En el origen, el ciclo era un coto musical tucumano concebido por un hijo dilecto de la provincia, nombrado –pero en plural– como la zamba que Atahualpa Yupanqui le entregó al Jardín de la República, y localizado en el espacio de Suipacha al 100, que se llama igual que la provincia. “Eramos todos tucumanos, pero con el tiempo fuimos extendiendo el abanico hasta que la tucumanidad quedó prácticamente en mis espaldas”, explica Juan Falú, mentor y anfitrión de este ciclo que, pese a los cambios, no ha extraviado su nombre: Lunas del Tucumán. La flexibilidad del coto, entonces, quedará validada hoy cuando el fino guitarrista de las zambas bellas y lentas coincida con un hombre nacido en Almagro: Raúl Carnota. Ambos, guitarristas, compositores y hurgadores todoterreno de las profundidades musicales camperas, ensamblarán miradas bajo la módica suma –detalle nada menor– de 25 pesos. “Será un gustazo para mí porque Raúl es claramente un artista fundamental y un creador que disparó una estética transparente, con anclajes en las fuentes y proa hacia los nuevos tiempos”, florea el sobrino de Eduardo, que prevé un encuentro “dividido” entre piezas a dúo, conversaciones en escena y solos individuales.

Tal como indica su pasado de cuatro años, Lunas del Tucumán se extenderá durante todos los primeros viernes de los próximos cinco meses: el 1º de julio, el también director del festival Guitarras del Mundo coincidirá con Roberto Calvo; el viernes 5 de agosto con Carlos Moscardini; el 2 de septiembre con el MJC Trío; el 7 de octubre con Ricardo Moyano y el 4 de noviembre con Leopoldo Deza y el dúo Rudi-Nini Flores. “El ciclo fue concebido como un encuentro del anfitrión con sus invitados, generalmente artistas con los que hubo alguna comunicación, sea por encuentros musicales o por simples afinidades y lo que hay para resaltar es que la improvisación está en un lugar protagónico cuando, precisamente, anfitrión e invitado se encuentran”, describe Falú, acerca de los ejes de una propuesta caracterizada, según cantan los antecedentes, por la espontaneidad del tocar “aquí y ahora”. “Por suerte soy bien tucumano, lo que para el caso sirve no sé si para que estas lunas sean llenas o eclipsadas –se ríe Falú–, pero lo cierto es que siguen siendo diálogos informales, muy musicales pero sin retacear la palabra, la apreciación conceptuosa o el sentido crítico.”