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Martes, 17 de mayo de 2011

CINE › JOHNNY DEPP Y EL CUARTO EPISODIO DE PIRATAS DEL CARIBE

“Para bien y para mal, ahora hay una parte de Jack en mí”

Aunque señala que nada lo une con el personaje del Capitán Sparrow, el actor admite que siempre hay una contaminación mutua. De todos modos, la cantidad de proyectos que tiene en carpeta asegura que será difícil que quede estancado en la piel del pirata.

 Por Jill Pringle *

Arnold Schwarzenegger fue el Terminator, Mel Gibson fue Mad Max, Bruce Willis fue John McClane y Johnny Depp es... bueno, un pirata algo camp. Si se le pide a un actor que retorne a un personaje más de un par de veces, hay buenas chances de que corra hacia la puerta gritando algo sobre la credibilidad artística. Muchos actores retroceden ante la palabra “franquicia”, imaginando que una empresa enormemente comercial puede de algún modo significar una pérdida de peso artístico. Pero ante su cuarta aparición como el inescrupuloso Capitán Jack Sparrow de la saga Piratas del Caribe –que se estrena aquí el próximo jueves–, Depp asume el mismo compromiso que con cualquiera de sus roles. E incluso obtuvo una nominación al Oscar por el primer episodio, La maldición del Perla Negra. Lo interesante es que él abre el juego a más. “Sí, creo que pueden seguir contando conmigo, estoy dispuesto”, dice Depp, de 47 años, en un hotel de Beverly Hills, poco antes de la première de la película en Hollywood. “Lo interesante para mí es que con un personaje como el Capitán Jack uno siente que puede continuar. Las posibilidades no tienen fin, son ilimitadas. Hay tal posibilidad de locura y absurdo que es inevitable sentir que con este personaje nunca terminaste.”

Depp incluso estuvo en la atracción de Piratas del Caribe en Disneylandia. “En realidad es bastante psicodélica. Creo que podríamos hacerla aún más psicodélica... ¡pero no deberíamos ir en esa dirección!”, bromea. “Te subís al juego y cuando te querés acordar, subiste tres veces. De un modo algo extraño, es un honor: tomaste parte en algo que de alguna manera se volvió eterno.” Con el guión de una quinta parte de Piratas... ya en proceso de escritura, Depp advierte que “hay una idea brillante para una quinta y sexta parte, filmar en la misma atracción de Disneylandia, yendo en círculos sin parar. Un poco como aquel Sueño de Andy Warhol, con primeros planos de todos”.

La première de Piratas del Caribe. En mareas extrañas hizo surgir imágenes e imitadores de Jack Sparrow por todas partes, pero es típico de Depp aparecer en la entrevista con un look lo más alejado posible de su creación, vestido con un traje de cuero amarillo, con una chomba de golf, jeans y un sombrero fedora negro con una cinta brillante. Con un tono suave, señala: “En términos de cualquier conexión al personaje de Jack, somos completamente diferentes. No haya nada en lo que pueda relacionarme con Sparrow. Con cada personaje que encarnás se va una parte de vos, en lo que hace a los ingredientes que ponés en el guiso. Con lo que sí hay una parte de mí en el capitán y ahora, para bien y para mal, también hay una parte de Jack en mí. Básicamente no me lo puedo sacudir: ¡no va a dejarme en paz! Sigue apareciendo en momentos extraños. De hecho asomó esta mañana cuando estaba preparando a mis hijos para la escuela. Tuve que espantarlo”, se ríe Depp, cuyo rostro como Sparrow compite por la atención de los turistas con los Hombre Araña y las Blancanieves en estos días en el Hollywood Boulevard.

Para discutir sus planes para el futuro, el actor elige una metáfora oceánica. “Lo que espero es tener una navegación tranquila. Estoy conforme con no tener grandes alzas y bajas, sólo seguir adelante y que las cosas sean buenas y salgan bien. Como hombre de familia, lo que querés como padre es pura felicidad para tus hijos. Es una especie de deseo paterno universal. Ese es mi sueño, niños felices”, dice el actor que en el pasado ha experimentado suficientes “alzas y bajas” románticas para hoy poder disfrutar la paz de una relación estable con la cantante francesa Vanessa Paradis, a quien conoció en 1998 en el set de La novena puerta, poco después de su ruptura con la modelo Kate Moss. Sólo tenía 20 años cuando se casó con la artista del maquillaje Lori Anne Allison y se divorciaron dos años después; a partir de allí, Depp se dedicó a las cotas con varias bellezas de Hollywood, incluyendo a Winona Ryder y Sherilyn Fenn. Con Paradis tuvo una hija, Lily-Rose (12 años) y un hijo, Jack (de 9); la familia divide su tiempo entre la ciudad en la que Depp esté trabajando y su hogar permanente en el suburbio parisino de Meudon y un viñedo en las afueras de St. Tropez.

Depp es uno de esos raros rompecorazones que agrada a múltiples generaciones, y su imagen puede hallarse tanto en un salón de clase como en un hogar. Y aunque es un tipo apuesto, su amplio encanto tiene algo que ver con las muchas facetas que le imprime a cada personaje. Rob Marshall, director de Piratas del Caribe. En mareas extrañas, lo explica así: “Johnny es un actor de carácter en el cuerpo de un líder. Puede hacer cualquier cosa. Es asombroso verlo trabajar porque es una tremenda fuerza creativa, siempre está pensando. Podés ver cómo responde preguntas. No es el típico ‘bla bla bla’, vive en un espacio muy creativo. Siempre está inventando”.

Keith Richards, amigo rockero de Johnny, reaparece en la nueva película como Sparrow padre, aunque según Marshall no estaba en el guión original. “Ese fue Johnny”, recuerda. “Dijo: ‘Me gustaría que Keith estuviera en la película, se lo voy a pedir’. Y se lo pidió y Keith dijo que sí. Johnny fue muy bueno con él, y consiguió que sacara lo mejor, lo hizo fácil. Keith se enamoró de sus trajes y su pelo.” Como todas las películas previas, la cuarta saca buen jugo de filmar en lugares exóticos, incluyendo Hawai y Puerto Rico, aunque hubo secuencias filmadas en los estudios Pinewood para representar el Londres histórico: para Depp fue lo más desconcertante. “Fue horrible, agotador”, recuerda. “Fue una escena extraña y pequeña. Hice muchas cosas en mi vida bajo la influencia de... vida, pero nunca pensé que estaría montando en dos carros que se mueven, saltando en la cabeza de personas y después atravesando el fuego. Parece una pesadilla, ¿no? Y éste es el modo en que papi lleva la comida a casa...”

Ser uno de los iconos más amados de Hollywood no impide que Depp caiga en el fracaso ocasional –el más reciente fue El turista, con Angelina Jolie–-, pero el público siempre lo perdona. De hecho siente cierto orgullo por sus fracasos, y a comienzos de su carrera dijo que ninguna de sus películas haría dinero. Si en la ola de la multibillonaria franquicia de Piratas del Caribe se le pregunta si se arrepiente de aquel pronóstico, él se ríe. “No es mi culpa. Hice lo mejor que pude, incluso al punto de ser despedido en la primera parte, pero no lo hicieron. Es de algún modo interesante experimentar esa clase de juego, tras veinte años de disfrutar una carrera basada en fracasos hasta que, de pronto, algo hace click. Lo loco es que nunca cambié nada, el proceso es el mismo de siempre. Así que el hecho de que la gente vaya a ver una película en la que aparezco es una de las cosas más shockeantes que haya atravesado”, dice. Más allá de lo que diga, Depp siempre recibió aclamaciones artísticas por su trabajo, y ganó un Globo de Oro por Sweeney Todd y nominaciones al Oscar por Descubriendo el País de Nunca Jamás y la misma Sweeney Todd.

Colaborador frecuente de Tim Burton (con quien hizo El joven manos de tijera, Alicia en el País de las Maravillas, La leyenda del jinete sin cabeza, Charlie y la fábrica de chocolate, El cadáver de la novia y Ed Wood), Depp tiene buena relación con Gore Verbinski, que dirigió las primeras tres películas de la saga de los piratas y el film animado Rango –en el que Depp puso la voz al personaje principal– y con quien planea trabajar como Toro en la revisión de Verbinski de El Llanero Solitario. Pero el cuarto episodio de Piratas del Caribe dio nacimiento a una nueva y prometedora unión, con Depp ayudando a seleccionar a Marshall para el rol de director: el dúo ahora contempla colaborar en la remake de la serie de películas Thin Man de los años ‘30. “Vamos a reimaginarlo”, dice Mar-shall. “Estamos escribiendo ahora y Johnny está coproduciendo. Vamos a situarlo en los años ’30, pero será nuestra propia versión. No podría sacar al ‘Hombre flaco’ de esa era de garitos clandestinos, martinis y asesinato. Johnny me lo pidió promediando la filmación de Piratas... porque tenemos una sensibilidad similar al hacer películas. Los dos pensamos que no sólo se trata de trabajar duro y ser creativo, también se necesita un lugar donde la gente tenga una buena y feliz experiencia porque es tu vida: tiene que ser algo grande.”

Mientras los asistentes del estudio hablan sin aliento de la “febril, loca agenda” de Depp, el aludido da la impresión de no tener nada mejor que hacer que relajarse, sin estar obligado a ir a ningún lugar. Su estilo relajado parece desmentir la pila de proyectos en la que está involucrado. En una pausa de la filmación del thriller gótico de Tim Burton Dark Shadows hizo un cameo (sin acreditar) en 21 Jump Street, una reversión para la pantalla grande de la serie de 1980 en la que él empezó, como un agente adolescente que se infiltraba en las escuelas. En los próximos seis meses encabezará dos películas de gran presupuesto, producirá y protagonizará el drama de aventuras Diarios del ron (basada en la novela de Hunther Thompson) y tendrá el papel principal en Hugo Cabret, la película de misterio que Martin Scorsese ambientará en el París de los años ’30. También dirigió un documental sobre su amigo Keith Richards, que se lanzará a comienzos del año próximo. Asegura que ya no tiene ningún deseo de perseguir esa vanidad tan de Hollywood de dirigir y protagonizar su propia película, habiendo puesto su nombre en esa lista 14 años atrás cuando dirigió y coprotagonizó The Brave con Marlon Brando. “¿Protagonizar mi propia película? No, ya lo intenté una vez”, sonríe. “La idea de dirigir es rara para mí, porque me siento antimatemático en ese sentido. No me gusta que las cosas tengan sentido, prefiero cuando no lo tienen, con lo que si hago un film no tendría ningún sentido y nadie lo vería. Quizá sólo haga pequeñas peliculitas en casa con mi teléfono, que nunca serán lanzadas.”

Ser tan requerido tiene su lado malo. “El problema en mi situación es que en los últimos dos años mi ‘carnet de baile’ siempre ha estado lleno, estuve trabajando casi sin parar. Estaría bueno tomarse un tiempito.” Ocupado o no, dice que de surgir un Hamlet encontraría tiempo para hacerlo. “Hamlet es uno de esos clichés de actor que te rebota en el cráneo. Años atrás, Marlon Brando plantó esa semilla en mi cabeza. Lo que me gustaría hacer con Hamlet es tenerlo bajo el radar lo más posible, en un teatro bien chiquito, sin anunciar y con diferentes nombres; y que si lo descubren, lo pueda mudar a otro lado.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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