Sábado, 4 de agosto de 2012 | Hoy
MUSICA › LEON GIECO PRESENTO MUNDO ALAS EN ITALIA Y VISITO LA TIERRA DE SUS BISABUELOS
En el festival Isola del Cinema, el santafesino mostró la road movie que compartió con artistas discapacitados y el éxito fue tal que los organizadores debieron volver a programarla para mañana, a pedido del público que no pudo entrar a verla.
Por Elena Llorente
Desde Roma
Menos conocido en Italia de lo que se merecería después de haber cantado con personajes como Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Bono, Peter Gabriel y muchos otros, León Gieco hizo su primer concierto en Roma para presentar su documental Mundo Alas, del que es protagonista y uno de los directores. Y fue un rotundo éxito, obligando a los organizadores a repetir la presentación, completamente fuera de programa, el próximo domingo, a causa de los cientos de personas que se quedaron sin entrar.
Con una remera de las Madres de Plaza de Mayo, y empuñando su guitarra y su armónica, Gieco se llevó los aplausos y las lágrimas del público, que el miércoles lo homenajeó de pie varios minutos y varias veces, en el cine al aire libre de la Isola Tiberina, la única isla sobre el Tíber, el río que divide la capital italiana en dos. La isla, que en uno de los extremos tiene un hospital, en el otro adquiere vida propia durante el verano, dando lugar al festival Isola del Cinema, pero también a restaurantes y bares abiertos hasta la madrugada. Desde esas mesas se puede sentir el correr del agua casi al lado y ver desde una perspectiva completamente diferente el Puente Garibaldi, el tradicional barrio de Trastevere y hasta la cúpula de la Basílica de San Pedro.
El público se sintió realmente emocionado y así lo confesó no sólo el conductor del espectáculo sino muchos de los que se acercaron a saludar al artista, con Mundo Alas –coproducido, entre otros, por Página/12–, un documental o road movie que se fue filmando mientras Gieco y un grupo de discapacitados, amantes de la música, de la pintura, de la danza, de la fotografía y de la filmación, hacían una gira por distintas ciudades de la Argentina. Como no sabía cómo filmar, contó el santafesino en la presentación, pidió la ayuda de otros dos directores, Fernando Molnar y Sebastián Schindel, que firman con él la dirección de la película. Pero en los títulos, donde aparece la lista de los artistas, Gieco es el último, detalle que no pasó inadvertido y según algunos habla muy bien de él.
En el micro donde viajaban, Gieco ayudaba a los jóvenes discapacitados a componer, a escribir canciones, a mejorar la voz y el modo de tocar. Del grupo forman parte los cantantes Carina Espina, ciega; el puntano Maxi Lemos y Pancho Chévez, este último sin piernas ni brazos y que también toca la armónica; un grupo de bailarines de la compañía Amar, todos con síndrome de Down, que bailan apasionadamente el tango; Demián Frontera, que hace danza moderna sentado en una silla de ruedas; Carlos Sosa y Antonella Semaan, ambos pintores sin brazos, y Alejandro David, guitarrista con hidrocefalia, entre otros.
Gieco contó de Pancho Chévez una anécdota relativa a Roma. Cuando el papa Juan Pablo II estuvo en la Argentina en 1989, Pancho quería verlo a toda costa y de cerca. Se hizo vestir de blanco y a la persona que lo llevaba en brazos, y en ocasión de un encuentro con los católicos, logró llegar, sin invitación ni acreditación alguna, hasta el mismo Pontífice, que lo recibió en sus brazos. “Pancho siempre bromeaba, diciéndoles a sus compañeros de viaje: ‘A ver, ¿quién de ustedes jamás estuvo en brazos de un santo?’”.
Gieco había pensado pasar por Roma camino a Israel, donde tenía programados algunos conciertos. “Pero lo de Israel se postergó para octubre, y como yo de todas maneras iba a venir a Italia para conocer Turín, de donde es mi familia, les ofrecí a las dos ONG argentinas que organizaron la presentación, Mirando al Sur y Proyecto Sur, que pasaran la película”, contó a Página/12. Antes estuvo con su esposa en San Petersburgo y en Kiev, donde dice que irá a presentar también Mundo Alas.
El cantante le dedicó el concierto a su amigo Osvaldo Lavalle, un argentino que vive en Roma, y quien lo hospedó y ayudó cuando en 1978 tuvo que escapar de la Argentina porque lo perseguía la dictadura militar. Y se lanzó interpretando algunas de las más bellas y famosas canciones de su amplio repertorio, de cerca de 400, como “Sólo le pido a Dios”, “Como la cigarra”, “El fantasma de Canterville”, “El país de la libertad”, entre otras, y una de su último CD, El desembarco.
Cuando llegó a Italia hace algunos días, su objetivo era conocer Carignano, provincia de Turín (norte de Italia), de donde salieron sus bisabuelos en dirección a la Argentina. “Está la casa todavía y vive una señora de apellido Gieco, posiblemente una familiar, pero ella no supo darme muchos otros datos –contó–. La casa está remodelada, pero conserva una parte antigua. Desde allí partieron mis bisabuelos y contribuyeron a crear el árbol genealógico de los Gieco en la Argentina, que son unos cuantos. Le dije a la señora quién era, y le dejé videos y discos míos. Ella comentó que sabía de la existencia de un Gieco famoso en la Argentina.”
Para los hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes, volver al pueblo de sus antepasados, respirar el aire y los perfumes de esas tierras, tal vez descubrir parentescos o recuerdos comunes, es una sensación que llena el alma, como que finalmente se puede cerrar el capítulo del “pasado desconocido”. Les pasa mucho a los argentinos que buscan sus raíces en España o Italia. “Conocer este lugar, ver la casa de mis bisabuelos, fue muy importante para mí; fue increíble –comentó Gieco–. También visitamos el cementerio y allí encontramos los mismos apellidos que hay en mi pueblo. ¡Parecía el cementerio de Cañada Rosquín, en Santa Fe!” ¿Escribirá el cantante una canción sobre la visita? “No sé, vamos a ver”, se desmarca... por ahora.
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