Domingo, 13 de marzo de 2011 | Hoy
MUSICA › TONY LEVIN, OTRA VEZ EN BUENOS AIRES CON SU TRIO STICKMEN
El bajista de King Crimson y Peter Gabriel encontró en el Chapman Stick la herramienta adecuada para hacer evolucionar a su música. En la aplanadora de virtuosismo que trajo a Buenos Aires están el baterista Pat Mastelotto y el guitarrista Markus Reuter.
Por Santiago Giordano
Lo primero que dice es que este año trae más King Crimson en su repertorio. Enseguida agrega que desde que llegó a Buenos Aires no hace otra cosa que tocar, para sentir cómo suena su música ante la pasión argentina y la especial condición de ciudad cosmopolita que tiene Buenos Aires. Tony Levin regresó a la Argentina con su trío Stickmen, una especie de aplanadora virtuosa que formó junto a Pat Mastelotto en batería y Markus Reuter en guitarra. El stickista, que como bajista formó parte de King Crimson y es algo así como el instrumentista fetiche de Peter Gabriel, tocó anoche con entradas agotadas y repetirá hoy a las 21 en el Teatro ND Ateneo (Paraguay 918).
Grabó con el John Lennon de Double fantasy, Pink Floyd, Liquid Tension Experiment –un grupo formado con miembros de Dream Theater–, White Elephant, Yes, Asia, Karen Carpenter, Eros Ramazotti, Alice Cooper y Fernando Samalea, entre muchos otros, además de concebir numerosos trabajos como solista. Toca el bajo tradicional –inclusive de manera no tradicional–, pero hace mucho tiempo adoptó el Chapman Stick, una síntesis de bajo y guitarra que se toca con la técnica del tapping. En un ida y vuelta constante entre las formas más sofisticadas del rock y la experimentación, Tony Levin, a los 65 años, actúa como un músico inquieto. “Con mi trío Stickmen pinta un poquito de tradición de King Crimson”, asegura y evoca cuando vino con aquella banda en 1996. “Nos quedamos un mes y eso fue de gran influencia para nosotros. La atmósfera, la actitud hacia la música que percibimos aquí, fue muy especial.”
–El año pasado vino a la Argentina con un trío del que formaba parte otro stickman, Michael Bernier; esta vez estará en su lugar Markus Reuter. ¿De qué manera influye este cambio en su música?
–Bueno, cambiar un intérprete en una banda en la que hay sólo tres músicos es un gran cambio, desde luego, y todo cambio conlleva dificultades. Pero también ofrece la oportunidad de crecer. Tenemos un gran respeto por Michael, pero él ya no podía salir más de gira y nosotros somos una banda que realmente necesita sentir su música viva en los escenarios y las giras. Es una parte importante del asunto para nosotros. Entonces Markus (Reuter) nos vino justo, porque tocó con Robert Fripp y conoce muy bien el espíritu de King Crimson. Ahora tenemos la oportunidad de hacer algunos temas de King Crimson que no podíamos hacer antes.
–¿Qué lugar ocupa la improvisación en Stickmen?
–En algunos shows improvisamos mucho, nos gusta tener siempre una canción que comenzamos de cero allí, en el escenario, y de ahí vemos qué pasa. Pero esta vez no haremos ese tipo de improvisaciones. Tenemos algunas composiciones en las que hay algo escrito y algo no escrito, y se puede escribir dejando espacio para mucha improvisación, como pasa en algunas de las composiciones nuevas.
–Hace más de treinta años que toca el Chapman Stick. ¿Todavía descubre cosas en él?
–Absolutamente. Ahora, más que nunca. El stick tiene muchas cuerdas, y la mitad de ellas son de guitarra, pero durante muchos años sólo toqué las cuerdas de bajo. Eso, por un lado. Pero además, en estos últimos años, quizás a partir de que formé el grupo Stickmen, empecé a fascinarme con otras técnicas que pueden desarrollarse en el stick: notas golpeadas, sobretonos, diferentes efectos, tocar con un arco de violín, cosas así. De hecho, lo que ahora trato de hacer todo el tiempo es crecer como ejecutante de stick, encontrar nuevas áreas musicales para mí. Este tiempo es perfecto para eso, porque nos gusta la música progresiva, nos gustan los desafíos. Esta idea de tocar de manera inusual funciona muy bien en el stick y es perfecta para llevarla a Stickmen.
–¿Ser progresivo es experimentar?
–Le diré la historia real: cuando te volvés viejo, te volvés rígido. Comenzás a correr el riesgo de entumecerte, en muchos sentidos. No sólo por la flexibilidad del cuerpo, también la de tu mente. Y también la de tu creatividad. Entonces, ahora que me estoy volviendo viejo, ser creativo es hacer un gran esfuerzo por ser flexible. Para mí, ser creativo a los 60 y pico es ser capaz de decir adiós a ciertas ideas que tenía antes, especialmente en mi instrumento. Porque es muy fácil tocar de un modo anticuado, del modo que ya sé que funcionó antes. Y el proceso que se atraviesa para encontrar una nueva manera por lo general no es cómodo. Esa es la única manera que tengo de sentir que sigo creciendo, como músico y como artista.
–¿Cree que el rock actual es progresivo?
–“Progresivo” es una expresión difícil de definir. Por el hecho de haber estado en King Crimson, estoy muy al tanto del conflicto que provoca la definición de “banda progresiva”. Para algunos, lo progresivo era lo mejor que King Crimson solía hacer en los ’80. Para nosotros, en cambio, lo realmente progresivo era tratar de no tocar nunca como habíamos tocado antes. Entonces, para mí lo progresivo tiene que ver con la respuesta a esa pasión, de tratar siempre de romper nuevas barreras y hacer nueva música. A veces puede pasar que lo intentes y que no tengas éxito. Pero creo que ese intento es la única manera noble de ofrecer música.
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