Una de las series, Desperate housewives, fue el dramedy (mezcla de comedia con drama) del que más se habló en 2005, tanto por sus guiones, en los que el culebrón se cruza con el policial, como por las notables actuaciones de las cuatro damas protagonistas. La otra, Grey’s anatomy, hizo de patito feo: la cadena estadounidense ABC pensó que este programa sobre cirujanos residentes daba sólo para una temporada corta (apenas nueve capítulos), pero diecisiete millones de televidentes convencieron a los directivos de que se habían equivocado. Esta noche, a las 21 (Desperate...) y a las 22 (Grey’s...), Sony Entertainment estrena las segundas temporadas de ambas. Y lo inusual de la fecha –por lo general, las series comienzan en noviembre– tiene que ver con que no habrá repeticiones, especialmente molestas en programas como éstos que tienen continuidad: cada jueves por la noche se verán capítulos nuevos.

En su primera temporada, Desperate housewives logró que las historias de entrecasa de cuatro vecinas muy diferentes atraparan al público (en Estados Unidos la veían 23 millones de personas). Claro, son las mujeres quienes se identifican, alternativamente, con las facetas de los personajes principales, pero la serie tiene elementos de misterio y crimen como para que nadie se quede afuera. En el segundo semestre de 2006, incluso habrá una versión argentina producida por Pol-Ka (que le ganó la pulseada a Telefé, que también quería los derechos) y protagonizada por Mercedes Morán, Araceli González, Carola Reyna y Gabriela Toscano. Será la primera vez que un dramedy norteamericano se adapte aquí, porque hasta ahora se hicieron comedias como La niñera y Casados con hijos. ¿Será Amas de casa desesperadas tan buena como la original? Guionistas, directores y actrices deberán trabajar mucho para estar a la altura de las historias de Bree (Marcia Cross), Susan (Teri Hatcher), Lynette (Felicity Huffman) y Gabrielle (Eva Longoria).

Los guionistas de la serie han demostrado ser hábiles para dejar planteados signos de interrogación entre un capítulo y otro, pero en el final de la primera temporada pusieron toda la carne en el asador, como para tener en vilo al público durante unos meses. Así, la fría y metódica Bree debió soportar a su modo la muerte de su esposo; la voluptuosa e infiel Gabrielle vio a su marido encarcelado (hecho instigado por el joven amante de la dama); la mamá full time Lynette se encontró con que su esposo renunciaba a su trabajo (en buena medida, por culpa de ella), y Susan quedaba atrapada en su propia casa a punta de revólver por Zach, un muchacho algo desequilibrado que, se descubre entonces, es hijo del novio de ella (quien estuvo a punto de matar al supuesto padre apropiador del chico). En el capítulo de hoy, las cuatro amas de casa vivirán más momentos desesperantes: un funeral, una entrevista de trabajo caótica, disparos y golpes, separación, tests de paternidad y otras menudencias. Y, para colmo, en la nueva familia que se instala en Wisteria Lane –la calle donde viven las Desperate...– las cosas no son como parecen: la supuesta viuda guarda un secreto en el sótano.

En Grey’s anatomy, que se parece más a una telenovela con humor sutil que a E24, los jóvenes aspirantes a cirujanos tienen menos lados oscuros, pero sí la ambición de salir adelante en sus carreras. Meredith Grey (Ellen Pompeo) descubrió que su novio Derek Shepperd (Patrick Dempsey), que a la vez es su jefe en el Seattle Grace Hospital, está casado con una brillante cirujana. En el capítulo inicial de la segunda temporada las cosas quedarán más claras, aunque eso no significa que vayan a estar resueltas. Entre los demás residentes habrá trompadas, un embarazo no deseado (de otra chica con su jefe), mucho tequila... y todo mientras el jefe del hospital se repone de una operación cerebral. Ah, también hay una cirugía a corazón detenido, como para que ningún televidente se olvide de que esa gente usa guardapolvos porque practica la medicina.