Martes, 15 de septiembre de 2009 | Hoy
MUSICA › LA óPERA EL CóNSUL, DE GIAN CARLO MENOTTI
Dentro de la temporada de Buenos Aires Lírica, la obra se está presentando en el Teatro Avenida, con puesta de Fabian von Matt. Estrenada en 1950, se trata de la ópera más lograda de un autor que defendió un concepto dramático musical heredero de Puccini.
Por Diego Fischerman
La ópera, a lo largo del siglo XX, fue muchas cosas: antiópera, experimentos teatrales con música de fondo, experimentos musicales con una escena insignificante y, también, como en el caso de la formidable El cónsul, de Gian Carlo Menotti, ópera. Estrenada en 1950, en esta especie de pesadilla imaginada por Kafka y releída desde la posguerra, la Guerra Fría y las limitaciones impuestas por el senador McCarthy a la entrada de refugiados extranjeros, ante la sospecha de que pudiera tratarse de espías comunistas, se plasma, como en muy pocos casos, ese viejo ideal según el cual música y argumento, ambos geniales, serían muchísimo menos de no estar juntos.
La historia es sencilla: la mujer de un perseguido político realiza trámites interminables e inconducentes en la oficina de un consulado extranjero, para lograr que su marido, que permanece escondido, pueda salir del país. Del cónsul sólo llega a verse la sombra detrás de un vidrio, mientras le da la mano a quien, al salir de allí, se revelará como el jefe de la Policía Secreta. Y mientras la mujer llena en la antesala formularios que una secretaria invariablemente rechaza por incorrectos, verá morir a su hijo y, finalmente, a su esposo, capturado por la policía del régimen. “El tema, lamentablemente, no ha perdido ninguna vigencia”, dijo Menotti a Página/12, cuando llegó en 1999 para realizar la puesta en escena de la obra en el Teatro Colón. Autor también del libreto, el compositor afirmaba que “sigue habiendo guerras, sigue habiendo persecuciones y sigue habiendo burocracias que fagocitan al individuo. En muchos sentidos, la situación política del mundo, hoy, es tan grave como la de la época en que la obra fue escrita”.
El cónsul es la ópera más lograda de este autor fallecido el 1º de febrero de 2007, a los 96 años, y que defendió a rajatabla un concepto dramático musical heredado de Pu-ccini, en el centro de un panorama en que las vanguardias llegaron a institucionalizarse. Pero, como su modelo, Menotti no desdeñó los recursos de la modernidad, siempre y cuando le sirvieran para crear sentido teatral. Nacido en Cadigliano y ciudadano estadounidense, escribió muchos de sus libretos en inglés y por el de esta obra ganó el Pulitzer y el Premio del Circuito de Críticos de Nueva York. “Me interesa que la ópera siga emocionando y contando historias que tengan que ver con la sensibilidad de la gente, de la misma manera en que La traviata tenía que ver con lo que las personas sentían en la Italia del siglo XIX”, decía. Y El cónsul volvió ahora a Buenos Aires, como parte de la temporada de Buenos Aires Lírica. Estrenada el viernes pasado y con funciones hoy, el jueves y el sábado próximos, siempre a las 20, en el Teatro Avenida (Av. de Mayo 1222), la obra cuenta con puesta de Fabian von Matt, que en 2007 realizó para esta asociación la dirección escénica de El holandés errante, de Wagner, y la dirección musical es de Javier Logioia Orbe. El papel de Magda Sorel estará en manos de la notable soprano Carla Filipcic Holm, y junto a ella participa un elenco de excelentes cantantes: el barítono Hernán Iturralde, las mezzosopranos Virginia Correa Dupuy y Elisabeth Canis, el barítono Leonardo Estévez y el tenor Osvaldo Peroni.
Autor de obras fundamentales del siglo XX, como La médium, El teléfono, Menotti escribió también piezas concebidas especialmente para la radio y para la televisión, como Amahl y los visitantes de la noche, que fue la primera transmisión en color de la historia. El cónsul se inspiró en la noticia acerca de una mujer polaca que se había ahorcado al no conseguir entrar en los Estados Unidos, publicada por The New York Times. “No creo que mi manera de escribir ni mi estética sean las únicas posibles. Simplemente necesito componer cosas que me expresen. El arte es una voz personal, y en cuestiones personales poco importan las teorías.”
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