Martes, 23 de noviembre de 2010 | Hoy
MUSICA › OSVALDO BERLINGIERI, QUE VOLVIó A TOCAR EL PIANO, SERá HOMENAJEADO POR MúSICOS DE NUEVAS GENERACIONES TANGUERAS
A los 82, el maestro logró superar una enfermedad que lo tuvo “en cana” durante tres años, y ya estuvo ensayando un arreglo de “Adiós Nonino” para el concierto con el que le rendirán tributo Daniel Falasca, Pablo Agri y Horacio Romo, entre otros.
Por Karina Micheletto
Osvaldo Berlingieri sintetiza lo que le pasó cruzando las muñecas: “¡Tres años en cana!”, suelta con la misma sonrisa que, se adivina, ayudó a que viviera para contarla. Tres años atrás, una serie de problemas de salud, que resultaron agravados en el centro médico donde buscaba su recuperación, lo sacaron de la rutina que mantenía desde los 14 años, cuando se calzó los largos para ingresar en una orquesta de tango. En aquellas primeras actuaciones trabajaba su imagen: se pintaba un bigote con rimmel para parecer mayor de edad. Desde entonces no dejó de tocar el piano, y desde los 17 no dejó de viajar por el mundo, incluidos los ocho años de impresionante éxito del espectáculo Tango Argentino, estadías en Cuba o México, incontables giras por Japón, Medio Oriente o Europa. Hoy, a los 82 años, él, su esposa Leda, sus colegas y amigos, tienen un motivo de peso para festejar: contra todos los pronósticos médicos, Osvaldo Berlingieri ha vuelto a tocar el piano.
Fueron los músicos que han tocado con él en diversas etapas de su carrera los que organizaron el festejo. El Homenaje al maestro Berlingieri será hoy a las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) y contará con la participación de una cantidad de músicos pertenecientes a esa “cría joven” con la que Berlingieri dice llevarse mejor que con los de su generación. Estarán Daniel Falasca, Pablo Agri y Horacio Romo, quienes integraron la formación con la que Berlingieri siguió trabajando hasta su enfermedad. Y también Raúl Luzzi, Carlos Corrales, Lautaro Greco, Daniel Naka, Juan Pablo Navarro, Cristian Zárate, Hernán Possetti. Y como invitados especiales Fernando Suárez Paz, Guillermo Fernández y la cantante María Lavalle, con quien Berlingieri ha mostrado por el mundo las posibilidades del cruce entre tango y fado. Todos ellos rendirán su homenaje a uno de los grandes músicos del tango, que ha ensayado la versión de “Adiós Nonino”, entre lo que se puede adelantar.
Otro motivo de encuentro es la edición del libro Yo toco el piano, de Rafael Flores Montenegro, que rastrea la vida y obra del pianista (ver aparte) y que será presentado en el marco de este homenaje. El libro cuenta la historia de un hombre que, siendo menor de edad, tuvo que pedir permiso a su padre para salir del país en una gira que originalmente duraría un mes, y que terminó extendiéndose por tres años. El mismo que sumó su piano en orquestas como las de Domingo Federico, Héctor Mauré, Joaquín Do Reyes, Edgardo Donato, Emilio Orlando, Emilio Balcarce, Roberto Caló, Ebe Bedrune, pero que también incursionó en el jazz o en la música tropical. Que con Troilo conoció lo que es “la bondad y la vanguardia”, según definió en la entrevista con Página/12. Que brilló junto a Ernesto Baffa, en tantas grabaciones con Roberto Goyeneche, que integró un gran trío del tango, con Leopoldo Federico y Fernando Cabarcos. Que compuso, arregló, que llegó a formar también su propia orquesta. Que mantuvo un perfil bajo, directamente relacionado con el alto interés por cumplir la misión que da título al libro: Yo toco el piano.
En su casa del barrio de Once, el departamento que antes era su estudio se ha transformado en un espacio de rehabilitación, y ha rendido sus frutos. Su esposa Leda fue la que, bajo su responsabilidad, firmó la autorización para sacarlo de ALPI, el centro en el que debía recuperarse. “Me dijeron que nunca más iba a tocar el piano, me dijeron que nunca más iba a poder respirar sin traqueotomía”, recuerda la Tana, compañera de vida de Berlingieri desde 1957. Aquí están, preparando el departamento que de a poco vuelve a ser un estudio, adonde llegarán los músicos para ensayar el homenaje.
“Al que le debo esta celebración es a Daniel Falasca –comienza a agradecer el homenajeado–. Todo este tiempo él estuvo presente, todos los días antes de ir al trabajo pasaba por acá, a veces con el contrabajo al hombro. Y después se encargó de juntar a todos los otros chicos que van a tocar. Con esta cría joven yo me llevo mejor que con los de mi edad.” Los agradecimientos siguen para Rafael Flores Montenegro, un cordobés radicado en Madrid que sintetizó tras varias largas charlas la historia de la vida del pianista. En el repaso de la vida, el nombre que aparece una y otra vez es de Aníbal Troilo. “No conocí un hombre más bondadoso en este mundo”, dice Berlingieri. Su esposa Leda asiente y completa: “¡Hasta nos hizo el casamiento! Nos regaló toda la fiesta, qué sé yo cuánta plata era... Y después tocaron todos en la fiesta de casamiento. Realmente era divino el Gordo. Le ponía siempre plata en el bolsillo del saco a Osvaldo, y le decía: ‘Cómprele un ramo de rosas a la Tana’. Venía siempre a casa, le encantaba cómo yo preparaba perdices. Y también a veces, cuando se peleaban con Zita, venía a parar acá. ¡Si hasta le tomó la audición a Tito Reyes en mi casa!”
–Al repasar sus discos salta en la audición su carácter vanguardista. La incorporación de saxo al tango, por ejemplo...
–¡Nooo! ¡La vanguardia era Troilo! Al lado de Troilo yo fui vanguardia...
–¿Cuál fue la mayor satisfacción que tuvo con esa orquesta?
–Troilo no permitía a nadie tocar una nota de más. Pero a mí un día me escuchó una variación y me preguntó: “Pibe, ¿qué tocó?” “No sé, maestro, improvisé.”, le contesté. Y me dijo: “Bueno, hágalo siempre”. Después salieron críticas que decían que yo desvirtuaba la orquesta, que estaba metiendo jazz, que cómo Pichuco lo permitía. Me daban con todo. Y era jodido, porque en esa época esas críticas tenían influencia. Troilo siempre me defendió.
–¿Y de los años de gira con Tango Argentino, qué recuerdos guarda?
–Yo aparecía en penumbras, con una variación de “Nunca tuvo novio”. Se empezaban a prender las luces y venía Raúl Lavié, cantando. El teatro se venía abajo.
Berlingieri no dirá más. Leda completará la escena recordando los elogios del The New York Times, o a Liza Minnelli y Anthony Quinn, haciendo cola al término de la función, “como cualquier hijo de vecino, con una humildad sorprendente”, para felicitar a los músicos. O a Robert Duvall, o Al Pacino, o Robert De Niro o Lady Di, igualmente emocionados. Y volverá sobre las invitaciones que se acumulan, como la de la Orquesta Sinfónica de Tokio, cuyo representante no entiende que Berlingieri rechace la oportunidad de dirigirla, y el cachet que se ofrece. “Es un hombre que trabaja muy silenciosamente, hay orquestas de todo el mundo que hoy tocan sus arreglos”, concluye Leda. Berlingieri sólo quiere agregar algo más. Dice que le gusta el título de su biografía, que siente que es el que más lo identifica: “Yo toco el piano”.
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