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Sábado, 9 de abril de 2011

MUSICA › GILLESPI Y WILLY CROOK, VIEJOS AMIGOS QUE TOCARáN JUNTOS POR PRIMERA VEZ

“La música se distrajo y nos juntó”

Aunque sus nombres están vinculados con los de bandas cruciales del rock argentino –Los Redondos, Sumo, Las Pelotas, Los Abuelos de la Nada–, ambos músicos eligieron géneros menos populares para sus carreras solistas: el jazz y el funk.

Si las páginas de la historia del rock argentino no admitieran más nombres y cerraran hoy, sin duda Gillespi y Willy Crook ocuparían un lugar privilegiado. Es que en sus currículos musicales aparecen bandas que dejaron una fuerte huella en la pata más popular del rock local: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, Los Abuelos de la Nada y Las Pelotas. Sin embargo, desde hace más de quince años encaran carreras solistas y no se preocupan por la masividad que alguna vez experimentaron. De hecho, son dos de los mayores exponentes del jazz y el funk de la Argentina. Y aunque se conocieron en los ’80 –cuando el movimiento rock aún era contracultural– y se consideran “amigos”, darán por primera vez un show conjunto. Pese a las coincidencias, lo curioso es que a ninguno de los dos se le había ocurrido tocar juntos sobre un escenario: “Nunca lo habíamos planeado en tantos años de amistad; es más, es una cosa que no se nos ocurrió a nosotros, sino a un amigo que tenemos en común”, confiesa Gillespi, cuyo verdadero nombre es Marcelo Rodríguez. Fiel a su humor,

Crook interpreta: “La música se distrajo y nos juntó”. Con o sin distracciones, sus instrumentos de viento –la trompeta y el saxo– cruzarán sus melodías hoy a las 22 en el Teatro de la Cova, ubicado en Av. Del Libertador 13.900, Martínez.

Cuando la invitación estuvo en pie, no dudaron en aceptar el desafío. “Algo que valoro de mis amigos es que no me necesitan a mí para andar bien”, bromea Crook –quien nació bajo el nombre de Eduardo Pantano– y no será la primera vez en la nota que haga uso de su ingenio y lucidez para responder. “Aunque pasó un montón de años desde que nos conocimos, nos pareció algo natural el recital, como si nos juntáramos a comer. No hacemos lo mismo, pero estamos en sintonía”, diferencia el saxofonista y se apresura a rematar: “¿Qué tenemos en común? Los dos odiamos la música y a todos los que están inmersos en este fraude”. Al parecer, el humor es otro de los rasgos que comparten ambos músicos. Gillespi, por su parte, despliega toda su faceta humorística en la radio, otro de sus amores. “La historia dirá que Willy participó en varios discos míos y yo en varios discos de él. Eso está documentado. Incluso, compusimos temas juntos (uno de ellos es “On the Night”). Ese podría ser el antecedente de este encuentro, pero en realidad no lo es: ameritábamos tocar juntos porque son veinte años de amistad”, explica Gillespi y Willy se asusta por el paso del tiempo: “¿Por qué tuviste que decirme eso? ¡Yo era joven hasta recién!”

El jazz, el funk y el soul, esos sonidos de raíz afroamericana, gozan de buena salud bajo el cuidado de estos dos músicos. Y eso se verá en el recital, que estará dividido en tres etapas: en las dos primeras, cada uno repasará sus trabajos como solista, y en la tercera se lucirán con canciones clásicas de esos ritmos y otros de la música universal. Por ejemplo, prometen varios temas de Burt Bacharach. En la lista no faltarán canciones de sus últimos trabajos: Gillespi evocará a Gillerama (2009), un disco climático y paisajístico que se posa en el jazz pero que evidencia sonidos rockeros (¿tendrá algo que ver la guitarra de Baltasar Comotto?); y Crook rescatará su Fuego Amigo (2004), una obra nostálgica centrada en el funk y el soul (Déborah Dixon emociona con su voz en “Welcome”). “Todos esos estilos –resalta Gillespi– los tocamos tanto él como yo. Son de alguna manera la música que nos gusta. Los discos que escuchamos y que están en nuestra discoteca. La obra de Willy va en ese plan y es compatible con la mía. Si bien yo no puedo cantar mis canciones –‘a pedido del público’, interrumpe Crook–, porque tengo el registro de un Ford Sierra, me volví hacia la música instrumental. Pero en realidad podríamos decir que lo nuestro son bifurcaciones de lo mismo.”

–¿Por qué creen que los estilos que interpretan no gozan de mayor popularidad en el país?

Willy Crook: –Para las expectativas de la música venida del rhythm and blues, es bastante la popularidad que tiene. En un momento hasta estaba prohibido ser negro. ¡Preguntale a Charlie Parker!

Gillespi: –Ahora hay tipos que se llaman Don Omar, nombre que jamás le pondría a una banda. Y le va fantástico. Desconozco lo que hace. Siempre me jacto de que me gustan cosas que no les gustan a los demás. Y hago bien, porque las cosas que hace la masividad son las más horribles del planeta. La verdad es que está bien que le gustemos a poca gente. Me siento orgulloso de eso. Si nosotros metiéramos 20 mil personas en GEBA antes de Daddy Yankee, le diría: “Willy, ¿qué hicimos mal?”.

W. C.: –Con Los Redondos llegó un momento en el que se podía cantar cualquier cosa, porque la gente lo había tomado como bandera. Cuando pasó eso, los que nos iban a ver en La Esquina del Sol ya no estaban. Podemos agradecer que hacemos un género que tuvo mucha repercusión. Y hemos tenido el lujo de patear entre gigantes que se jugaron la vida –como los Manal–, en el sentido literal, para tocar rock and roll y música de “negros de mierda”, como decía Pajarito Zaguri. El género tiene su público estable, que no tiene demasiadas expectativas.

G.: –Lo mismo pasa en todos los órdenes. Quizá ves en la televisión programas buenos que no mira nadie, pero todo el mundo mira Gran Hermano. Y yo realmente prefiero no preguntarme por qué sucede eso.

–¿Y cómo afrontaron sus caminos solistas?

W. C.: –Lo nuestro no es un milagro, es un descuido de la suerte. Cuando arranqué como solista se esperaba que tocara “Ñan fri frufi qué sé yo” e hice géneros susceptibles a que me gritaran “puto”. Era una mariconada, si lo comparaban con Los Redondos.

G.: –Elegimos caminos que son más sinuosos. Son elecciones. Hay muchas formas y estilos para comunicar. Uno, cuando compone, expresa lo que quiere expresar, no hay un objetivo. Componer no es un juego de estrategias.

Entrevista: Sergio Sánchez.

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“Lo nuestro no es un milagro, es un descuido de la suerte”, se ríen Crook y Gillespi.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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