Desde Cartagena de Indias

Fue próspera varias veces. Y otras tantas acechada y hasta invadida y destruida. Principal puerto esclavista y lugar de salida de las riquezas coloniales, la ciudad fundada y fortificada en el interior de una amplia bahía sobre el Mar Caribe, obvio blanco de piratas y emplazamiento de la encarnación más sanguinaria de la Inquisición española en América, que allí siguió funcionando hasta la independencia colombiana, en 1811, Cartagena de Indias debe su fama actual a otras cuestiones. Patrimonio de la Humanidad para la Unesco, la antigua ciudad amurallada es el centro de otra y, sobre todo, uno de los focos más potentes de la riquísima cultura de Colombia. Con regiones de características bien diferenciadas –la costa del Pacífico, la del Atlántico, el llano, las zonas andinas–, la música de ese país, desde el vallenato al joropo y del pasillo a la champeta, es una de las más variadas del continente.

Cartagena, por otra parte, es, desde hace ocho años, la sede de un festival que convoca a grandes nombres de la escena de la música de tradición académica mundial pero los conecta, además, con esa herencia. En su nueva edición, que comenzará este sábado, por ejemplo, y más allá de atractivos como las presencias de la notable Orpheus Chamber Orchestra, del genial dúo de pianos de las hermanas Katia y Marielle Labèque, de los guitarristas Sergio y Odair Assad o de Rinaldo Alessandrini como director de una puesta de La cenicienta de Gioacchino Rossini, hay un concierto que, tal vez, sirva para sintetizar el espíritu del festival. El lunes 6, en la Iglesia de Crespo y con entrada libre, habrá dos partes y dos arpistas. Y también dos mundos (o quizá más) en diálogo. En la primera mitad reinará el arpa de pedales, tocada por Emmanuel Ceysson, quien junto al violista Laurent Verney interpretará música de cámara francesa. En la segunda, Elvis Díaz tocará arpa llanera y, con el bandolista Juan Carlos Contreras, el contrabajista Mario Criales y el clarinetista italiano Gabrielle Mirabassi rondará una de las más fuertes tradiciones musicales de Colombia.

La música argentina tiene una presencia destacada en este festival, que el año pasado invitó al grupo de Diego Schissi y en esta edición tendrá como uno de sus platos fuertes al trío del bandoneonista Rodolfo Mederos con Armando de la Vega en guitarra y Sergio Rivas en contrabajo, que presentará un espectáculo conjunto con el poeta Juan Manuel Roca titulado Del amor. Con la invocación general de Fábulas. La narración fantástica en el siglo XX, el programa de estos diez días trazará un recorrido que pasará por Mi madre la oca, de Maurice Ravel, Pedro y el lobo, de Sergei Prokofiev, Pulcinella. Petroushka y La historia de un soldado, de Igor Stravinsky, Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy y El carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns.

La Orpheus Chamber Orchestra, al igual que las hermanas Labèque, será uno de los ejes de esta programación, junto a diversos solistas invitados, el Coro de la Opera de Colombia y la Filarmónica Joven de ese país. Pero, además, tocarán juntos en obras como el bellísimo Concierto para dos pianos y orquesta de Francis Poulenc y compartirán una actuación el domingo 5 a las 10 de la noche, en la Plaza San Pedro, en que la Orpheus interpretará la Serenata para cuerdas de Piotr Ilich Tchaikovsky y las hermanas Labèque, junto a Gonzalo Grau y Rafael Seguninier, harán su impactante versión de West Side Story, de Leonard Bernstein, para dos pianos y percusión. Se destaca, asimismo, el programa elegido por los hermanos Assad que, en su concierto de ese mismo día, a las 19, harán piezas de Heitor Villa-Lobos, Astor Piazzolla, Antonio Lauro, Baden Powell y Egberto Gismonti, entre otros autores. Y, también, la presencia de la banda italiana Radar, que hará música de Nino Rota, del Cuarteto Manolov, de cantantes como la mezzosoprano Daniela Pini, que protagonizará La cenicienta, y del Cuarteto Borodin y el pianista Sergei Babayan.