MUSICA › EL DUO COPLANACU TRAE SU PEÑA DE LOS COPLA A CIUDAD CULTURAL KONEX
Los santiagueños empezaron con su peña en Cosquín, donde le abrieron la puerta a la parte del folklore que no podía acceder a la plaza, y más tarde la hicieron itinerante. Hoy compartirán el escenario porteño con Arbolito y Gustavo Chazarreta.
› Por Sergio Sánchez
El Dúo Coplanacu cita a Página/12 en El Revolucionario, un bar que tiene más pinta de nostálgico que de rebelde. De fondo suena una música conocida: Momo Sampler, quizás el disco más resistido por el público ricotero. Pero, ¿qué tiene que ver Patricio Rey con el dúo santiagueño? Para Roberto Cantos es un link directo: “Hace muchos años, nos han dicho que éramos ‘los Redonditos del folklore’”. Y Julio Paz no deja pasar la ocasión para meter un chiste: “Ahora sí estamos realmente redonditos”, bromea, mientras se toca la panza. Más allá de la humorada, la relación tenía que ver con el espíritu autogestivo que siempre los caracterizó y por haber incorporado a su repertorio canciones de músicos populares ligados al rock, como “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez. Con esa misma visión rupturista, dejaron en Cosquín una huella imborrable: la Peña de Los Copla, un espacio alternativo que desde 2011 no se realiza en esa ciudad cordobesa pero que sigue deambulando por todo el país. De hecho, hoy a la medianoche la peña traerá su magia folklórica a Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). Esta vez, el dúo compartirá escenario con Arbolito y Gustavo Chazarreta.
Para estos santiagueños anclados en Córdoba, hace rato que no es un riesgo venir a tocar a un escenario porteño. De hecho, durante la última década se construyó un terreno fértil para la música folklórica argentina y de la región. “Venir a Buenos Aires es más bien un gustazo –enfatiza Paz–. Nos encontramos con gente que nos sigue hace años en festivales. Hay una movida folklórica joven muy fuerte. De hecho, la gente que hace 17 años empezó a ir a la peña ahora ya tiene como 40; pero igual viene, con sus hijos y parejas. Además, hay una camada joven que tiene el mismo espíritu. Nosotros nos apoyamos en esa gente para hacer este tipo de movida.” De todas formas, para ellos Buenos Aires nunca fue una prioridad. Es decir, siempre abrieron el abanico. “Es natural venir a Buenos Aires a tocar –dice Cantos–. Cuando empezamos a hacer la peña en Cosquín se nos fue generando un sueño muy ambicioso: hacerla itinerante. Lo pudimos hacer en algunas ocasiones en Córdoba, en Santiago y en otros lados. Es ambicioso porque hay que mover una infraestructura grande. El espíritu de la peña es el mismo en todos lados.”
–¿Qué sucede con la peña en Buenos Aires?
Julio Paz: –Aquí hay un pedazo de Santiago, Córdoba, Salta... En la ciudad de Buenos Aires hay una confluencia de todas las regiones que es muy interesante. Quizá vas a provincia y hay “santiagueñadas”. De hecho, creo que en Berisso y La Plata hay más santiagueños que en Santiago. A nosotros nos llamó mucho la atención el circuito de la cumbia y el folklore. En la peña Campo Santiagueño, en González Catán, conviven un paisano con sombrero y grupos de cumbia. Se reúnen miles de personas todos los domingos ahí.
Roberto Cantos: –Más allá del público provinciano, en Capital tenemos un vínculo muy lindo. A la gente le gusta y le llega mucho el folklore. Los músicos porteños que hacen folklore tienen su propia estética y eso se nota, por ejemplo, en la obra del Chango Farías Gómez y Raúl Carnota. Tienen mucha vigencia.
La Peña de Los Copla, sin duda, es un emblema en el campo del folklore. Durante los quince años que se realizó en Cosquín, supo cobijar en un mismo lugar a músicos de diferentes generaciones y hasta de otros géneros musicales. Dice Paz: “Hay algo muy lindo que está pasando en todo el país: naturalmente se han borrado las fronteras. Un músico ahora tiene la posibilidad de transitar por el rock y el folklore sin ningún pasaje abrupto. El rock argentino ya es como un género regional, un sonido que es de aquí. Siempre cuando uno pasa una frontera se enriquece. El Cuchi Leguizamón, por ejemplo, renovó cuando le clavó al folklore acordes del jazz y la música brasileña. Y también renovaron MPA, el Chango Farías Gómez, Peteco Carabajal, Antonio Tarragó Ros y muchos otros. Siempre hubo cambios y renovación”.
–¿Qué fue lo mejor que sucedió en la Peña de Los Copla?
R. C.: –Destacaría dos cosas. La cantidad de músicos talentosos de todo el país que se acercaron a la peña y el espíritu del público. En la peña bailaba todo el mundo, el que sabía y el que no. Son las dos cosas que han caracterizado y jerarquizado a la peña.
J. P.: –Lo más jugoso ha sido el intercambio que hubo de músicos y públicos de todas las regiones del país. Ahí se han conocido grupos, se han armado otros y también se han proyectado muchos músicos. Y también hemos tenido la suerte de que tocaran músicos como Pedro Aznar, Raúl Carnota, Peteco Carabajal, Liliana Herrero, Luis Salinas y muchos otros. Que esos artistas se amalgamen con la gente ha sido maravilloso. Ellos se han ido muy impresionados por la cercanía y la participación del público. Una cercanía linda y respetuosa, no cholula. Siempre se propició la horizontalidad y se respetaron a rajatabla los espacios y tiempos de cada artista. La música siempre estuvo primero.
–¿Por qué discontinuaron la peña en Cosquín?
J. P.: –Porque cumplió un ciclo. Cumplió, de alguna forma, el objetivo inicial: promover un espacio para las propuestas alternativas, que no podían estar en el festival por cuestión de programación o por lo que fuere. Para nosotros ha sido un placer hacerla. Pero vimos que había otros lugares que proponían también lo mismo y que ya no había tantas restricciones para participar del festival, sino que hubo una apertura. Y también hubo un factor económico: nunca nos manejamos con sponsor ni nada, sino a pulmón. Y nos costaba hacerla.
R. C.: –Cambió mucho el festival. Ahora la gente se queda en la plaza hasta las seis de la mañana y las entradas son más accesibles. Todo conspiró para que nosotros tengamos que tomar esa decisión. Lo que no significa que no vayamos más a las peñas de Cosquín. Pero esa propuesta ha cumplido su ciclo.
El Dúo Coplanacu hoy es más que “dos voces afinadas, guitarra, bombo y violín”. Paz y Cantos se consolidaron como difusores del folklore y se convirtieron en una referencia ineludible para las nuevas generaciones. Sin embargo, ellos se sienten más “compañeros de ruta” que referentes. “Para nosotros es medio complejo sentirnos referentes, porque seguimos en pleno camino –sostiene Cantos–. Lo que sí tenemos es una gran complicidad con todos los músicos, con los grandes y los jóvenes. Siempre tratamos de tener una actitud contenedora porque sabemos de qué se trata, porque tenemos más experiencia. Pero esto de ser referentes, en el sentido de plantear un molde, no nos interesa mucho.”
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