Mar 12.02.2013
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MUSICA › ILLYA KURYAKI & THE VALDERRAMAS Y MOLOTOV, JUNTOS EN SALTA

“Como los Traveling Wilburys, pero hechos mierda”

La banda argentina y la mexicana participaron del Personal Fest Verano y, ya que estaban, aprovecharon para registrar –improvisando y con mucho humor– el video de “Madafaka”, la canción compartida que grabaron en el disco de regreso de IKV.

› Por Roque Casciero

Desde Salta

“No lo puedo creer”, dice el muchacho vestido con camiseta de fútbol. “Me estoy portando re mal y me pasan cada vez mejores cosas. Esto es un mensaje de la vida para que cambie, porque realmente es como vivir un sueño.” Mientras habla, unas cabezas parlantes asoman desde atrás de esos fondos pintados para que los turistas se saquen fotos “graciosas”. La particularidad es que son las de Emmanuel Horvilleur y Tito Fuentes, rapeando sus partes en “Madafaka”, la canción en la que confluyeron Illya Kuryaki & The Valderramas y Molotov. El “iluminado” por la situación es el dueño de estos fondos y de unos muñecos grotescos, y cobra un peso para sacarse fotos, justo en la entrada al teleférico San Bernardo (“En cima de todo”, reza el cartel), en Salta. En esa ciudad confluyeron la banda argentina y la mexicana para tocar en el Personal Fest Verano, gratis y ante más de 25 mil personas, y la oportunidad era más que propicia para que la canción que grabaron para el disco regreso de IKV, Chances, empezara a tener video propio. De ahí que Horvilleur y Fuentes estén rodeados por sus compañeros Dante Spinetta, Miky Huidobro, Paco Ayala y Randy Elbright, además de otros músicos y miembros de ambas crews. Y cada idea para las secuencias del clip que surge en un instante se materializa al siguiente, como si el flow del rapeo de la canción también fluyera en situaciones que a veces rozan el límite de lo inverosímil.

Es tarde de domingo y, como ya pasó la sagrada hora de la siesta, hay cola para subir al teleférico. El cerro Bola amaneció rodeado de nubes, pero la lluvia segura que eso significa para el salteño promedio sólo llegará a la noche. Para entonces, IKV y Molotov ya habrán volado a Córdoba, y Horvilleur tuiteará que está por entrar a ver Django sin cadenas junto a Rafael Arcaute, tecladista del grupo y productor de Chances. A esta hora, en cambio, el aplomo del sol norteño les da pelea a las nubes, mientras Dante Spinetta pide una guitarra para grabar la mímica del solo de la canción. De un puesto de artículos regionales le pasan una criolla usada, pero cuando el cantante pide permiso para cruzar enfrente, al paseo de compras San Martín, la dueña dice que no, que no hay caso. “¿Qué hacemos, boludo, la compramos?”, pregunta el músico. Cuando la da vuelta ve un cartel que dice “1000 pesos” y, claro, prefiere hacer su parte adentro de otro local.

“Es hasta ridículo que no lo hayamos hecho antes”, plantea Spinetta sobre la comunión de IKV con el cuarteto mexicano. “Por una cuestión generacional, al compartir shows hace tantos años, era una deuda pendiente a nivel artístico y algo súper fuerte. Era una sensación mutua que algo teníamos que hacer y seguramente será el principio de una relación. Creo que la gente también estaba esperando esta unión hace rato.” La idea les surgió a los Kuryaki mientras ensayaban para su gira de retorno, después de una década en la que Dante y Emmanuel Horvilleur hicieron caminos separados. “Cuando apareció la melodía de ‘Madafaka’, con Emma nos dijimos ‘esta canción es para que esté Molotov’. Les escribimos a los pibes y la hicimos, estuvo buenísimo”, sigue Spinetta.

“Aparte de ser amigos y de que nos gusta mucho lo que hacen, los Kuryaki y Molotov somos bandas que hemos aprendido y crecido juntas”, toma la palabra Paco Ayala. “Entonces, si sabes que está de regreso una banda que te gusta, de gente que sabes que tiene mucho talento, sientes que hay unos compadres otra vez en el mismo camino, para darle. Por eso, cuando nos llegó la invitación para grabar juntos tardamos un segundo en responder. Ya está, cuando sea lo hacemos.” “Nosotros ya teníamos la melodía y la idea del Madafaka –recuerda Horvilleur–, pero la identidad del personaje después se la dio cada uno en la rapeada, que fue propia de cada uno. El día que fuimos al estudio de Molotov en el DF fue linda la situación de verlo como de afuera, porque cada uno escuchó la parte y se fue con su teléfono o lo que fuera a un rincón a escribir. Ninguno interactuó con el resto, así que el Madafaka es como una entidad que se armó por separado.” Randy Elbright, batero de Molotov, recuerda que después de escuchar el ritmo del track instrumental, “cada quien empezó a cantar el flow para hacerlo cuajar en el beat”. “De hecho, entre todos los versos hay flows muy distintos. Todos tuvieron sus versos en 45 minutos y ya estábamos grabando. La grabación también fue muy buena, porque nosotros veníamos de estar en el estudio componiendo y me imagino que también estaba bastante fresco lo que ellos venían haciendo, entonces hubo muy buena química y muy rápido, fue todo muy eficiente.” Y Horvilleur remata: “Somos una especie de Traveling Wilburys, pero hechos mierda”.

Es momento de cruzar la calle, para unas tomas de los seis músicos –más Matías Rada, el guitarrista uruguayo con aspecto de montaña humana que toca en IKV– cruzando al ritmo de la canción el Paseo San Martín. Se trata de la típica doble hilera de puestos en los que se consiguen desde mates y aguayos (alfombras multicolores hechas en telar) hasta barbies de tercera marca, compilados de mp3 y pañales descartables. Esa clase de tianguis que también se encuentran fácil en México, como se dicen entre ellos los Molotov. Horvilleur sopla un corno autóctono mientras el resto emprende la marcha, como si se tratara de la conquista de un territorio hostil. Pero nada que ver: en los puestos todo el mundo está con el celular en la mano, documentando ese momento bizarro de su vida, y este cronista se convierte en fotógrafo a cada rato, ante los pedidos de los fans ansiosos por ese amontonamiento de píxeles que demuestren que ellos estuvieron ahí.

Cuando está por llegar su parte del playback, Miky Huidobro se tira al piso de uno de los puestos, con un vaso de cerveza que dice “Recuerdo de Salta” en cada mano, y hacia ahí van las camaritas digitales con las que se registra, de modo bien artesanal, el video de “Madafaka”. Se hacen dos tomas del trayecto por el Paseo San Martín y algunas imágenes al costado, frente a un lago artificial donde pocas parejas pedalean su aburrimiento dominguero en los botes de alquiler. Y en el momento en que todos están por volver a cruzar hacia el teleférico, para las tomas adentro de las cabinas, el bendito Madafaka se hace carne: un “samoano” al que la crew Kuryaki define como “el hermano salteño de Ricardo Iorio” sale de la nada, ostensiblemente beodo, y empieza a increpar a los músicos. Los saluda de un modo entre amistoso y violento, proponiendo unos choques de puños que delatan sus deseos de pelea, e impone su participación en el video con un “rapeo” en el que solamente hay insultos repetidos hasta la exasperación. Cuando parece que el hombre se calmó y todos están cruzando, se la agarra con Rada, justo el más grandote, quien lo mira con paz zen y sonríe.

“No sé cómo salió que la canción fuera sobre un Madafaka, pero era la sensación que nos daba el riff: es ese hijo de puta que aparece, como apareció ese samoano endemoniado. Eso aparece, solamente hay que reconocerlo”, suelta Spinetta. “Motherfucker”, la palabreja cuya deformación fonética derivó en el nombre del tema compartido por IKV y Molotov, es uno de los peores insultos del idioma inglés, acepta Randy “El Gringo Loco” Elbright, que nació en Michigan. “Casi que al Molo no le pega el espanglish, ¿no?”, se ríe. “Es una de esas frases universales: aunque venga del inglés, todo el mundo lo entiende y entiende pa’que se usa. Pero en la calle hay palabras que entre amigos se han suavizado, ¿no?, y ésta es una. En confianza no hay tanto problema.”

Más tarde, en el hotel en el que se alojan ambas bandas, Paco Ayala recordará de dónde salió la inspiración para su parte en la canción: “Lo que hice fue pensar en un personaje. Si lo ves desde la parte musical, los Madafakas pueden ser los empresarios de los shows, los managers, las bandas o las compañías discográficas... Como que hay un personaje diabólico ahí que en algún momento te vio la cara, ¿no? A lo mejor no es uno en específico, pero puedes hablar de eso”. Según Dante, hay una influencia compartida clave que devino en la creación del Madafaka: Cheech & Chong, los fumones cinematográficos que en los ’70 protagonizaron Richard “Cheech” Marin y Tommy Chong. “Esa es la verdad de la cosa”, afirma el músico.

Mientras se hacen los preparativos para grabar las tomas en la base del teleférico –se desechó la idea de subir al cerro porque no entran todos en la misma cabina–, el baterista recuerda cómo fue que IKV y Molotov se vieron las caras por primera vez: “Fue en México DF, en el ’96, estábamos abriéndoles a ellos en el Teatro Metropolitan, nosotros todavía no teníamos disco. Y aunque por ahí dejamos de vernos, cuando nos juntamos es como si no hubiera pasado el tiempo”. Sigue Dante Spinetta: “Nos dijeron que había dos bandas que querían abrir el show, que eran Control Machete y Molotov, y cuando nos mostraron el material dijimos ‘sí, de una, está buenísimo’. Y cuando los escuchamos tocar, dijimos ‘estos pibes van a llegar re lejos’, porque eran re asesinos, tenían una energía terrible. Eso fue el principio de un montón de giras que hicimos por todos lados. Y cada vez que nos veíamos, nos divertíamos, así que es como ridículo no haberlo hecho antes...”

“Hay miles de recuerdos”, continúa Spinetta. “Una vez, creo que fue en el ’97, nosotros estábamos mezclando Versus y ellos y Control Machete estaban terminando sus discos debut, y nos encontramos las tres bandas en el Magic Castle Hotel de Los Angeles. Nos metimos todos en un cuarto, nos fumancheamos, quedamos re locos todos y escuchamos los tres discos. Se armó una tremenda... Después, en los ’90, hicimos un montón de giras y en un momento llegamos a hacer un solo show de Molochete & The Valderramas, que eran Control Machete, Molotov e Illya Kuryaki. Esa idea estaba buenísima. Ahora estamos encontrándonos con los Molotov en un montón de festivales y ‘Madafaka’ explota, es la materialización de una sensación que teníamos hace rato. Y con este video que estamos haciendo, va a ser una deformidad... Estamos filmando también en el escenario, en los hoteles, en cualquier lado, y en Cosquín vamos a seguir. De alguna manera, los mundos Molotov y Kuryaki generan una especie de nueva bomba: la bomba Madafaka.”

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