Martes, 23 de noviembre de 2010 | Hoy
MUSICA › SE PRESENTó LE NOIR DE L’ETOILE EN EL SAN MARTíN
Por Diego Fischerman
Seis sets de percusión situados alrededor del público. Y, en el centro, una suerte de comando desde donde emerge el ritmo de dos pulsares, esos ecos de la muerte de una estrella. La obra, Le noir de l’etoile (Lo negro de la estrella), fue compuesta entre 1989 y 1990 por uno de los compositores más importantes de las últimas décadas, el francés Gérard Grisey. Muerto en 1998 a los 52 años, este autor, considerado uno de los fundadores del espectralismo, fue, por supuesto, mucho más allá: “El espectralismo no es un sistema –decía en un reportaje publicado en marzo de 1996 por la revista 20th Century Music–, no es como la música serial o, incluso, la música tonal. Es una actitud que parte de considerar a los sonidos no como objetos muertos a los que se puede fácilmente mover en cualquier dirección, sino como organismos que tienen su nacimiento, su crecimiento y su muerte. Y nuestro segundo punto de partida, sobre todo al principio, era encontrar una ecuación mejor entre concepción y percepción; entre el concepto que está en la partitura y lo que el oyente pueda percibir de él”.
Le noir de létoile, dedicada a su hijo y al grupo Los Percusionistas de Estrasburgo, que fue el que la estrenó, está concebida para seis percusionistas y transmisión de señales astronómicas. Y la obra fue presentada este fin de semana dentro del ciclo de música contemporánea del Teatro San Martín, con la presentación del astrofísico y poeta francés Jean-Pierre Luminet. Hablar de poesía, en este caso, es casi un lugar común. Y mucho más hacerlo de la poesía de las estrellas. Pero no existe otra palabra para esa delicada, a veces furiosa interacción, entre los instrumentos –y los seres humanos que los pulsan, en un rincón del universo– y el ritmo de las rotaciones de esas masas gigantescas concentradas en volúmenes minúsculos, que giran sobre sí mismas varias veces en un segundo. Si bien la obra está concebida también para un determinado dispositivo escenográfico y lumínico –que en esta versión se omitió–, en una ciudad donde conseguir ciertos instrumentos de percusión es más difícil que formar una orquesta sinfónica, este estreno tuvo características casi épicas. “En Berkeley, en 1985, el astrónomo y cosmólogo Joe Silk me hizo conocer el sonido de los pulsares. Los sonidos emitidos por el Pulsar Vela me sedujeron y de inmediato me pregunté, como Picasso al encontrar el asiento de una bicicleta, qué podría hacer con esto –contaba el compositor–. La respuesta tardó en llegar: integrarlos en una obra musical sin manipulación, dejándolos existir simplemente como puntos de referencia en la música que, de alguna manera, sería el escenario y, en última instancia, utilizando sus frecuencias como tempi y desarrollando las ideas de rotación, periodicidad, desaceleración y aceleración como principios estéticos.”
Tres percusionistas italianos –Antonio Caggiano, Flavio Tanzi y Fulvia Ricevuto– y tres uruguayos, integrantes del grupo Perceum –Jorge Camiruaga, Ricardo Gómez Antonich y Marcelo Carlos Zanolli Giglio–- lograron una versión exacta y rica en matices, que mantuvo al público de la Sala Casacuberta imantado durante la hora de duración. Fue, en todo caso, uno de los puntos altos de un festival que esta semana entra en su último tramo. Hoy, en esa misma sala, habrá un concierto dedicado a la obra de uno de los autores fundamentales del siglo pasado, Luigi Nono, del que participará el notable cuarteto de cuerdas Diotima, interpretando Fragmente-Stille, an Diotima (de ese fragmento de Hölderlin utilizado por Nono es de donde el cuarteto toma su nombre), además del flautista italiano Manuel Zurria, que interpretará Das atmende Klarsein para flauta y cinta, y su compatriota, Oscar Pizzo, que hará “sofferte onde serene” para piano y cinta. Mañana, en la Fundación Proa (Pedro de Mendoza 1929), el grupo Alter Ego, junto al compositor estadounidense Alvin Lucier, harán obras suyas y de autores como Georges Aperghis, Jonathan Harvey y Somei Satoh, el jueves, en la Casacuberta, harán “I Am Sitting In A Room”, de Lucier, y el viernes, en el San Martín, Alter Ego se juntará con músicos argentinos para hacer En Do, de Terry Riley. El bonus track será el próximo 7 de diciembre en el Colón, cuando la Filarmónica interprete, con dirección de Alejo Pérez, la Sinfonía No. 4 de Charles Ives, Jonchaies de Iannis Xenakis y Tiento del primer toono y batalla imperial, de Cristobal Halffter. Este concierto iba a ser la apertura del ciclo pero debió ser cancelado por el duelo nacional a causa del fallecimiento del diputado y ex presidente Néstor Kirchner.
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