MUSICA › EL GENIAL GUITARRISTA RALPH TOWNER ACTUA HOY EN EL FESTIVAL DE JAZZ DE BUENOS AIRES
Maestro de maestros, el fundador del grupo Oregon protagonizará un encuentro abierto por la mañana, en el Centro Cultural Recoleta y, a la tarde, en La Usina del Arte, tocará solo y en dúo con el clarinetista Javier Girotto.
› Por Diego Fischerman
Es posible que no exista músico más influyente, y a la vez subterráneo, que el guitarrista Ralph Towner. Creadores como Egberto Gismonti reconocen deberle casi todo. Tocó en el segundo disco de Weather Report, I Sing the Body Electric, como invitado de Gismonti en el exquisito Sol do meio dia y en dúo con el vibrafonista Gary Burton en uno de los mejores discos imaginables, Matchbook. Y el grupo Oregon, creado en 1970 por él junto al oboísta Paul McCandless, el contrabajista Glen Moore y Collin Walcott en sitar y tablas, sigue siendo –a pesar de vulgatas y malas imitaciones demasiado cercanas a la new age– uno de los proyectos más originales y llenos de riqueza de la música artística de tradición popular de las últimas décadas.
Nacido en 1940, formado en la Universidad de Oregon y luego en Viena, con el guitarrista y laudista Karl Sheidt, en esa ciudad se ganaba la vida tocando jazz en el piano. En sus años universitarios conoció a Glen Moore y junto a él fue parte, a fines de los ’60, del Paul Winter Consort, un grupo donde coincidió con McCandless y Walcott y que, producido por el casi beatle George Martin, podía entrar o salir con absoluta fluidez en Bach, la bossa nova o el blues y, también, en temas del joven Towner como “Icarus”, una de las músicas de fondo que los astronautas llevaron a la luna en 1969 (y el motivo del bautismo de uno de sus cráteres). La carrera de Towner abarca, además de una notable discografía con Oregon –los cenitales Music of another Present Era, Distant Hills, Violin (con Zbigniew Seifert), Out of the Woods, In Concert y el reciente Family Tree, ya con Mark Walker en percusión, en lugar del fallecido Walcott–, un conjunto de álbumes solistas ejemplares para el sello ECM, entre los que se encuentran el mencionado Matchbook (1974) y su continuación Slide Show, de 1986, Trios / Solos (1972, donde aparecen los integrantes de Oregon pero nunca todos juntos), Batik (1978, con Eddie Gomez en contrabajo y Jack De Johnette en batería), los dos grabados en dúo con el contrabajista Gary Peacock, Oracle (1994) y A Closer View (1995), Chiaroscuro (2008, con el trompetista Paolo Fresu) y el genial Solo Concert (1979) posiblemente el primer gran disco a solas, en guitarras de concierto y de doce cuerdas, de la historia del jazz y sus alrededores.
“Pienso que he logrado un cierto refinamiento en mi manera de tocar y componer”, dice Towner a Página/12, refiriéndose a su trayectoria. “La habilidad para contar una historia, en términos musicales, obviamente, parece llegar con la edad.” En Buenos Aires por segunda vez (la primera fue en 1996, cuando actuó junto a Oregon en esta ciudad y en Rosario), Towner protagonizará hoy a las 10, en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), un encuentro abierto moderado por la periodista Sandra de la Fuente. Y, también como parte del Festival de Jazz de Buenos Aires, actuará esta tarde, a partir de las 17, en La Usina de la Música (Pedro de Mendoza y Agustín Caffarena). La actuación, luego de la del notable pianista Kirk Lightsey, tendrá dos partes, una a solas y otra en dúo con el clarinetista y saxofonista Javier Girotto, un argentino radicado desde hace años en Roma. El estilo único de Javier me lleva en una dirección nueva, donde cada uno de nosotros tiene espacio para construir una música personal que aprovecha todas nuestras experiencias combinadas”, explica. “El concierto estará basado íntegramente por composiciones mías, que encuentran nueva vida con su esclarecida mirada”.
–En los últimos años, ha elegido formatos pequeños, y sobre todo dúos, como con Gary Peacock, Paolo Fresu o éste con Javier Girotto.
–Los dúos son, realmente, mi formato preferido. Tienen la excitación de hacer música en grupo pero, al mismo tiempo, con las responsabilidades de la interpretación solista.
–Además de fundar un estilo en la guitarra de concierto, usted le dio un lugar musical nuevo, también, a la guitarra de doce cuerdas. ¿Qué fue lo que lo atrajo de ese instrumento?
–En 1970 aparecía en algunas de las músicas populares que se relacionaba con el folk, como Joni Mitchell, por ejemplo. Yo, ese año, estaba trabajando con Paul Winter, quien me insistió para que la utilizara. Al principio me resistí, porque resultaba duro para las uñas de un guitarrista clásico. Mis uñas son muy fuertes, no obstante, y comencé a incluir en los conciertos unas improvisaciones libres, con reminiscencias renacentistas, y me fui interesando en esa cualidad como de clave que tenía el timbre de la guitarra de doce cuerdas tocada con los todos los dedos en lugar de con el plectro tradicional.
–Su lenguaje en el piano suena absolutamente único. Está allí el uso de la armonía de Bill Evans, tal vez, pero resulta difícil distinguir las fuentes. ¿Quiénes piensa que fueron sus maestros en ese instrumento?
–El trío de Bill Evans con Scott LaFaro en el contrabajo fue una revelación. También, las grabaciones tempranas de Nat King Cole y, luego, Ahmad Jamal. Realmente nunca se me hubiera ocurrido ser un pianista de jazz antes de escuchar a Bill Evans en 1961.
–En su último disco con Oregon, Family Tree, hay una dedicatoria a una suerte de árbol genealógico extendido. ¿Cuál es el suyo, como compositor?
–Compositores clásicos como Johann Sebastian Bach, Igor Stravinsky, Alban Berg, John Dowland y Anton Webern, entre muchos otros. Autores de canciones como George Gershwin, Antonio Carlos Jobim o Los Beatles.
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