Jueves, 2 de enero de 2014 | Hoy
MUSICA › ZOé PUBLICó PROGRAMATóN, QUE PRESENTARá EN BUENOS AIRES EN OCTUBRE
La banda mexicana descree de los pruritos y las etiquetas, y de lo bien que le va: su flamante álbum la llevará de gira por dieciséis países. “El proceso de creación de cada disco es un buen momento para hacer un reseteo y arrancar a jugar de cero”, explican sus integrantes.
Por Juan Ignacio Provéndola
Buenos Aires se raja al medio en otra tarde de calor infernal, pero los muchachos de Zoé no parecen tomar nota de la incontingencia meteorológica. Recién llegados de México, los cinco lucen un vestuario en el que abundan camperas de cuero, pantalones largos y pesados lentes de sol. Muchas veces, la fantasía del rock se nutre de postales inverosímiles, como si sus relatos se tejieran en una dimensión paralela, con reglas de conducta y subsistencia ajenas a la del resto de los mortales. “Estamos muy contentos con todo esto”, jura el bajista Angel Mosqueda, con la frente hecha un caldo y los ojos estallados al cabo de una larga jornada de formalidades y atención a la prensa local. Su discográfica, la multinacional Universal, los trajo a Argentina casi un año antes de su próximo show (no un mes, sino casi un año) con el propósito de dar a conocer Programatón, su nuevo disco de estudio. Al país ya lo conocen por su amistad con Babasónicos, con quienes giraron en México, y también por Virus, Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada y Charly García, “casetes obligatorios en nuestros viajes hacia el colegio”, según consigna el bajista.
La idea es abrir el juego y generar expectativas de cara a la presentación del Teatro Gran Rex programada para el 3 de octubre, la segunda en soledad (se habían estrenado el año pasado en el Vorterix después de una intensa militancia en festivales locales), apenas una más entre las 76 fechas que integrarán la megagira que los llevará por 16 países, entre ellos España, Estados Unidos y muchos otros de Latinoamérica. “Son momentos desgastantes, pero también necesarios. Tuvimos que aprender a disfrutar de cada uno de estos procesos, para que no se termine convirtiendo en un padecimiento”, afirma Mosqueda, en cuya ex cuñada se inspiraron sus compañeros para bautizar esta banda que está cerca de cumplir las dos décadas de actividad. La historia cuenta que todo comenzó por impulso de León Larregui, quien antes de convertirse en la voz cantante de Zoé era artista plástico, animador gráfico, modelo de marcas como Armani e incluso actor (tal como lo muestra su representación del anteojudo Braulio en el video de “Se quiere, se mata”, uno de los primeros éxitos de Shakira).
A lo largo de su discografía, el grupo cosechó tantos éxitos como controversias. Lo primero se apoya en álbumes como Rocanlover (2003), Memorex Commander y el Corazón Atómico de la Vía Láctea (2006) o Música de Fondo, el reciente unplugged para MTV. Lo segundo, en cambio, radica en la discusión acerca de si lo suyo es rock o es pop, una polémica que, como se ve, atraviesa todo el continente con la daga erecta de los legionarios del purismo y las clasificaciones que excluyen más de lo que incluyen. Lo cierto es que ellos siempre se movieron sin tantos pruritos por las etiquetas. Tal vez por eso sea que lo mismo pueden tocar en grandes aforos colmados de fervientes fanáticos como en festivales tradicionalistas, entre medio de sorteos, kermeses y riñas de gallos. Algo de eso se verá en el documental que está preparando el baterista Rodrigo Guardiola con la idea de que salga a la luz a mediados del año próximo.
Aunque primero, lo primero. Que, en este caso, es lo último: Programatón, su flamante disco, con el que cortaron cinco años de alejamiento de los estudios de grabación. “El último álbum, Reptilectric, había salido a finales de 2008, y para 2010 ya estábamos preparando el siguiente. Digamos que, hasta ahí, estábamos hablando de tiempos normales, ya que en el medio hubo giras y presentaciones. Pero en el medio también nos invitaron de MTV a hacer un Unplugged y tuvimos que interrumpir el proceso. Eso nos hizo perder la continuidad discográfica que teníamos, aunque el Unplugged nos ayudó mucho a crecer en varios aspectos, entre ellos el comercial, ya que fue muy exitoso en ventas”, explica el bajista. En la tapa se ve una combinación de figuras geométricas abordadas de una vista cenital, con varias personas moviéndose como si se tratara de un campo de béisbol. “Buscamos reflejar que la vida es un juego. A diferencia del disco anterior, esta vez el título surgió una vez que tuvimos todas las canciones, tal vez porque a cada una la trabajamos como un viaje por separado y entonces fue más difícil encontrar un punto en común.”
–Ya que habló de juegos, ¿cuáles son los momentos lúdicos en los cuales pueden despojarse de sus obligaciones para ponerse a jugar como niños?
–Creo que el proceso de creación de cada disco es un buen momento para hacer un reseteo y arrancar a jugar de cero. Hacer un disco es algo muy importante para nosotros, porque nos sumerge en una atmósfera donde nos olvidamos muchas situaciones, incluso de nuestras familias, y empezamos a conectarnos entre nosotros. Y eso es muy fuerte, aunque no lo parezca. Lo hacemos muy en serio, sin olvidarnos de la amistad y de la compatibilidad que tenemos entre nosotros. Los shows son también muy relajantes y propician espacios lúdicos, a diferencia de lo que opinan muchos colegas, quienes los ven como momentos de tensión y nerviosismo. Creo que esta predisposición tiene que ver con que tuvimos inquietudes artísticas desde muy jóvenes y eso nos llevó a elegir el camino de la música con gran convencimiento.
–¿Atravesaron situaciones límites que hayan hecho tambalear la integridad de la banda?
–Dedicarse a la música no es nada fácil, en ningún estilo y en ninguna parte del mundo. Incluso diría que en América latina es más difícil que en cualquier otro lado. Es un sentimiento dual, porque por un lado significa todo un reto y toda una lucha, pero a la vez es cierto que si no tienes retos o luchas, tu vida se vuelve muy aburrida y pierde todo sentido. Lo que nos mantuvo vivos fue la capacidad de adaptarnos a los momentos adversos, de establecer nuevas metas y de intentar lograrlas.
–¿Qué lugar le dedican a cada uno de los premios que ganaron?
–La industria está pasando por una encrucijada total de desconcierto. Ya no funcionan el ABC ni ninguna fórmula que permita de-sarrollar sin riesgos a una banda. Antes era editar un disco, moverlo por radio y tele, organizar shows y ya. Pero ahorita las cosas ya no funcionan de tal modo; de hecho, ese mecanismo hoy día puede hasta matar a un artista. Para nosotros, los premios son parte de esa fórmula. Obviamente, es muy bonito que reconozcan nuestro trabajo y lo agradecemos sinceramente. ¡Vender discos es un privilegio, hombre! Pero eso no significa que los premios sean parte de un eslabón para hacer conocida a una banda. Hoy día, los chavitos se preguntan: “Oye, ¿qué es un Grammy?”. Esas cosas, en todo caso, las sabe mi papá, que es a quien le importa que salgamos en los periódicos.
–Si a su padre le importa que salga en los diarios, ¿qué es, entonces, lo que le importa a usted?
–Me importa hacer buenos discos. Y buenos shows. La obra es el capital más importante que podemos tener como músicos. Si las personas supieran todo lo que hay detrás de un disco, todas pagarían por él. Es un trabajo que nadie valora. Y no hablo del disco como un objeto físico, pues bien sabemos que eso ya ha perdido sentido en el mundo actual. Me refiero al contenido artístico. Nosotros, por suerte, vendemos muchos discos en diferentes países, pero hoy día hay que ponerse bien creativos para poder subsistir. Afortunadamente, el valor máximo de la banda sigue siendo su música.
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