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Martes, 6 de septiembre de 2011

MUSICA › GUILLERMO DI PIETRO GRABó VERSIONES DE TEMAS DE FITO PáEZ

Fragmentos que se encadenan

Ríos que dan al mar es el tercer disco en que el pianista cordobés aborda canciones de grandes del rock argentino: antes lo había hecho con Luis Alberto Spinetta y Charly García. “Me gustaría que el resultado sea un reflejo de lo que soy yo como músico”, afirma.

 Por Cristian Vitale

Cuando a Guillermo Di Pietro, singular pianista cordobés, le dio por transcribir gemas de Luis Alberto Spinetta al piano, sabía del riesgo: no era fácil extirparle la poesía a la poesía y encima reducir un conjunto de instrumentos a uno. Igual lo hizo y resultó su primer cordobazo musical. Lo llamó Variaciones sobre Spinetta y desnudó en él diez versiones de un universo estético único. Dos años después, le llegó el turno a Charly García. Desarma y sangra fueron 17 temas de las diferentes épocas, formaciones y encares del músico, desde Sui Generis hasta la larga etapa solista, que Di Pietro definió como “una obra construida de pequeños fragmentos que se van encadenando”. Hoy, a cuatro años de la primera íntima gesta musical y a dos de la segunda, llega la pata que faltaba: Fito Páez. “La verdad es que estar grabando estos discos a partir de la música de ellos tres, que sean de solo piano y hacerlo con total libertad estética es estar cumpliendo, digamos, una especie de sueño del pibe”, afirma el pianista en conversación telefónica con Página/12.

Ríos que dan al mar, que así se llama el disco, contiene diez canciones del rosarino condensadas en el período 1983-1990: “Parte del aire”, “Giros” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón” están entre ellas. E implica la culminación de la primera etapa de un solitario proyecto de investigación y producción en formato solo piano sobre compositores argentinos de música popular contemporánea. “No puedo pensar los tres discos aislados. Si se los escucha completos, hay un relato con un comienzo, un desarrollo y un final”, define, mientras engloba cada pieza bajo el concepto de “recomposición”. “Siento que lo que hago son composiciones propias de temas ajenos. Es algo que le escuché decir a Liliana Herrero alguna vez y en seguida sentí resonancia con esa idea. Me gustaría que el resultado sea un reflejo de lo que soy yo como músico.”

–¿Qué ganan y qué pierden esas versiones tan completas cuando se las pasa al piano pelado?

–Pierden la voz de sus autores, las letras, el carisma de ellos, que en todos los casos no son asuntos menores. En términos objetivos, me gustaría que se vea que estas canciones son un material extraordinario para poder ir hacia los lugares que uno quiera. El título del último disco va en esa dirección. Además de ser una línea de una canción de Fito, la utilicé como metáfora musical. Son músicas muy generosas que te abren puertas para ir a otras músicas. Como no tengo necesidad de pertenecer a ningún género, me permito probar con muchas ideas de distintas tradiciones musicales.

–Sin caer en una especie de “maniqueísmo de gustos”, ¿a quién de los tres disfrutó más al hacer las versiones?

–Intentar los cruces, descubrir las similitudes con otras obras o estilos, como el caso de “Durazno sangrando” con la “Gymnopedie” de Satie, de “Separata” con el Preludio de Chopin o de “Ciudad de pobres corazones” con el estilo yumbeado de Pugliese, pone los disfrutes en el mismo plano. Probar acordes o desvíos melódicos y que eso, a su vez, lleve hacia otros lados, son, para mí, formas de felicidad. Con Spinetta me pasaba que no entendía cómo con esas armonías aparentemente inconexas podía poner una melodía y armar una canción, entonces me estimulaba a trabajar con esa cosa rara. Con Charly, las sorpresas pasaban por encontrar que debajo de esa simpleza siempre aparecía una vuelta muy original que salía del molde y que me permitía ir hacia lugares insospechados a priori. Y en Fito era ir encontrando que todo eso que él dice que escuchó de chico (Jobim, Piazzolla, Los Beatles, los clásicos europeos, el jazz) está en su música y era un material extraordinario para fantasear con todas las posibilidades que me daba para explorar. Entonces, disfruté parejo de los tres.

En el caso de Páez, el pianista decidió cortar por lo sano: los cuatro primeros discos del rosarino, sellados a fuego en el alma de muchos, le aportaron un florido y fluido repertorio. Un recorte subjetivo y no apriorístico. “De hecho, probé canciones que llegan hasta cuatro o cinco años más, como también pasó con los otros discos. El grueso del repertorio que trabajo, en los tres discos, llega hasta mediados de los ’90, que es cuando yo era adolescente: ya sabemos que la música de esa etapa de la vida te marca para siempre. Además, es un repertorio que ya se puede mirar con cierta distancia. A la música reciente todavía hay que dejarla reposar un poco para ver qué hay ahí”, dice. En lo puntual, revela que “Giros” –una de las “recomposiciones” más logradas del disco– está hecha a partir de los Postangos de Gerardo Gandini. “Creo que la obra de Gandini logró abrir y destrabar cosas del tango que estaban cerradas, y a partir de ahí es un disparador muy importante para tomar como referencia en otras músicas”, dice. De “Dejaste ver tu corazón”, Di Pietro remarca que se dejó llevar, improvisando e improvisado, por la belleza melódica y armónica de la versión original, y de “Ciudad de pobres corazones”, cuya densidad parece subrayada con un fibrón rojo, que la respuesta la encontró vía Pugliese. “Me di cuenta de que su música, su orquesta, es, muchas veces, más heavy metal que la del rock que se autodenomina así. Y el riff de Fito tranquilamente podría haberlo hecho la orquesta de Pugliese en uno de sus tangos. En la introducción pongo citas a ‘La yumba’ que entran sin forzar nada. Si a eso lo tocás con guitarras eléctricas, entra en la versión rockera también. Es sorprendente.”

–¿Fue más “liviano” encarar a Páez o a García desde el piano que a Spinetta? A priori, ambos están más “familiarizados” con el instrumento que el Flaco.

–En mi caso, siento que fue al revés. Como Fito y Charly son pianistas, e incluso Fito es de hacer muy buenas versiones de sus propias canciones, me costó alejarme de ellos para no imitarlos. De hecho, una vez que sabía qué canciones iba a hacer, y durante el tiempo que me llevó trabajar con cada material, no escuché nada de sus shows para no tentarme con alguna idea de ellos. En cambio, con Spinetta, como la sonoridad de sus canciones no es pianística, de entrada el piano las lleva hacia otro lugar. Por eso me sentí más libre porque no tenía referencias tímbricas cercanas.

–Una vez habló de las sonoridades complejas de Spinetta y las “simples” de García. ¿Dónde ubicaría a Páez entre ambas franjas? ¿Es más “spinetteano” o más “charlista”?

–No sé. Hay maneras de arreglar los temas en él que se asemejan a Charly, pero no por eso su manera de componer es cercana. Hoy Fito no se parece a ninguno de los dos. Y creo que entre los tres nunca se parecieron demasiado. Justamente por eso son lo que son. Salvando algunos nombres propios más, todo lo demás se parece demasiado a alguien.

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Para Di Pietro, grabar sus tres discos de versiones es “una especie de sueño del pibe”.
 
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