Viernes, 1 de febrero de 2013 | Hoy
MUSICA › PRIMERA EDICIóN MARPLATENSE DEL MOVISTAR FREE MUSIC
Los chilenos de Gondwana convivieron con Brazilian Girls y El Cuarteto de Nos con Julieta Venegas, en la doble jornada realizada en el Paseo Hermitage. Unas 50 mil personas se congregaron en los mejores momentos.
Por Mario Yannoulas
Desde Mar del Plata
“¡Flaca! ¡Tirame un beso!” La primera edición marplatense del Movistar Free Music pasaba por su mejor momento artístico con Brazilian Girls, y aquel advenedizo prensado contra las vallas no se mostraba interesado en las canciones, sí en la inapelable sensualidad de la vocalista Sabina Siubba. Así son los festivales gratuitos playeros: mucha de la gente no acude; simplemente, cae. Por eso, y porque la baja exigencia del verano se traduce en romances finitos o hits improbables, se puede pensar que con poco alcanza. Pero el mercado crece, la competencia está filosa, entonces las marcas de telecomunicaciones, interesadas en el segmento joven, apuran la jugada con espectáculos de libre acceso cada vez mejor producidos.
En este caso se apostó por dos fechas consecutivas –martes y miércoles–, con un menú misceláneo de bandas que incluyó un par de números principales por noche, más la presentación de una banda local cada vez. Fue así que los reggaeros chilenos de Gondwana convivieron con Brazilian Girls, y El Cuarteto de Nos con Julieta Venegas –según la organización, estos últimos juntaron unas 50 mil personas–, en un marco prolijo para una atrayente puesta en escena y un muy buen sonido. Datos no menores al tratarse de un festival de orientación popular.
“Qué lindo tocar a diez cuadras de casa; vamos que no se larga”, festejó Mingo Tambourindeguy, cantante de la agrupación local de reggae Ron Damón. Durante la tarde-noche del martes, el Paseo Hermitage –con el Hotel Provincial, el mar, el Torreón y la Peralta Ramos como puntos cardinales– estaba a la merced de un cielo amenazante. La posibilidad de hostilidad climática se sumó a la promesa de un nuevo superclásico de verano para conspirar contra la aglomeración de gente, que sin embargo se acercó en considerable cantidad para escuchar a Gondwana, banda con trayectoria de décadas que parece encontrar en la Argentina de esta época su caldo de cultivo: el del reggae melódico –romántico, a veces por demás–, que popularizara Dread Mar I hace pocos años. Así, y sin lugar para las casualidades, el ex Cafres y Mensajeros subió al escenario para cantar sobre el cierre del set. El público más ferviente, en su mayoría chicas sub 18 de compulsión fotográfica, festejó los noventa minutos –media hora más de lo estipulado– que empezaron con “Could you be loved”, de Bob Marley como anzuelo. “Antonia” y “Piénsame” instalaron un clima propio, que no se modificó hasta la porción experimental de “Tú y yo”.
La audiencia de Brazilian Girls se vio mermada tras el repliegue de los chilenos: era un poco tarde y empezaba el partido, sumado a que probablemente para muchos los neoyorquinos fuesen completos desconocidos. Los que se quedaron pudieron disfrutar de un show sobrio en las formas –casi íntimo–, pero intenso en el contenido, que invitó al baile, pero también a la imaginación, cosa poco sencilla de conseguir. El cuarteto tuvo beats inteligentes como columna, profundidad en los golpes de batería de Johnston y la inquietante voz de Sciubba, más las líneas disonantes de teclado, en las manos del argentino Didi Gutman, que desgarra la monotonía electrónica con yeites remendados de jazz y bossa nova. Al estilo de un Joy Division de intención bailable versión siglo XXI, recorrieron sus tres discos de estudio y adelantaron un esperanzador nuevo material. Con “Good Time” como carta de intención (“Sólo la queremos pasar bien todo el tiempo”) y “Pussy” como bis, cerraron una presentación magnífica para completar con el mar de fondo.
El clima ya no prometía hostilidad y había un par de platos fuertes: la jornada del miércoles fue la populosa. Los vendedores de bebidas hicieron negocio y la gente empezó a copar la costanera en lugares insólitos o a inventar palcos en los balcones. “Después de tantos años, es más difícil tocar en una sala vacía que ante miles de personas”, entregó el cantante Pato Duhalde antes de saltar a escena, y sonó ideal: Dios Los Cría, banda de culto y emblema del rock marplatense, terminó de representar muy bien a la ciudad con un show de alta potencia melódica. Poco después, a El Cuarteto de Nos le tocó desplegar sus hits –los que son y los que podrían ser– ante un público caliente durante una hora clavada de show. Desde “El hijo de Hernández” y la psicologista “Ya no sé qué hacer conmigo”, hasta el cierre con “Me amo”, la gente deliró en la explanada entre la Peralta Ramos y la arena, confirmando que el grupo atraviesa un pico de popularidad.
A Julieta Venegas la recibió entonces una audiencia masiva y encendida. Bien apoyada por su banda de multiinstrumentistas dedicados –hubo acordeón, oboe, xilofón y banjo, entre otros instrumentos–, la cantautora mexicana fue a lo seguro con una lista de temas de efectividad probada –“Amores platónicos”, “Limón y sal”, “Ilusión”, su versión de “Sin documentos”, “Me voy”– más un par de canciones de su próximo disco, Los momentos, que saldrá en marzo de este año. “Hoy vamos a grabar el videoclip del segundo corte de difusión, por ahí anda la cámara”, informó en referencia a “Te vi” que, al igual que “Tuve para dar” –primer single en ver la luz a través de iTunes–, evidencian el giro electrónico de la cantante, que deja a un lado así su característico tono silvestre parado entre el pop y la world music para probar nuevos horizontes. Saltaron los últimos flashes –Lolo, de Miranda!, que estaba entre el público, fue protagonista–, se replegaron reposeras y cayeron los últimos sorbos de fernet. Había que terminar de sacarle el jugo a la quincena.
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