No era la primera vez que tocaban juntos, claro, pero aquellas dos noches de septiembre de 2007 en La Trastienda fueron las primeras en que se anunciaron como tales: dos Malosetti en uno; o un Malosetti por dos, da igual. Inolvidables veladas en las que Walter y su hijo Javier, un rato acompañados por Pepi Taveira, otro por Oscar Giunta, entretejieron standards, mimos y generaciones. Se pasearon, entre otros, por Shelton Brooks (“Some of these Days”), por Gerald Marks (“All of me”), por Joe Pass (“G-Blues”) o por Jim Hall, con el tema homenaje que éste le compuso al Malosetti mayor, “Blues for Walter”. Fueron dos horas multiplicadas por tres (hubo otro show en octubre), al cabo, las que transformaron aquella primavera en un hecho familiar extensivo. Un regalito para los amigos. “Había tanta gente que parecía que tocaba Queen”, se ríe Javier, casi seis años después y con su padre fallecido en el crepúsculo de julio, a los 82 años. Por eso, a modo de tributo, hoy a las 19 brindará junto a su nueva agrupación JM4 un show –con entrada libre y gratuita– en el marco del ciclo Jazz & Blues Entrá, organizado por la TV Pública. “Voy a tocar la lista que tocamos siempre, porque a mi viejo le gustaría escuchar eso, y no ‘Té para dos’ o ‘Las hojas muertas’. Le voy a hacer un homenaje con mi música”, anuncia Javier, sobre la segunda fecha del ciclo que comenzó el sábado pasado con Luis Salinas, y proseguirá el 24 y el 31 de agosto con Willy Crook & Deborah Dixon, y La Mississippi, respectivamente.

La cita, curada y presentada por Bobby Flores, será en Canal 7 (Figueroa Alcorta y Tagle) e implica también un paso más en la batalla de JM4, el cuarteto que Malosetti hijo formó tras la disolución de Electrohope, su banda anterior. “Lo que más me seduce es tocar material nuevo... Estamos como en las primeras salidas de unos novios, nos recopa a todos. El motivo principal del cambio es que fueron cuatro años y medio con Electrohope, ¡un montón! El cuerpo me pedía interactuar con otros músicos, y a ellos seguramente también... Se tocan todo, los adoro, el mundo es de ellos, pero tuvimos una bocha de actividad: tres discos, infinidad de giras por acá y por el exterior. Fue una labor muy tupida que necesitaba un descanso, una pausa. La verdad es que con Electrohope estábamos rockeándola mucho y yo terminaba hecho concha en cada show”, señala Malosetti sobre el cambio de aire.

JM4 forma con el tecladista Mariano Agustoni, que cuenta con varios toques junto al bajista Jeff Berlin; el baterista Javier Martínez Vallejos, que fue parte de la banda de Gillespi; y el percusionista Damián Carballal, único sobreviviente de Electrohope. “La música que hacemos va por los mismos carriles, creo. Lo que cambia son los músicos y la impronta que ellos le imprimen. En este caso, los músicos del cuarteto tienen diez años más que los de Electrohope y por eso no la rockean tanto, pero son muy versátiles. Pude poner en marcha varias músicas que tenía compuestas, pero que estaban en stand by porque precisamente no se ajustaban al estilo más directo y eléctrico de Electrohope”, extiende el bajista, que no revela nombres, pero tiene ciertas fijas para el set list de esta noche. “Vamos a hacer un tema de Deep Purple, tirado hacia el blues sureño; otro de Luisito (Spinetta) a dúo de piano y bajo; y una versión de Björk también como un homenaje a Luis, porque le encantaba. No soy fanático de Björk, apenas conozco este que toco y un par más, pero bien vale hacerlo por el Flaco.”

–¿Y su padre? Se impone hablar de él...

–Obvio, pero, ¿qué decir? Mi viejo era una persona muy querida. Ya lo sabía, pero ahora, después de su muerte, recojo más cariño del que esperaba, y eso es toda una cosecha de él. Cualquiera de nosotros no es tan querido, él sí... Era una persona muy buena, además de eso que lo hace medio santo... Me refiero al hecho de haber puesto tantos años y tanta energía en enseñar música. En una época que no existía un carajo de Internet, ni clínicas en video, ahí estaba mi viejo enseñando escalas de blues, progresiones de acordes de jazz. Dino Saluzzi lo nombró “hacedor de músicos” y es algo que me quedó grabado.

–Un hacedor de músicos, cuyo efecto le compete directamente.

–Bueno, conmigo hizo más que un músico, hizo todo lo otro que es una cagada (risas). La verdad es que fuimos muy amigos con mi viejo, una yunta de compañeros de joda, giras y juergas. Nos reíamos como si la relación filial no existiese y fuéramos dos músicos en la misma película de compartir algo no familiar, aunque a su vez siempre tuvimos ese bonus track de amor entre padre e hijo. Después, pobre, él sufrió tanto y estuvo tan enfermo que fue un alivio que haya terminado esa batalla entre la vida y la muerte.

–¿Cómo funcionaba ese vaivén musical, esa interacción generacional entre ambos? Alguna vez contó que le hizo conocer a B.B. King, por ejemplo.

–El ni sabía quién era B.B. King, sí. Tampoco John Scofield, Weather Report ni Wayne Shorter, pero era curioso de lo que escuchaba yo. Estaba en la pieza escuchando algún disco, y él entraba y monitoreaba la tapa, o paraba la oreja cuando venía el solo de viola, con cara de “¿qué es esto?” (risas). Resulta que era Scofield y él después se convirtió en un fana. Lo fuimos a ver juntos varias veces. Me parece que le acerqué un lenguaje más moderno con el que él coqueteó un poco, aunque siempre desde su plataforma clásica de swing. Un maestro, mi viejo.

Ah, aquel cruce de 2007 entre ambos Malosetti no quedó ahí. Javier lo tiene condensado en multitracks y más temprano que tarde verá la luz como otro merecido homenaje a su padre, fallecido hace poco. “Mi viejo estaba que volaba en esa época; después su enfermedad lo hundió en algo que lo hizo alejar de la viola, de todo, pero en ese momento estaba súper aceitado, muy atento a todo. Tengo dos versiones de cada tema, y algo vamos a lograr con eso”, informa el bajista, y abre una nueva expectativa.