Entre dos, Marta Gómez debía optar por uno: Jorge Luis Borges o Federico García Lorca. “Y me enamoré de Lorca”, zanja ella, sobre las posibilidades que tenía para nutrir de poemas musicalizados un concierto homenaje a ambos poetas. Ella es colombiana, pero la idea provenía de la Secretaría de Cultura de Tucumán, y allí fue el concierto que, por efecto inmediato, sentó las bases para su sexto disco, El corazón y el sombrero. “No fue un capricho: empecé a leer la poesía de Lorca y realmente me parecía muy sencilla, muy del campo, muy folklórica y cuando comencé a ponerle una música, me salieron ritmos nuestros. Fue como natural”, dice la cantautora en un intento por condensar en una frase las catorce y muy variadas piezas que componen su fresco musical. “Cuando viajé a España temí que ese ‘ropaje’ musical, el de los ritmos folklóricos latinoamericanos, no fuera bienvenido, pero pasó lo contrario. Incluso, uno de los temas (‘Arbolé, arbolé’) fue elegido por la Radio Nacional de Valencia, como uno de los mejores poemas musicalizados de Lorca. Es un ritmo negro, sanguíneo, que tiene poco que ver con él, pero igual gustó mucho”, desarrolla.

Gómez, que presentará su disco hoy a las 21 en el ND/Ateneo (Paraguay 918), acompañada por Juan Quintero, Luna Monti y Raúl Carnota, se refiere a la puya colombiana que ocupa el décimo track del disco y que está rodeada por una inmensa gama de géneros folklóricos de la patria grande. Estos visten los enormes poemas del granadino asesinado en los albores de la Guerra Civil Española: desde el carnavalito, que envuelve el poema de amor “Es verdad”, hasta el vallenato calmo que sonoriza “Cancioncilla del primer deseo”; desde la cueca que ilustra “Gacela del amor desesperado” hasta la milonga campera que atempera la agudeza de “Tierra, tan solo”; del festejo peruano que intuye el tacto de “Casida para palomas oscuras” a la zamba que da sostén a “Canción del naranjo seco”, entre otras. “Estoy segura de que si vas a Salta o a cualquier lugar de la Argentina donde se toque mucho el género, nadie va a sospechar que esto es de Lorca, porque parece cosa de compositor de zambas”, se ríe ella, en relación con la “Canción del naranjo seco”. “Pero hay otras, como ‘Tierra, tan solo’, que toda la gente quiere oír porque Lorca ahí le escribe a la tierra física, la tierra donde uno muere y se lo entierra. Con el contexto político incluido, porque también les escribe a los que no pueden llegar a eso, a los desarraigados, a los que se tienen que ir de su tierra. Por eso se ha convertido en un himno.”

–Sí, porque Borges y Lorca son como la noche y el día. Cuando me puse a trabajar, me salieron quince canciones para el granadino y una para el porteño (risas). Es mucho más complejo musicalizar a Borges, porque las canciones carecen de una estructura, en cambio Lorca era un cantautor y le encantaba componer versos muy cortos, repeticiones... En fin, sencillez.

La única pieza que la cantautora nacida en Cali y criada en Bogotá compuso pensando en Borges se llama “Hoy” y formará parte de Este instante, disco a editarse en breve, que conecta directo –por ser todos temas de su autoría– con la saga que conforman Marta Gómez (2001), Sólo es vivir (2003), Cantos de agua dulce (2004), Entre cada palabra (2006) y Musiquita (2009). “Hay varias cosas iguales. Las temáticas siguen siendo muy sociales, los ritmos siguen siendo folklóricos, pero esta vez lo hice con un productor (Juan Andrés Ospina), que es pianista y arreglador, y el disco, a diferencia de los otros, tiene mucho piano, y arreglos más complejos. Esto contrasta con mis temas, que son sencillos armónicamente: hay canciones con cuarteto de cuerdas, otras con cuarteto de cobres o metales, cosas que no hubiera hecho simplemente porque no las sé”, se sincera la cantautora sobre un trabajo cuyos esbozos, además de temas emblema como el inevitable “Paula Ausente” –dedicado a Isabel Allende–, mostrará también en Mar del Plata, Córdoba, Tucumán, Salta, San Juan y en el Festival Americanto de Mendoza, antes de seguir por los caminos de la patria grande.