MUSICA › RUBéN RADA PRESENTA HOY EN LA TRASTIENDA SU NUEVO DISCO INSTRUMENTAL
Con 54 años de trayectoria y temas como “Malísimo”, “Montevideo” o “La cumbia de Andrés” en su haber, quien fundó El Kinto con Mateo y fue parte de Tótem y Opa reivindica una producción que, en sus palabras, lo “representa como músico”.
› Por Diego Fischerman
Haber compuesto un tema llamado “Malísimo” ya es algo. Pero la cuestión se completa con el hecho de que esa pieza, grabada en 1977 por el legendario grupo Opa e incluida en Magic Time, su segundo disco, es, además, buenísima. No es el único dato acerca del talento de Rubén Rada. Humorista, imitador, crooner improbable, animador de espectáculos para niños, actor y hasta estrella de teleteatros, suele olvidarse de él lo más importante: se trata de un músico extraordinario. No sólo participó de algunos de los grupos más trascendentes del Uruguay, empezando por El Kinto, con Mateo, y por el notable Tótem, sino que algunas de las mejores canciones existentes son suyas, entre ellas esa fantástica “Cumbia de Andrés” que Milton Nascimento cantó en el disco Sentinela, con el nombre de “Tudo”. Su nuevo disco, Confidence. Rada instrumental, pone en evidencia su valor como músico. El lo define como “un álbum de canciones, pero instrumentales”. Y hoy a las 21 lo presenta en vivo en La Trastienda (Balcarce 460) con el mismo grupo del disco donde, entre otros, aparece uno de los viejos compañeros de ruta: el notable baterista Osvaldo Fattoruso.
“Abusé de la variedad –dice Rada en una conversación con Página/12–. Y hay un momento donde la gente ya no sabe quién es uno. A mí me resulta fácil ir de un lado al otro y me divierte, pero de lo que por ahí no me di cuenta es de que después, en algún momento, se paga el precio. Hay otras cosas de las que soy muy consciente. Yo quería quedarme en Uruguay y, para hacerlo, necesitaba hacer discos que vendieran. Y eso hice. Me compré una casa, que nunca había tenido.” Rada canta: “Cuando yo me muera...” Y dice: “Esa la cantan en las canchas. Yo no podía mantenerme en Uruguay y ahora puedo”. Pero su disco con el nuevo grupo, bautizado Confidence, es otra cosa. “Lo escuchás y te levantás contento –dice–. Y tocan unos músicos fantásticos.” El elenco incluye, además de a Fattoruso, a Gerardo Alonso en bajo, a Gustavo Montemurro en piano, teclados y arreglos, Miguel Leal en trompeta, Santiago Gutiérrez en saxo, Matías Rada en guitarra y voz y Artigas Leal en trombón. Allí, como en la fundante canción “Las manzanas”, uno de los grandes éxitos de los sesenta, como en Opa y Tótem, aparecen pies rítmicos de candombe (en temas como “Mombe”, por ejemplo) pero, también, una especie de extraño lirismo a go-go en “Solymar Beach” y, sobre todo, un cierto espíritu vocal. Más allá de que en este caso no haya letras –aunque sí algunas palabras, de vez en cuando– las melodías parecen hechas para la voz. “Es que primero las canto –dice Rada–. Y puedo cantar incluso los acordes arpegiados aunque no sepa cómo se llaman ni cómo se tocan.” Efectivamente los canta y cuenta que así es como compone sus temas y así es como vieron la luz “Montevideo” o “Muy lejos te vas”.
“Desde Black (de 1998), yo no grababa un disco que tuviera temas que me representaran como músico”, explica. Sabe, y acepta, que la vastedad de lo que ha abarcado hace difícil que algo lo represente por completo. Habla de las letras. Y de los comienzos. Y compara el primer rock uruguayo con el argentino. “En Uruguay se tocaba muy bien, había muchos músicos que venían del jazz. Y las letras eran buenas, creo. En ‘Dedos’, por ejemplo, se hablaba de la dictadura con inteligencia: ‘Dedos son dedos, días son días/ madres son madres, hijos son crías/ los pensamientos, son todos míos/ pero mi lengua, ya no es tan mía./ Si plantas rosas, crecen sandías./ Si esperas coche, pasan tranvías./ Así es mi tierra, que se resfría/ y está engripada, de hace mil días’ (Rada lo canta, por supuesto). Me parece que hice cosas buenas, y tengo toda la música en la cabeza. Pero, por algún motivo, cuando me preguntan por mí, siempre hablo de los otros. Digo que toqué con los Fattoruso o con Mateo. Que aprendí escuchando a Ray Charles. Si me preguntan por el Grammy (que recibirá en noviembre en reconocimiento a toda su trayectoria) agradezco a los músicos que me acompañaron y que hicieron posible esa música. Pero es cierto, ¿no? En todos esos grupos buenísimos, como Opa, también estuve yo.”
De los primeros años con los Fattoruso recuerda que, cuando llegó a Buenos Aires, tuvo “mala suerte”. El tocaba la batería con los Shakers, en los ensayos. “Y el Hugo me trajo acá para que cantara con ellos –cuenta–. Rota, que era el que manejaba la Odeón, les dijo que si la onda era tipo Los Beatles, yo no iba. Un negro no tenía nada que hacer allí. Así que empecé a actuar cantando en italiano, o en portugués, lo que viniera. ‘O capito que ti amo’, esas cosas. O tangos de Gardel. Y nadie sabía dónde ponerme. Hice una prueba en Odeón pero me ganó Yaco Monti con eso de ‘qué tienen tus ojos’. Y ahí me vuelvo para atrás, de nuevo. Regreso a Montevideo y ahí me hago fuerte como actor cómico y, después, lo del candombe beat, con Mateo. Y la verdad es que nosotros estábamos con la guitarrita y el tamborcito y lo que estaba de moda era otra cosa, así que nos echaban de todos lados. A veces me preguntan si yo soy consciente de que soy un creador y de que esa música fue importante. Pero la verdad es que cantábamos lo que sabíamos y lo que nos salía. Y al principio nos iba bastante mal, por otra parte. Lo que pasa es que con el tiempo, los que se iban del país y se hacían solistas empezaban a valorar y mandaban cartas: ‘Negro, no sabés cómo extrañamos tu música, perdoná por todo lo que te puteamos, fuiste un genio’. El Hugo me dijo una vez que yo había sido un adelantado, que mientras ellos jugaban a los Beatles yo estaba haciendo una música uruguaya. Pero todo eso se ve de lejos. De cerca, tratábamos de hacer música, nada más. Nos juntábamos con Urbano y con Mateo y cantábamos.”
Gran parte de la trayectoria de Rubén Rada tuvo lugar en Buenos Aires. “Lo mejor de mi carrera siempre tuvo que ver con las bandas”, afirma. Y, en efecto, uno de sus grupos más recordados se llamaba precisamente así, La Banda. Allí estaban el pianista Jorge Navarro, Bernardo Baraj, Beny Izaguirre, Luis Cerávolo y Ricardo Sanz. “En la banda estoy contenido. Hay un estilo, que es lo que cuesta encontrar cuando ando solo. Cuando toco por mi cuenta pongo ‘Montevideo’ y cualquier otra cosa, porque quiero mostrar todo lo que soy. Y ahí es donde se complica la cosa, porque la gente pierde el rumbo de Rada. Pero ahora ya lo saben. Ya saben que toco lo que quiero y que puedo hacer cualquier cosa. No fabrico discos correctamente. No me sale pensar ‘ahora voy a hacer un disco de rock’n’ roll y mantener ese estilo. No funciono de esa manera. De hecho ahora estoy haciendo un disco con candombes, dedicado sólo a eso, arreglados y tocados por distintos músicos. Lo voy a grabar en Uruguay. Y me interesa muchísimo, pero me lo tengo que imponer, no es algo que me salga naturalmente.” Los tíos tenían una comparsa y allí cantó cuando tenía diez años y ganó un premio como el mejor artista del carnaval. Esa fue una de sus fuentes. “Pero no tocaba, no todavía, porque mis tíos eran del barrio de Palermo y ahí son todos buenos. Recién a los 20 años me dejaron colgarme el tambor. Me dijeron: ‘Agarre’. Y entonces empecé a tocar. Treinta cuadras ida y vuelta. Quedaban las manos destrozadas.”
Los otros aprendizajes llegaban por la radio. “De niño, Antonio Tormo –recuerda–. Gardel, por supuesto. Me levantaba escuchando a Gardel. Después, Alberto Castillo. Y Jorge Negrete, y Dorival Caymmi. El jazz. Y del rock, sobre todo el rock’n’roll y el soul: Chuck Berry, Little Richard. Un día, Ringo Thielmann, que después sería el bajista de Opa, me hizo escuchar a Ray Charles. Y eso me cambió la cabeza. Eso y ‘Love Me Do’ de los Beatles. Ahí empecé a componer. Yo era cantante. Y, sobre todo, imitador de cantantes. Pero no componía. Lo primero que hice fue una canción para una novia, me acuerdo la letra. Era una vergüenza. ‘Tú me comprendiste, sé que me quisiste.’ Un desastre. El Ringo me corregía las letras, no sé cómo me animaba.” Rada resume su árbol genealógico “con tres ídolos: Gardel, Ray Charles y los Beatles”. Dice que después escuchó a Sinatra y, más tarde, gracias a Cacho de la Cruz, a Charlie Parker y Sonny Rollins. Lleva 54 años de carrera y tiene 68 cumplidos. Y dice que, en todo este tiempo, “hay algo que cambió para peor; se perdió el misterio de la música”. Cuenta que “antes, cuando salía un disco, uno lo escuchaba y escuchaba; ahora, lo que pasa es que todos son niños malcriados. Se tiene al alcance todo y se lo valora poco. Es muy difícil ser curioso cuando se lo tiene todo”.
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