Enero y febrero, se sabe, son meses de festivales. Todos los veranos, los encuentros folklóricos se multiplican a lo largo del país, cada uno con su característica distintiva. El que comienza hoy en la provincia de Salta promete brindis varios: se trata de la Serenata a Cafayate, un tradicional encuentro que excede lo estrictamente musical en este bello paisaje de montañas y viñedos. Desde hoy y hasta el próximo lunes 20, en lo que se conoce como “bodega encantada”, habrá espacio para todo tipo de expresiones del folklore actual, con el acento puesto, claro está, en la música salteña. Y, de paso, se podrán escuchar, en un mismo encuentro, propuestas antagónicas que hablan de distintos momentos históricos atravesados por el género, sintetizados desde una provincia rica en músicos y poetas del folklore.

Así, la programación de la Serenata 2006 tiene lugar para el Dúo Salteño, en el regreso de la histórica formación que puso voz a las creaciones de Gustavo “Cuchi” Leguizamón, y que inaugurará el festival. Y estarán, también, los que parecen haber impuesto una forma de hacer folklore de un tiempo a esta parte, mimetizándolo con la balada y la canción romántica: Los Nocheros, que durante 2002 y 2003 manejaron este festival. El ausente con aviso es el ahora solista Jorge Rojas, el desprendimiento Nochero que a esta altura tiene más convocatoria que sus ex compañeros, que no atravesaron la separación en los mejores términos.

Sobre el escenario “Payo Solá” (en homenaje al bandoneonista de los carnavales salteños, aquel que aseguró que “el que toca nunca baila”) desfilarán, además, hasta el próximo lunes –la noche “de yapa”–, el Chaqueño Palavecino, Los Carabajal, Los Tekis, Sergio Galleguillo y Los Amigos, Vale 4, Los Tucu Tucu y Amobé, entre otros artistas. En el balance, cerca del 80 por ciento de la programación recae sobre artistas de Salta. Muchos de ellos cafayateños, bagualeros, copleras, músicos, poetas y, sobre todo, bailarines, integrantes del Ballet de Cafayate, que actuará todas las noches (la Escuela Provincial de Música y Danzas Tradicionales de la ciudad es reconocida en el país por la calidad de su formación).

La Serenata a Cafayate comenzó a realizarse en 1974, alentada por un grupo de vecinos que quisieron recuperar una antigua tradición salteña: la de ofrecer serenatas a la enamorada. La idea primigenia fue la de recrear aquella serenata tradicional, pero esta vez dedicada a la ciudad. Por eso desde entonces el festival se representa en la figura de una mujer, que en un principio andaba entre los 16 y 25 años, y con el tiempo fue bajando de edad (las interpretaciones corren por cuenta de cada lector). Así, hoy por hoy se elige a “la niña de Cafayate”, que tiene entre 13 y 15 años, y todas las noches de Serenata aparece rodeada de otras niñas viñateras que portan canastas de uva. La canción que inaugura cada edición de la Serenata es siempre la misma: el vals Mal de luna, cuyos autores a esta altura se desconocen, pero que se instaló como una suerte de himno romántico de la Serenata.

Más allá de su historia y de las leyendas que rodean a la bodega donde se realiza el festival (se la llama “encantada” por las historias de duendes y fantasmas que la rodean), la 32ª edición de la Serenata a Cafayate ya está en marcha: el ambiente se va calentando con una previa que arrancó el lunes pasado y que incluye encuentros de poetas, una “Preserenata” con nuevos artistas de todo el país, y, claro, encuentros varios en el Museo del Vino cafayateño.