Miércoles, 23 de septiembre de 2009 | Hoy
MUSICA › BRUCE SPRINGSTEEN ESTá DE FESTEJOS
El autor de “Born in the USA” y héroe de la clase trabajadora norteamericana celebra sus seis décadas de vida mientras se lo ve en gran forma en la gira del álbum Working on a Dream.
Por Nada Weigelt
Desde Nueva York
Uno de los grandes clásicos del rock, la canción “Born in the USA”, estuvo a punto de quedarse inédita: Bruce Springsteen dudó sobre la publicación de un tema con el que criticaba la guerra de Vietnam y reivindicaba a las clases más marginadas de Estados Unidos, pero su manager logró convencerlo. En este 2009, ese himno de generaciones cumplió veinticinco años y ahora su autor llega a los 60. Springsteen, el “Boss”, alcanzará hoy la sexta década de su vida sin haber perdido su fuerza ni la lealtad de sus seguidores. A principios de este año, Springsteen publicó su más reciente álbum, Working on a Dream, el número 24 de su carrera, logrando encaramarse a la lista de éxitos en dieciséis países. Y en la gira de presentación no defrauda sobre el escenario, se entrega durante horas y recorre sus grandes éxitos, desde “Born to run” hasta “No surrender”, pasando por “Hungry Heart”.
“La guitarra es la herramienta con la que intento darle sentido al mundo”, explica Springsteen, que la considera “una especie de ángel de la guarda” para él. Con ella ha compuesto melodías pegadizas y textos poéticos que entona con su voz cascada e inconfundible. El legendario intérprete atesora diecinueve premios Grammy, dos Globos de Oro y un Oscar, que obtuvo en 1994 gracias a una canción incluida en la banda sonora de Filadelfia, la película de Jonathan Demme sobre un drama gay, .
Su figura sigue identificada con las clases trabajadoras y él no deja de vestirse y comportarse como uno de los suyos, por más que los 120 millones de discos vendidos lo hayan convertido en multimillonario. Los temas que compone hablan del otro lado del sueño americano, de pobreza y necesidades, de deseos y esperanzas, de oportunidades perdidas y sueños rotos, de la gente corriente. “Sé cómo se ve el mundo desde abajo”, cuenta. Su padre fue un eterno perdedor, que probó de todo, desde ser vigilante de prisiones a camionero; su abuelo trabajó en una fábrica de alfombras. Fue la madre del “Jefe”, Adele, la que intentó sacarlo de una vida sin perspectivas pagando con un crédito de 60 dólares su primera guitarra. “Había dos cosas que no gustaban en mi casa, una era yo y la otra mi guitarra”, resume Springsteen.
Pero fuera de su familia, el compositor no tardó en triunfar. Se hizo conocido en Nueva Jersey como líder de varias bandas antes de trasladarse a Nueva York, firmar en 1972 su primer contrato con una discográfica y fundar la mítica E Street Band. Tres años más tarde, su carrera despegó con su tercer disco Born to Run. Pero fue en 1984 cuando pasó a ocupar su lugar en el olimpo de la música gracias a “Born in the USA”. El precio del éxito fue que esa canción resultara tantas veces tergiversada y se aprovechara con fines políticos y comerciales, algo que a Springsteen aún le duele.
Desde entonces, el “Boss” ha sabido mantenerse, aunque la década del ’90 discurriera con más tranquilidad. En esa época el diario Frankfurter Allgemeine comparó su música con “una Harley Davidson con catalizador”. Se separó de su banda por un tiempo y emprendió algunos proyectos en solitario para reunirse de nuevo con sus músicos y sacar el disco de estudio The Rising. El disco fue compuesto bajo los efectos de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center y después de saber lo importante que había sido su música para algunas de las víctimas.
Springsteen nunca ha ocultado su ideología, de la que también habla de forma indirecta en las canciones que interpreta. En 2004 participó en la gira Por un cambio, que intentó infructuosamente evitar la reelección del presidente George W. Bush Jr. Más suerte tuvo cuatro años después con la victoria de Barack Obama, al que apoyó y acompañó en su ceremonia de investidura, cantando “The Rising” junto a un coro gospel.
Lo llaman “The Boss” desde los ’70, cuando pagaba a los miembros de la banda al contado después de los conciertos. “Nunca me emocionó demasiado el apodo, hubiese preferido que me llamaran ‘señor Springsteen’ o simplemente ‘el tipo de Nueva Jersey’”, dijo una vez. Pero ya nadie lo imagina sin su célebre apelativo, al punto de que esta semana abundarán los happy birthday, Boss.
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