Sábado, 26 de diciembre de 2009 | Hoy
MUSICA › GOOD EVENING NEW YORK CITY, DE PAUL MCCARTNEY
La cajita de dos CD de audio y un DVD retrata los tres shows con los que el músico inauguró en julio el estadio Citi Field, reemplazo del viejo Shea donde Los Beatles sólo escucharon alaridos. Una lista impactante de éxitos de la banda y grandes canciones de Paul.
Por Eduardo Fabregat
El tipo estuvo ahí para inaugurar una era, la del rock en estadios. También estuvo ahí en el último concierto antes de la demolición, cuando apareció como inesperado invitado de Billy Joel. El hombre volvió para la inauguración del nuevo Shea Stadium, tan nuevo que ahora –cortesía de la era de los sponsors– se llama Citi Field y ni siquiera está en el mismo lugar, sino unos cientos de metros más allá. El hombre tiene un célebre bajo Hofner zurdo y con forma de violín, y formó parte de una banda aún más célebre llamada The Beatles. Y, cosa rara teniendo en cuenta la frialdad de un disco de policarbonato, la visión de Good Evening New York City, el doble CD + DVD que acaba de aparecer en la Argentina, consigue transmitir la trascendencia del momento. Mejor aún: acerca al público local la instantánea de un Paul McCartney bien reciente –la cajita refleja los shows del 17, 18 y 21 de julio de este año–, que se exhibe entero, aún capaz de emocionar a pesar de tantos años de ruta.
Sostenido por los hitos de aquel momento Beatle de agosto de 1965 y aquella despedida de julio de 2008 junto al Piano Man, Macca afronta la cita no sólo con una banda afiladísima, reducida a lo esencial y bien suelta (Paul “Wix” Wickens en teclados, Rusty Anderson en guitarra, Brian Ray en guitarra y bajo, Abe Laboriel Jr. en batería), sino sobre todo con un setlist que combina sabiamente su historial solista y junto a Wings con esas que, es inútil negarlo, todos quieren escuchar. Por otra parte, no puede dejarse de lado el ruido que generaba la reedición de la obra completa y remasterizada de los Fab Four: razón suficiente para que todo el segundo disco de audio, la segunda mitad del show, se componga casi exclusivamente de material Beatle.
Filmado con quince cámaras digitales de alta definición, Good evening... se convierte así en una oferta difícil de rechazar. Sobre todo porque en el primer segmento del show también hay títulos con flequillo, como la apertura de “Drive my car”, el rescate de “Got to get you into my life”, la paz de “The long and winding road” y “Blackbird” y la preciosa versión de “Eleanor Rigby”. ¿Es que McCartney olvida sus etapas posteriores con una lista de apuestas seguras? Nada de eso: el bajista, guitarrista, tecladista y cantante apela a momentos cumbre de su carrera junto a Wings como “Jet”, una intensa versión de “Band on the run” y una (literalmente) incendiaria “Live and let die”, y selecciona canciones de alta inspiración de sus discos más recientes, de Flaming pie para acá. Basta escuchar títulos como “Only mama knows”, “Dance tonight”, “Calico skies” y “Highway” para reafirmar esa sensación de que, tras algunos baches en su historial creativo, Macca se reencontró con lo mejor de sí mismo gracias a álbumes como Chaos and creation in the backyard y Memory almost full.
Para cuando McCartney y la banda desatan el delirio con “Back in the USSR” –las 75 cámaras distribuidas entre integrantes de la audiencia permiten una visión de lo que sucede en campo y plateas tan cercana como la del escenario–, el contraste toma definitiva y feliz forma: hay un universo de distancia entre las imágenes del comienzo, Los Beatles saludando a la aullante multitud en el viejo Shea y esta parafernalia sonora y visual en la que el grupo se mueve ahora. Pero ese universo se reduce a nada cuando “I’m down” presenta un mix entre 1965 y 2009. Las cosas pueden haber cambiado mucho, pero la música produce un efecto continuo: ayer como ahora, “Day tripper”, “I saw her standing there” (con Billy Joel devolviendo gentilezas), “Helter Skelter”, “Paperback writer”, “Get back” erizan la piel y borran el tiempo. Y cuando Paul y su banda cierran con el medley de “Sgt. Pepper’s reprise / The End”, aquello del amor que se recibe y el amor que se da reafirma su vigencia y es un final perfecto, un final feliz para un año tan pero tan Beatle.
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