el segundo anillo de una cadena, que puede extenderse o no. Dos décadas atrás, Richard Linklater había consumado la que algunos consideran su mejor película (para el siempre exagerado Quentin Tarantino sería una de las diez mejores de todos los tiempos). Se trata de Dazed and Confused, que en Argentina salió directo a video (VHS, en esa época), con el título Rebeldes y confundidos. Como otras películas del realizador (las de la trilogía “del Amanecer”, sin ir más lejos), Dazed and Confused tenía lugar en el marco de una acotada unidad temporal, sujeta a precisas coordenadas de tiempo y lugar: el último día de clases en un colegio secundario de Austin, Texas (ciudad natal de Linklater), un día de 1976. Meses atrás el realizador de School of Rock (otra película de high school) estrenó en Estados Unidos Everybody Wants Some!! (así, con dos signos de exclamación), que dando vuelta el calendario escolar transcurre en los días previos al comienzo del año lectivo de un colegio terciario, en 1980. Acá, Everybody Wants Some!! no está anunciada para estrenarse y nada indica que eso vaya a suceder. Pero puede bajarse de internet, así que vayan algunos comentarios que tal vez permitan asomarse a algunas de sus claves.

Como en Dazed and Confused, el protagonista vuelve a ser un grupo. Un grupo, y no varios, como allí. La riqueza de la película previa estaba dada por la inclusividad de su punto de vista, que amparaba a los mayores y a los recién ingresados, a los varones y las chicas, a los ganadores y los losers, a los deportistas y los nerds, los rockers y los que no tanto, los fumones y los algo más straights. Everybody Wants Some!! reduce el foco al grupo de los beisbolistas (como se sabe, los colleges estadounidenses contemplan la categoría de los alumnos-deportistas, que eventualmente pueden llegar hasta a profesionalizarse), con lo cual lo que se tiene es un grupo de veinteañeros a los que la testosterona se les sube al cerebro. El mundo del protagonista, Jake, y sus compañeros de residencia (viven en una casa próxima a la Universidad, que esta vez no tiene ubicación geográfica precisa), es de cervezas, cervezas y cervezas, fiestas, fiestas y fiestas, pipas de agua y, sobre todo, todo aquello que represente una competencia. Desde ver quién resiste más tiempo golpecitos en los nudillos hasta jueguitos de fichines, tipo Sacoa, de los que todavía existían en la época. Linklater revisa todo eso con el detallismo con que un etólogo daría cuenta de los rituales de una tribu extinguida.

Atléticos e hipercompetitivos, habituados a ganar y dar pelea en las canchas y las pistas (todo al mango, como esos dos signos de exclamación del título), está claro que estos pibes son demasiado zarpados para devenir emblema del establishment: cuando organizan una fiesta en su casa, la casa queda poco menos que para tirarla y comprar una nueva. Pero eso lo hacen a los twentysomething, cuando eso está permitido. Diez años más tarde, cuando el reaganismo dé paso a la continuidad representada por Bush Sr y ellos tengan 30 y pico y hayan sido absorbidos por el sistema (los de familias más pudientes) o enviados como reservistas a la Guerra del Golfo (los más white trash), van a cumplir a la perfección el rol que se espera de ellos, aplastando a la competencia en los negocios o al enemigo en el campo de batalla.

Mientras eso no sucede, Richard Linklater vuelve a lucir su capacidad para filmar el aquí y ahora, el presente, lo inmediato, el instante, convirtiendo la ficción en algo parecido a un documental. Para lograr ese efecto, el realizador de Boyhood una vez más convoca, como en Dazed and Confused, a un elenco de completos desconocidos. En aquella ocasión, los desconocidos se llamaban, por ejemplo, Ben Affleck, Matthew McConaughey, Milla Jovovich y Parker Posey. Convendría anotar entonces los nombres de Blake Jenner, Tyler Hoechlin, Wyatt Russell, Glenn Powell y Temple Baker, porque es posible que ellos sean la savia de la generación 2020 del cine estadounidense.

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Linklater convierte la ficción en algo parecido a un documental.
 
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