Bien podría Al día, último disco de Liliana Vitale, ser un ajustado espejo de su devenir. O un recorte preciso de aquel, al menos. El argumento es que gira, seguro, por los mismos ejes que cuentan bien de su vida artística. Es participado y horizontal, un hábito que le viene de los familiares tiempos de MIA. Es muy poético, y no por ello menos musical, claro. Es personal, dado el puñado de temas propios que lo pueblan. Y es agradecido, dados los ajenos. “Esto se llama ‘producido por mi hermano me regaló un viaje, y dirigido por la fuerza resultante’”, ríe ella, en un intento por poner entre marcos lúdicos el CD (también editado como DVD) que presentará hoy a las 21 en el Café Vinilo (Gorriti 3780). “Digamos que es la resultante de un montón de voces, catalizada por mi deseo, por mi canto y por mi relación con la palabra. En este caso, la palabra de los poetas que me ayudan a ponerme al día, a tener ganas de decir tal cosa hoy, a través de un repaso claro, diurno, de lo pasado”, se explaya y da pie a uno de los ejes citados: la poesía. O Cortázar, Spinetta y Abuelo, que no es lo mismo pero es igual.

“Mi devoción por Miguel Abuelo viene del momento en que escuché el disco Et Nada. No bien lo trajo Pipo Lernoud a Villa Adelina, donde funcionaba MIA allá por el segundo lustro de los ’70, quedé flasheada. Me copié ese disco en un cassette y enganché enseguida con un recuerdo: el de escuchar esos temas tremendos que pasaba Miguel Grinberg en El son progresivo, su programa radial. Hablo de ‘Oye Niño’, ‘Mariposas de madera’ o ‘Levemente o triste’... ¿cómo olvidarlo?”, dice la Vitale que, como data consecuente con su historia personal, se le atrevió a una versión de “Buen día, día”. “La primera vez que la escuché no fue cuando Miguel la grabó en su disco solista, sino cuando íbamos a verlo con el Nono Belvis, no bien regresó al país, a principios de los ’80. Incluso tengo cassettes grabados con esas poesías de Miguel, que eran impresionantes.”

Poeta uno resuelto, entonces. Poeta dos: Julio Cortázar, a quien revisitó a través del poema “Me caigo y me levanto”, apenas acompañada por un cajón peruano. “La idea fue apareciendo durante meses y meses de maceración dentro de mí, porque nadie puede dudar de esta especie de talismán mántrico que tienen las palabras que te ayudan a vivir, ¿no? Y ahí me aparecieron ritmos, pulsiones, cosas que primero hice arriba de la tabla del piano y luego fue tomando forma en vivo, donde soy la que toca el cajón. Después, en el audio, es Facundo Guevara el que se escucha tocando lo mismo que yo, pero bien”, se ríe ella.

El tercer poeta, dicho está, es Luis Alberto Spinetta, a quien la voz de Vitale trae al presente a través de “Jardín de gente”. “Fue una decisión absolutamente azarosa”, admite acerca de la versión del tema que LAS incluyó en el disco doble de Los Socios del Desierto. “Es un tema que usaba para probar sonido cuando grabamos el DVD y me deslumbró. Además, claro, es una canción talismán para mí, tanto como ‘Asilo en tu corazón’, que la he tocado en mil formas. A ver, creo que ‘Jardín de gente’ es el comentario político del disco y me parece que en este Al día es imprescindible tal comentario. Quiero volver a comunicarme exteriorizando mi interés por lo político, que siempre estuvo pero que en un punto, tras haberme criado con MIA en tiempos de dictadura, o haber sido delegada estudiantil en el ’76, chocó con una zona del ser que se blindó para seguir adelante a través de una libertad creativa marginal, fuera de los cánones establecidos. Una revolución permanente, digamos, que quizá sea la traducción sin partidismos políticos de esta cosa troska que tenía mi viejo. Hablo del hecho de estar todo el tiempo cuestionándome y buscando”, resuelve.

Y da el pie para el segundo eje sobre el que gira su disco: lo personal que, más allá de la interpretación, está dado por tres piezas que llevan su rúbrica: “Desaparecer en el amor”, “En son de agua” y “Atonal (el amor)”. “‘Atonal’ es un tema que ya había grabado en el disco El beneficio de la duda y ahora me dio por hacer un cover un poco más crudo, ya que la versión original tenía muchas sobregrabaciones. Es paradójico, porque se llama ‘Atonal’, pero musicalmente es más modal, tiene cuartas y es muy minimalista”, define, sobre una de la piezas propias que convive no sólo con las versiones de la tríada Cortázar-Spinetta-Abuelo, sino también con las de Horacio Fontova (“Animal tierno y fácil”), Alberto Muñoz (“Cuando se ponga mansa la luna”) y Jaime Roos, a través del único bolero compuesto por el uruguayo: “Tu laberinto”. “La idea con el tema de Jaime fue sacarle su impronta abolerada y tornarlo más un blues. Me parece que está bueno como ‘no bolero’, porque de hecho no es conceptualmente un bolero. Su texto no dice lo que dicen los boleros, que están presos de un molde asociado a determinado modo de vínculo amoroso. Creo que el contenido es como más new age, en el sentido de que rompe moldes más que reforzarlos”, define.

El tercer eje que la define, la horizontalidad, no sólo está dado por el espacio que la cantante y compositora da a las versiones de otros, sino por la participación “de igual a igual” de varios músicos en tal proceso. En el caso de Al día, signado por las presencias bien presentes de Facundo Guevara y Ana Ponce en percusión, Eliana Liuni en vientos, Quique Ferrari en contrabajo y Mariano Delgado en guitarra, además de Yusa, su sobrina Mariela Vitale (Emme) y Verónica Condomí, invitadas al disco y también a la presentación en vivo. “Se han cruzado bien los planetas para que todos puedan estar”, festeja la hermana de Lito que, en 55 años, no sólo lleva diez discos en sus espaldas, sino también la seguridad de que cada paso que dio con ellos tuvieron su resultado. “Lo que más valoro de la música, sobre todo en los últimos años, es que a través de ella, y sus palabras, he transitado la curación profunda de heridas que ni siquiera sabía que tenía”.