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Martes, 17 de mayo de 2011

MUSICA › COLASTINé. UNA LECTURA SOBRE EL ENTENADO, DE MIGUEL GALPERíN

La música, ese fantástico ayudamemoria

 Por Santiago Giordano

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UNA LECTURA SOBRE EL ENTENADO

Autor: Miguel Galperín.
Régie: Fernando Rubio.
Dirección musical: Luis Nessa.
Elenco: Ricardo González Dorrego (tenor), León Dogodny (actor-narrador), Ensamble Paralelo 33º, Patricia Da Dalt (flauta).
Sala Batato Barea del C.C. Ricardo Rojas, todos los martes de mayo a las 20.30, y los domingos de mayo a las 18.

La precariedad del lenguaje y la fragilidad de la memoria. Desde ese lugar comienza a moverse Colastiné. Una lectura sobre El entenado, la obra escénico-musical de Miguel Galperín compuesta bajo especial encargo del Centro Cultural Ricardo Rojas, estrenada en la sala Batato Barea de la institución universitaria. Libremente basada en El entenado, la novela de Juan José Saer, Colastiné muestra de entrada un gran mérito musical: el de sugerir que la aventura de recordar, la posibilidad de reconstruir una memoria, tiene profundamente que ver con el acto de escuchar.

Como sobre un palimpsesto, el compositor dibuja su texto sobre el texto del escritor, del que amplifica algunas señales. El joven grumete sobreviviente de la tripulación que llegó a las orillas del Río de la Plata, que recuerda lo que fueron sus años viviendo junto a los indios colastiné, se abstrae y escucha la música, que es él recordando. En este sentido el ascetismo de un estudio de radio resulta una oportuna intuición en la puesta de Fernando Rubio: todo terminará enseguida, pero seguirá sucediendo.

En el fondo de la escena, más o menos caprichosamente, se proyectan de la novela de Saer algunas frases, palabras sueltas o simplemente letras, mientras en el centro la música de Galperín es el cuento y su narración. Es la música la que narra y para eso el compositor parte de un despojo, en la instrumentación y en la trama sonora, que es acaso el del origen de las cosas. El pensamiento musical de Galperín es sólido, de una expresividad austera y por momentos parca, pero enriquecida por la posibilidad de expandirse en un arco tiempo que el compositor maneja con notable sentido de la construcción.

El tenor Ricardo González Dorrego recoge ecos de los instrumentos de percusión –distintas maderas, parches, varios tipos de baquetas y formas de toque–, interpretados por el grupo Paralelo 33º, y de la flauta, interpretada por Patricia Da Dalt, que virtualmente articula el sonido también como un instrumento de percusión. La dirección musical de Luis Nessa tiene la precisión necesaria.

La distancia entre el balbuceo y la recomposición del lenguaje es la línea de tiempo que separa lo sucedido de su reflejo. En ese tiempo la música y la posibilidad de la palabra se van articulando mutuamente hasta lograr el espesor semántico que culmina con la expresión concreta de la idea de “El primer argentino”, que ronda Colastiné. Cuando finalmente hay palabra, el entenado ya de vuelta, personificado por el actor León Dogodny, puede trazar su melancólica memoria. Entonces es la novela la que habla. Y Colastiné la escucha.

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