Martes, 2 de diciembre de 2008 | Hoy
MUSICA › EL FESTIVAL EL MAPA DE TODOS, TRES DíAS INTENSOS EN BRASILIA
Artistas de Brasil, Argentina, Perú, Chile, Uruguay, España y Portugal le pusieron intensidad a un encuentro que busca impulsar en Brasil géneros habitualmente sepultados por la preferencia popular por la MPB. Babasónicos tuvo su noche triunfal.
Por Roque Casciero
Desde Brasilia
Durante lo que va del año, las giras de presentación de Mucho llevaron a los Babasónicos a Estados Unidos, México, Chile, Colombia, Paraguay, Uruguay, España y Bélgica. En total, hicieron más de 50 shows fuera del país, una cifra bastante habitual para ellos, consolidados como están después de diecisiete años de carrera. Sin embargo, recién el viernes pasado debutaron en Brasil. Más precisamente en Brasilia, esa capital en la que los edificios públicos –diseñados por el arquitecto Oscar Niemeyer– parecen sacados de Los Supersónicos. El show del quinteto de Lanús fue parte de un festival denominado El Mapa de Todos, en el que también se presentaron artistas de Perú, Chile, Uruguay, Argentina, España y Portugal, además de varios locales. Todo con la consigna de que, de una vez por todas, el idioma deje de ser una traba entre las culturas de Iberoamérica, como insistió una y otra vez Fernando Rosa, productor del encuentro junto a los argentinos de Scatter Records. Siempre con la saludable intención de estrechar lazos, también hubo debates, lanzamientos de libros, talleres, clínicas, puestos de discos independientes de todos los países y exhibición de cortometrajes y videos.
“Si Soda Stereo, Charly García, Fito Páez, Babasónicos, Aterciopelados, Andrés Calamaro y Lucybell son apenas nombres extraños, no se asuste. Ciertamente usted no es el único que ignora algunos pequeños fenómenos del pop rock cantado en español que hace más de una década llenan estadios por América latina. Lo que une a todos esos nombres, figuras del mainstream hispano, es su semianonimato en Brasil”: la nota de la Rolling Stone brasileña resume en su párrafo inicial la situación de la mayoría de los artistas latinos en ese país. Allí también se destaca que las únicas excepciones son “el pop fácil de Shakira, Enrique Iglesias, Alejandro Sanz, Ricky Martin y semejantes”. Justamente aquello que Rosa eligió contraponer con este festival, para el que acuñó el lema “Lejos de Miami”. “Desde los colonizadores, siempre trataron de convencernos de que no somos latinoamericanos”, le dijo a Página/12 el productor brasileño. “Pero ahora tenemos gobiernos comprometidos en la integración del continente, por eso la situación es otra. Si a eso se le suma que, gracias a Internet, ya no hace falta pedirle a un amigo que viaja que compre discos nuevos, estamos en una situación mucho más provechosa para que los artistas, especialmente los independientes, puedan hacer intercambios y llegar a nuevos públicos.”
De eso se trataron las tres noches en el Espacio Brasil Telecom, ubicado en el centro de convenciones de un resort de Brasilia. Podía resultar raro que uno de los sitios donde tocaban las bandas –en su mayoría indies– fuera un salón enorme de esos de hotel cinco estrellas (el otro sitio era una sala comodísima que quedaba pegada), pero también hay que tener en cuenta que en Brasil el rock no tiene ni por asomo la importancia que sí se le da en la Argentina: allá es música de clase media y universitarios, sobre todo. El pico de público fue de 800 personas el sábado, pero los organizadores estaban contentos con la respuesta: no quedaban más entradas y ya se mencionaba la posibilidad de que El Mapa de Todos se haga en tres estados brasileños el próximo año.
El cierre de la primera jornada estuvo a cargo de Marcelo Camelo, ex integrante de Los Hermanos, uno de los grupos de rock brasileños más importantes de los últimos tiempos. El cantante y guitarrista acaba de publicar su primer disco como solista y fue acompañado por la notable banda de post rock Hurtmold. Y por el canto del público, que se emocionó una y otra vez cuando Camelo retomó alguna página de su antigua banda, que por el momento está en una impasse. La noche la había abierto un artista de Brasilia, Beto Só, quien mostró que la influencia de Radiohead (en su caso, de la era de Pablo’s Honey) sobre los artistas independientes no es sólo asunto argentino. Después, el portugués Azevedo Silva mostró un poco del “fado indie”, como se ha caracterizado a su música. Entre el cantante y guitarrista y el público se dio un risueño intercambio, porque cada vez que presentaba una canción decía “bueno, éste es otro tema triste”, pero la calidad de los temas y la intensidad de la ejecución lograron el respeto de los presentes. A los uruguayos Danteinferno les tocó el lugar antes del cierre y en el salón inmenso; entonces muchos andaban dando vueltas durante el show. Los que prestaron atención se encontraron con una banda que busca su nueva identidad como dúo de guitarra y batería tras la partida del bajista, pero que tiene en su ADN a Eduardo Mateo tanto como al rock and roll más salvaje.
Que Babasónicos cerrara la noche de viernes fue una decisión “política” de los productores: no querían que el número central de cada jornada fuera brasileño para no desvirtuar la idea de integración. El quinteto dio un show contundente ante unas 500 personas, con las mismas ganas que si estuviera en un Luna Park repleto. El público estaba sentado, pero para la hora de “Yegua”, casi al final, ya se había largado al baile frente al escenario. “Es un pequeño paso para la humanidad, pero un paso enorme para los Babas”, bromeó Adrián Dárgelos, muy buscado por la prensa brasileña, que destacaba la estatura de Babasónicos en el panorama del rock latino. Antes, los matogrosenses Macaco Bong habían caldeado el ambiente con una performance intensísima, cercana a la Experience de Jimi Hendrix, aunque en formato instrumental. Y los peruanos Turbopótamos, que ya pusieron a bailar a varios argentinos el año pasado, calentaron más con su “skabilly” bien garagero.
La Quimera del Tango se presentó ante más público que sus compatriotas Babasónicos, porque el cierre de la noche del sábado era fuerte: los Mundo Livre S/A son estrellas del movedizo manguebeat y estaba lleno de sus fans. Lo de los argentinos fue un triunfo por partida doble, ya que no todos podían captar los ingeniosos juegos de palabras que pueblan sus letras ni conocían demasiado el tango de guitarras. Pero el cuarteto fue tan aplaudido que debió volver para un bis totalmente fuera de programa, en la que fue la noche más ecléctica de El Mapa de Todos. También estuvieron Javiera Mena, diminuta princesita chilena de la indietrónica, y los españoles Sr. Chinarro, pero ninguno logró conectar demasiado con el público. La energía de Mundo Livre S/A le puso el moño al festival: el líder Fred Zero Quatro arrancó y cerró el show tocando el cavaquinho, respaldado por una base rítmica impresionante –batería, percusión y bajo– y un tecladista y programador que tira secuencias casi para la Creamfields en una música innegablemente brasileña. Si el quinteto llega pronto a Buenos Aires, como se dijo el sábado, se dará otro paso para esa integración cultural de la que tanto se habló en el encuentro. Por lo pronto, una vez más quedó demostrado que lo que faltan son más políticas de intercambio, porque la calidad de los artistas iberoamericanos está ahí, esperando oyentes de los países hermanos.
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