Tras recuperar ventas y credibilidad con You are the Quarry, su disco de 2004, Morrissey quiere volver a sorprender. Su próxima entrega, Ringleader of the Tormentors, se ha grabado en Roma, con producción de Tony Visconti. Ennio Morricone aporta arreglos de cuerda y también suena un coro infantil. Es que la cultura italiana es la nueva fascinación de Stephen Patrick Morrissey. El antiguo cantante de los Smiths pasó largos meses en Roma mientras elaboraba las canciones de su noveno trabajo como solista (y segundo con el sello Sanctuary, tras su ruptura con las multinacionales). Según él, Roma es exactamente la ciudad opuesta a Los Angeles, “donde tenés la sensación de vivir en un Estado policial”.

Tan entusiasmado estaba con lo que lo rodeaba que llamó a su banda y empezaron a grabar en un estudio romano, Music Village. Las sesiones se atascaron y Morrissey hizo un pedido de auxilio. Dos días después, se presentaba allí Tony Visconti. Mano derecha en el estudio de David Bowie y Marc Bolan durante los años ’70, Visconti ha producido finalmente Ringleader of the Tormentors y un puñado de canciones extra que irán saliendo en sucesivos trabajos. Un total de 20 temas que Visconti considera los más audaces de la carrera de Morrissey, con estructuras insólitas y sin límites en la duración, aunque con un rotundo sonido de banda de rock. En una carta al semanario británico New Musical Express, el cantante asegura: “Las canciones me colocan al borde del optimismo, aunque confío en alejarme de allí cuando lleguen las críticas”. El complejo de persecución sigue latente en Morrissey. “A mí no me resulta natural el dejarme querer por el público. Si viviéramos en 1773, seguramente ya me habrían colgado y quemado.”

No es casual que Morrissey y su gente enfaticen el dato del lugar de grabación. En 1992, el cantante rompió con el ala políticamente correcta de la prensa británica, cuando algunos gestos y ciertas letras fueron malinterpretadas como proclamas xenófobas y alardes de nacionalismo. Al poco tiempo, trasladaba su campo de operaciones a Los Angeles, donde –para su deleite– descubrió que era un artista de culto entre sectores urbanos de la juventud chicana. Desde California ha seguido con sus campañas de reivindicación estética: al igual que hizo con Sandie Shaw, relanzó la carrera de Nancy Sinatra. Tampoco ha renunciado a su vegetarianismo militante ni a la defensa de los animales. La única aberración de la ciudad de Roma, explica, “es la cantidad de mujeres que llevan pieles de animales asesinados”.

Mientras tanto, los Smiths todavía levantan pasiones. En Irlanda se ha estrenado un musical basado en sus canciones; en España, se publicó el pasado año el doble CD tributo Esta luz nunca se apagará. El 28 de enero se celebrará en su ciudad natal de Manchester un concierto benéfico contra el cáncer donde coincidirán dos miembros de los Smiths, el guitarrista Johnny Marr y el bajista Andy Rourke. Para acallar rumores, la organización ha debido especificar que no se espera una reunión de los Smiths. Y es que los conflictos internos entre estos músicos británicos todavía están al rojo vivo. Morrissey nunca perdonó al baterista Mike Joyce, quien había iniciado una demanda exigiendo una porción mayor de los ingresos del cuarteto. Joyce sólo cobraba un 10 por ciento y el juez determinó que Morrissey y Marr –cada uno recibía un 40%– debían compensarle con un millón de libras esterlinas, aparte de pagar casi medio millón en costas legales. A diferencia de Morrissey, Johnny Marr ya olvidó aquel mal trago. Está comprometido con su banda, The Healers, que en el otoño lanzará su segundo disco. Guitarrista único y muy solicitado, Marr también participa en la nueva entrega de la vocalista Jane Birkin, que ha buscado recrear temas de Kate Bush, Rufus Wainwright, Tom Waits, Beth Gibbons y otros autores.