La plataforma de cine online Qubit.tv acaba de incorporar a su catálogo de más de 3500 títulos en HD Jodorowsky’s Dune, documental sobre uno de los proyectos cinematográficos más míticos nunca realizados: el que en los años 70 tuvo el chileno Alejandro Jodorowsky de filmar Dune, la trilogía (en ese momento; más tarde creció a hexalogía) de ciencia ficción de Frank Herbert. Tratándose de Jodorowsky –una de las personalidades más floridas que hayan pisado el planeta Tierra en el siglo XX– no es de extrañar que lo irrazonable prolifere a lo largo de los 90 minutos. Empezando por el hecho de que cuando el productor francés le pregunta qué quiere filmar, Jodorowksy grite “¡Duna!”, sin haber leído la novela. Un amigo que sí la leyó le había hablado muy bien de ella. El futuro psicomago venía prácticamente de inventar el cine de culto con El Topo (1970) y La montaña mágica (1974), por lo cual podía permitirse pedir lo que se le antojara. Al menos en el ámbito del off cinematográfico. No tanto en Hollywood, y ése es el motivo por el cual la película, superproducción necesitada del derrame de dólares, terminó frustrándose.

Tan imperdible como la inaudita pronunciación inglesa del realizador es el storyboard de Dune, un libraco que debe medir un metro de alto, dibujado por el célebre Moebius. Por lo visto, Jodorowsky no contrataba a nadie que no fuera una celebridad. Moebius en la gráfica, Giger (el diseñador del Alien) a cargo de las figuras fantásticas, Chris Foss en el diseño de máquinas y naves, presuntamente Pink Floyd como parte de la banda sonora, Dalí haciendo de Emperador Loco de la Galaxia… Para entender cómo piensa las cosas el psicomago chileno, vaya este botón de muestra: en Duna hay un personaje, el barón Harkonnen, que es gordísimo. “La elección era obvia”, dice Jodorowsky: “Orson Welles”. Claro, lógico.