Miércoles, 29 de enero de 2014 | Hoy
MUSICA › A LOS 94 AñOS, FALLECIó EL CANTAUTOR PETE SEEGER
Fue una figura clave de la música folk y del compromiso cívico en Estados Unidos. Creó el festival de Newport, marchó junto a Martin Luther King y se interesó por las causas sociales en América latina. Murió por causas naturales, tras una semana de internación.
Por Joaquín Vismara
Tenía 94 años y el tamaño de su leyenda iba de la mano con su culto a la vida simple y de bajo perfil. Hasta la semana pasada, todavía salía con su hacha por los bosques de Beacon a buscar madera para alimentar el hogar a leña de la cabaña que él mismo había construido. El lunes por la noche, en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, falleció por causas naturales Pete Seeger, figura clave del folk estadounidense y del compromiso cívico, tanto en su país como también en distintas latitudes del mundo. A lo largo de una carrera prolífica y constante, publicó cincuenta y dos álbumes de estudio entre 1953 y 2012, varios de ellos convertidos con el tiempo en piedras angulares de la música tradicional norteamericana.
Hijo de un musicólogo graduado en Harvard y una concertista de violín, Seeger nació en Manhattan a principios de mayo de 1919. A pesar de la formación académica de sus padres, se acercó a la música por interés propio, a causa de la vida itinerante de su familia, que le permitió ponerse en contacto con las canciones tradicionales de su país. En su aproximación al folk, Seeger entendió al género en su sentido más amplio: el de una tradición histórica que se transmite de una generación a otra, sostenida por el espíritu de la unión colectiva. Como escribió Jon Pareles en su obituario para The New York Times, en donde él veía comunión, también veía la posibilidad de acción política.
A través de su padre, Seeger conoció en 1940 a Alan Lomax, un archivista de la biblioteca del Congreso estadounidense, y trabajó con él en el Registro de Cultura Folk. Fue a partir de esta experiencia que se puso en contacto con el cancionero más profundo de su país y dio sus primeros pasos como intérprete, mientras también se acercaba a los movimientos de trabajadores norteamericanos, en lo que sería el nacimiento de un compromiso social que jamás abandonó. Al poco tiempo, convertido en un virtuoso del banjo de cinco cuerdas, fundó The Almanac Singers, uno de los bastiones más fuertes de la canción de protesta de su país.
En la década del 40, Seeger acrecentó su militancia. En 1942, se afilió al Partido Comunista de Estados Unidos, con el que tuvo una relación de idas y vueltas. Por un lado, su obra era acusada de subversiva y propagandista por los sectores más conservadores de su país; por el otro, sus compañeros de causa lo repudiaron por manifestarle su apoyo a Franklin Roosevelt con el álbum Dear Mr. President. A la par, Seeger reivindicó las fuerzas republicanas en España y grabó un disco con versiones del cancionero de la Guerra Civil. Fue en esta época en la que trabó amistad con Woody Guthrie, figura central del folk que apoyó a movimientos de trabajadores rurales y sectores oprimidos.
Ese vínculo fue el que lo llevó en los ’50 a focalizar su activismo en las causas de su propio país. Así como Guthrie había pintado su guitarra con la frase “Esta máquina mata fascistas”, Seeger reformuló la consigna y grabó en su banjo el slogan “Esta máquina rodea al odio y lo fuerza a rendirse”. Hacia fines de esa década, y tras una fuerte persecución por parte del Comité de Asuntos Antinorteamericanos comandado por el senador Joseph McCarthy, fue uno de los fundadores del Festival de Folk de Newport, una celebración de la música popular estadounidense. Fue sobre este escenario que Bob Dylan abandonó su faceta de cantautor de protesta para reformularse como un músico de rock en 1965. Según cuenta la leyenda, Seeger estaba tan espantado con el estruendo que generaban las guitarras eléctricas ante una audiencia indignada, que tuvieron que frenarlo para que no cortase con un hacha los cables de alimentación eléctrica del lugar. Tiempo después, en el documental No Direction Home, Seeger desmintió este incidente, y dijo que se trató de una mala interpretación de una expresión suya por lo mal equilibrado que estaba el sonido.
La llegada de los ’60 reformuló algunas de las convicciones de Seeger. Su distanciamiento del Partido Comunista le hizo replantear su propia fe. Hace algunos años declaró: “Solía decir que era un ateo, pero todo depende de cuál sea tu definición de Dios. Para mí, Dios está en todo. Cuando escucho algo o abro mis ojos para ver algo, ahí está El. Me pongo muy espiritual cuando camino por el bosque, porque me siento parte de la naturaleza”. Esto se reflejaría en uno de los más grandes éxitos que tuvo en su carrera, con la canción “Turn! Turn! Turn!”, cuya letra es una adaptación de los versos del Libro del Eclesiastés. A la par, Seeger se involucró con énfasis en la lucha por los derechos civiles de la comunidad negra en Estados Unidos, con la que acompañó a Martin Luther King en su histórica marcha por Washington en agosto de 1963. Ante una audiencia de 200 mil espectadores, Seeger entonó una canción tradicional que se volvería el himno de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos: “We Shall Overcome” (traducible como “Juntos venceremos”).
La llegada de la crisis de los misiles en Cuba hizo que Seeger indagara en la música popular latinoamericana, con la intención de crear una obra que pudiera unir a los pueblos de las naciones en conflicto. Así fue como llegó a la versión que José Martí hizo de “Guantanamera” de Joseíto Fernández, y la adaptó alternando sus versos entre el español y el inglés. De esta manera, Seeger se volvió uno de los referentes para una nueva camada de cantautores, que se concentraba en el área del Greenwich Village neoyorquino. Al poco tiempo, mientras esta escena perdía protagonismo ante la masificación avasallante del rock (y mientras él todavía permanecía en varias listas negras de radio y televisión), Seeger optó por un perfil bajo, asociándose con causas en defensa del medio ambiente mientras disfrutaba de un éxito inusitado en Australia.
Su interés por el folklore latinoamericano se acrecentó con los años y lo llevó a incorporar a su repertorio canciones dedicadas a la resistencia nicaragüense contra el régimen somocista (“El Cristo de Palacagüina”), como también a participar del Festival de la Nueva Canción en Quito, en 1984. Allí, trabó amistad con León Gieco, quien se propuso traerlo a la Argentina, algo que finalmente ocurrió en 1989 (ver nota aparte). Sin más equipaje que su valija, su banjo y una guitarra, Seeger llegó en agosto de ese año para brindar tres shows a dúo con el autor de “La colina de la vida” en el Teatro Opera. En 2006, Página/12 publicó el registro de esas jornadas en los dos volúmenes de Concierto en vivo. Gieco y Seeger compartieron escenario con Sixto Palavecino, Leda Valladares y el grupo de música andina Mitimaes.
En su estadía porteña, Gieco llevó a Seeger a la Casa de las Madres de Plaza de Mayo a comer locro junto a Hebe de Bonafini. En un contexto económico desfavorable en plena hiperinflación, el músico estadounidense se negó a cobrar un cachet. Así recordó León la visita en 2006: “Creo que estuve acertado en hacer compartir a Pete con personas como Leda y Sixto Palavecino. Para mí el cierre perfecto del concierto fue cuando vi que Pete recogía una flor que habían tirado al escenario y se la entregaba a Sixto. Fue algo muy poderoso, un tipo que vive en Nueva York y siempre estuvo contra la política norteamericana y defendió las causas justas, junto con Sixto, que es un descendiente de indios quechuas. Me pareció que tenía mucho que ver”.
Con los ’90 comenzaron a aparecer los reconocimientos en su propia tierra, mientras él más lejos se mantenía de la exposición masiva a la que siempre rechazó. Se lo introdujo al Salón de la Fama del Rock and Roll, ganó tres Grammy y recibió el Premio Kennedy, otorgado por el gobierno de Estados Unidos, el mismo país que lo censuró y persiguió cuatro décadas antes. Al poco tiempo, comenzaron a llegar los tributos en vida, entre ellos el de Bruce Springsteen. El autor de “Born in the U.S.A.” publicó en 2006 We Shall Overcome: The Seeger Sessions, un trabajo que repasa el repertorio de canciones tradicionales que el autor había incorporado a su obra. El éxito del álbum sirvió para acercar el trabajo de Seeger a una generación que prácticamente lo desconocía.
A dos años de su último trabajo en estudio, y a menos de dos meses de su última presentación en vivo (junto a Arlo Guthrie, el hijo de Woody), Pete Seeger falleció a los 94 años por causas naturales, y tras una semana de internación. En 2011, su figura había vuelto a cobrar peso: con nueve décadas a cuestas, salió a la calle para apoyar las manifestaciones de Occupy Wall Street. Su figura queda ligada a las causas cívicas y a la toma de conciencia por parte del pueblo, aunque él nunca quiso que sus canciones se aferraran a una interpretación única, como lo demostró en una entrevista con Rolling Stone en 1972: “Algunos dirán que estas canciones son sólo melodías pasatistas. Otros las encontrarán como incitaciones a la gran amenaza roja. ¿Y quién será quien diga que uno de los dos está equivocado? Yo no”.
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