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Martes, 20 de enero de 2009

MUSICA › ENTREVISTA A VICTOR HEREDIA Y GUILLERMO VADALA

“Lo bueno es llegar al alma que necesita una canción”

En Ciudadano, el flamante disco del cantautor, el bajista produjo, arregló y tocó cuanto instrumento se le cruzó. El resultado es un CD con un delicado tratamiento sonoro, poblado de bellas canciones que no pierden, en el proceso de producción, nada de su carácter “artesanal”.

 Por Cristian Vitale

La secuencia inicial es de camaradería. Víctor Heredia y Guillermo Vadalá están riéndose de un video en el que Chico Buarque sorprende a su bajista, al grabarle una canción. “Pobrecito, mirá cómo se emocionó. Está llorando. La canción es un moño, eh”, exclama Víctor, totalmente compenetrado con la escena. “Lo sabía, porque Chico me lo contó por teléfono, pero me vendieron el disco sin el DVD. ¡No lo tenía!”, se queja. Pero Guillermo sí, y estaba puesto en la PC de su estudio. Puerto Madero. Mediodía. El calor, afuera, es literalmente demoledor, pero en el estudio el aire acondicionado opera como un bálsamo para el cuerpo. Lo equilibra. El bajista sirve agua fresca, el cantautor bebe y, de paso, le manguea el DVD. El bajista accede. Ambito relajado. Todo parece estar bien entre ellos. Es casi superfluo afirmar que Ciudadano, el flamante disco del cantautor que el bajista produjo, arregló y tocó, emerge como una prueba más de eso: el feeling mutuo. “No sé si hace tres o cuatro años, lo vi tocando el bajo con Fito Páez en el Festival de Viña del Mar. Yo era parte del jurado y, cuando terminó el recital, salí de entre el público para darle un abrazo. Era una aplanadora”, dice Heredia, sobre el minuto cero de la relación.

–¿Y entonces qué pasó?

Víctor Heredia: –Me lo propuso Afo Verde como productor para mi disco, junto con otros. Recordé que había quedado muy impresionado por su potencia en el recital de Viña. Y como yo soy así, para afuera, muy explosivo, me pareció que era el tipo ideal para los arreglos... los demás eran buenos también, pero a mí me había quedado enganchada esa imagen de Chile.

Guillermo Vadalá: –Fue un de-safío tremendo sumarme. Yo tengo una posición constructiva e interpretativa, y acostumbro a tomar lo que el artista trae sin destrozarlo... viendo el canal de aporte que le puedo dar, charlando mucho las canciones. La idea siempre es buscarle el beneficio a la canción para que fluya y no se pinche.

Más allá del floreo mutuo, el producto final habla por sí: Ciudadano, cuya fecha de presentación depende de la gira latinoamericana que Víctor tiene prevista junto a León Gieco y Mercedes Sosa, tiene un sonido perfecto y un finísimo tratamiento musical. Las altas –y muchas veces– conmovedoras imágenes poético-realistas de Víctor parecen encontrar un plafón a medida en los arreglos de Vadalá. Todas están en su color preciso y a veces alcanzan picos de emoción: “Madrecita cautiva”, cuya música pertenece a Jorge Fandermole, es un caso claro. “La letra es alucinante. Me acuerdo que cuando la cantó quedé paralizado. Estábamos en Panda con los músicos y no podíamos ni hablar... nos escondíamos atrás de los bafles”, refleja Vadalá. Parte del resto no le va en zaga. Algunas pertenecen totalmente a Heredia (“Te esperaré”, “Demasiado”, “En las alas de lo perdido”, “Para que nunca se te olvide”, “Azules”) y otras son retazos del plan original –inconcluso– de Víctor, que radicaba en pedir una música a un amigo y agregar una letra. Se cumplió con Silvio Rodríguez (“Lo cierto”), Luis Gurevich (“Mariposa de Bagdad”), Gabino Fernández (“En la esquina del tiempo”), Pedro Aznar (“El Mendigo”), Luis Eduardo Aute (“Agua”) y el mismo Vadalá, que coparticipó en la composición de “Si tuviera”. “Tengo que pedir disculpas públicamente –reacciona Heredia–. Víctor Manuel me entregó su canción muy tarde, pero me la entregó, y cuando ya estaban los arreglos casi liquidados, la verdad es que no pude cantarla. Estaba muy enchufado en los otros temas y no se grabó. Y Chico, que debería haberme recibido el poema, no pudo.”

–Es seguro que cada relación entre artista y productor es única. ¿Cómo se dio el vínculo entre ustedes?

V. H.: –La impronta que se nos planteó era o trabajar juntos o que yo soltara y él hiciera propuestas, y ésta me pareció la más acertada, porque yo sé que tanto en el arreglo como en la composición tiene que haber mucho de intimidad, de soledad... si esa introspección no existe, todo lo que puede llegar a pasar es que hay un intercambio de ideas que no siempre son las mejores, porque las buenas y las bellas ideas aparecen a las dos o a las tres de la mañana, cuando estás solo. Incluso, a veces te pasa durmiendo. Entonces, lo que hizo él fue muy piola: me hizo grabar todo el repertorio, el que yo conocía, porque lo había compuesto en su totalidad, y el que no, porque venía con músicas puestas desde afuera. Revisamos los tonos, el grabó todo y empezó a trabajar sobre la estructura de los temas. Algunos los respetó y otros los modificó, siempre consultando.

G. V.: –Digamos que uno tiene que analizar lo que el artista quiere y lo que la canción posibilita... trabajar con un tipo como Víctor te pone creativamente al límite, porque acompañar a alguien es una tarea específica, pero hacer arreglos, tomar la canción como propia y empezar a jugar con ella, realmente propone desafíos... un input creativo que necesitaba en este momento de mi vida. Me interesaba mucho conocer su manera de trabajar, porque hoy se trabaja de una manera muy virtual, y poder tomar el modo de hacer que tiene él, más artesanal, digamos, te lleva a saber que el mambo del artista es otro, y que te va a enseñar grosso. Con este medio expeditivo de “te hago el arreglo y ya está”, a veces estás impedido de llegar al alma que necesita una canción.

Vadalá dejó un pedacito de vida en cada canción del disco en el triple rol de arreglador, compositor e intérprete. Tocó guitarra, bajo, contrabajo y/o teclado según demandara la pieza y, además, sugirió músicos para cada intervención. Sumó a Sergio Verdinelli, Facundo Guevara, Claudio Cardone, Alejandro Franov y Franco Luciani. “Hubo un tema que nos costó muchísimo sacar y Franquito nos salvó: ‘Agua’, el de Aute. Le hicimos como cinco arreglos, y fue complicado porque yo no quería fracasar. Luis había sido el primero en entregarme una canción”, cuenta Víctor. “Y te la entregó en bandeja de plata –se ríe Vadalá–. En realidad, la canción marchaba bárbaro y de repente se nos pinchaba. Quedó un arreglo sencillo, pero fabuloso... y es cierto: nos salvó Luciani, que le puso al tema un arreglo de armónica maravilloso.” Heredia agrega: “En general, las cosas no salen porque sí. Hay un deseo de dos personas que tiene que ver con combinar, con tener una comunión respecto de una obra”.

–La impronta estética del disco es, a mirada gruesa, pareja, pero hay un tema que parece correrse de lugar. “Demasiado” está al borde de sonar como una cumbia...

V. H.: –Es un tema muy fuerte, y había que tener mucho cuidado en la propuesta... digo, evitar pasar la medida y transformarlo totalmente en un cumbión, o un cuartetazo, aunque el tema tuviera esa intención, porque refiere a un bolsón de exclusión social que utiliza esa rítmica para expresarse. Por eso, Vadalá le hizo un arreglo más rockero, medio “santanesco”, para correrlo de lo específico de la cumbia.

–“Demasiado paco en el pecho”. Qué figura...

V. H.: –El tema habla de la inseguridad... ¿desde dónde la vemos?: porque hay gente que quiere reprimir, o que se baje la edad de imputabilidad de los chicos que salen a robar. A mí me parece una monstruosidad eso... adhiero a lo que dijo la jueza Argibay: esta sociedad tiene que recapacitar que la solidaridad, el abrazo, la ternura que esos chicos no tienen hay que conseguirla en algún lugar... y ese lugar es el Estado. Los organismos tienen que tratar de hacerlos salir de esos bolsones de pobreza... para que en vez de limpiar parabrisas tengan un pupitre.

–“En las alas de lo perdido” o “Mariposa de Bagdad” apuntan más a una cuestión global y antibélica... una temática recurrente en su lírica. ¿Canciones urgentes?

V. H.: –Tal cual. En el primero, puse una frase adrede que había dicho Martin Luther King: “Ahora yo debiera ser incandescentemente claro”. El se preguntaba en ese discurso quién le había dicho a Estados Unidos que podía arrogarse el derecho de ser la policía del universo... no se puede soportar la frase despedida de Bush: “hice lo que tenía que hacer”: ¿Qué?, ¿matar?, ¿darle la excusa a cualquier poder para que haga lo que está haciendo Israel hoy en la Franja de Gaza, o a Hamas, para hacer lo que pretende con Israel? Yo creo que es monstruoso. El planeta tiene que reaccionar ante esto, porque se cagan de risa de todos los organismos. Se los pasan por los huevos, y nadie va a pagar nada por esto... en Irak murieron más de 500 mil chiquitos y dos millones se quedaron sin familia.

G. V.: –Siempre pensando en la moneda, además. Los mismos gringos sabían que Bush era pro guerra mal.

V. H.: –Y por una cuestión política, porque cuando nosotros militábamos en los setenta, lo asumíamos como una cuestión del capitalismo contra el socialismo, pero ya no pasa por ahí. Es una cuestión de humanidad. ¿Un barril de petróleo vale mil vidas, 500, 800?, ¿da lo mismo?

–Guillermo, ¿en qué medida se involucró con la posición crítica de algunas letras de Víctor? Tal vez no le ocurra con otros trabajos...

G. V.: –Si bien estaba en toda la paleta musical, había momentos que paraba, escuchaba, me metía en las letras y me sacudía. La pluma de Víctor es muy fina, y realmente no te podés abstraer. La letra de “Madrecita cautiva”, creo que ya lo dije, es alucinante...

–La de la sinonimia entre madre y patria, que no es precisamente la madre patria...

V. H.: –Claro. En realidad es la patria, pero está mi vieja ahí. “Con qué huesitos patria, construyen tu sepulcro.” Si me refiero a la patria, no sé, hay una impotencia en eso de dos sectores peleándose mientras se hace mierda el país...

G. V.: –Y en el medio los laburantes, viste.... como los tipos que dicen “che, pero no se peleen”.

V. H.: –Terminamos todos construyendo un sepulcro, en un país que tendría que tener alas, espacio, independencia y riqueza económica. Un país que podría volar.

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Heredia y Vadalá, dos artistas que confluyeron felizmente en un estudio de grabación.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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