Sábado, 31 de mayo de 2014 | Hoy
MUSICA › RUBEN RADA CELEBRA SUS TREINTA AÑOS EN LA ARGENTINA
Aunque la fecha no sea muy exacta, el cantante y percusionista uruguayo rescata el espíritu del festejo, que tiene que ver con la relación de amor entre él, su música y el público local. El concierto será esta noche en el Teatro Opera.
“Tocá, che Negro Rada.” Así, con la frase de la canción que ya es eslogan, eligió Rubén Rada llamar al concierto con el que se reencontrará con el público local, decidido a festejar “treinta años de amor mutuo entre Rada y la Argentina”, según anuncia también el título del show. Más allá de que el aniversario no es tan, tan redondo –ya en 1980 el uruguayo mostraba su candombe en Buenos Aires con La Banda, y en el ’82 formaba parte del histórico B.A. Rock, donde, justamente, cantaba “Blumana”— la idea, explica Rada, es la de fijar un punto que habilite esa celebración que, por otra parte, es marca de la obra del uruguayo: “Es más lindo el número redondo, acá lo importante es festejar”, plantea el anfitrión. Hoy a las 21.30, en el Teatro Opera, Rada propondrá un festejo que incluirá un repaso por esas tres décadas de amor mutuo, con temas de todos los discos que fueron pasando en este tiempo.
Cuesta creer que este hombre que va y viene, inquieto también en el ritmo de la charla, tiene 70 años. “Nadie se da cuenta de la edad que tengo, pero tengo que cuidarme: no puedo permitirme un resfrío en medio de una gira, por ejemplo, porque sé que después tengo que seguir en pie”, advierte él en la entrevista con Página/12. Y dice que en el balance de estos años vividos tiene en su haber mucho para festejar. ¿Qué, por ejemplo? “Quiero festejar que a los 70 años sigo siendo una persona querida y respetada”, asegura. “Festejo porque considero que estoy dentro de los cien mejores artistas de la barra, esa barra de músicos de la Argentina y de Uruguay. Festejo que sigo activo, siempre pensando qué va a venir después: ya hice Fan, con temas de otros de los que soy ‘fana’; Confidence, todo instrumental; Richie Silver, que es mi alter ego; Amoroso pop, con los labios pintados. Siempre estoy pensando de qué me voy a disfrazar, qué cosa nueva voy a ofrecer con mi música.”
–Y en este próximo concierto, ¿de qué se va a disfrazar?
–Voy a ser todos los Rubén Rada que fui en estos treinta años. Empezando por repasar mi música. De La Banda, donde sitúo ese comienzo de los treinta años en la Argentina, voy a cantar “Rock de la calle”. La onda es cantar dos o tres temas de cada disco: van a estar, seguro, “Ayer te vi”, “La mandanga”, “Tocá che Negro Rada” (“Blumana”), “Adiós a la rama”, “Robin Hood” (“Flecha verde”), que hice con Litto Nebbia, “Candombe pa’l Fatto”, “Candombe para Gardel”, “Georgia in my mind”, que es del cantante que amé toda mi vida, Ray Charles. De Fan, el tema de Litto Nebbia: (Canta) “Dicen que viajando se fortalece el corazón...”. Hay discos que grabé con Melopea que no se escucharon mucho, ésos también van a estar. Terapia de murga, por ejemplo, que fue un éxito en Uruguay.
–¿De Opa?
—¡Sí, también va a estar! Seguro, “Malísimo”, el tema más hermoso, increíble, que hice en mi vida. Creo que fue una de las canciones más completas que hice, una de las canciones más claras que tuve. Tiene buena música y buena letra, es difícil encontrar eso.
–¿Y qué hitos rescata de esa “relación de amor mutuo” con la Argentina?
–Bueno, de aquí me llevé tres hijos argentinos. Lucila, Matías y Julieta, los tres nacieron aquí, yo quise que fuera así. Si sos uruguayo, además, nazcan donde nazcan tus hijos, son uruguayos también. Viví en la Argentina mucho tiempo, del ’78 al ’90. Matías vive acá, está tocando con Illya Kuryaki, y Lucila se fue hace sólo un mes a Uruguay, pero es más porteña que nadie. Ahora estoy armando un grupo con ella, compuse canciones, ella también compone.
–Sus tres hijos siguieron su camino. ¿Qué le gustaría que reconozcan como legado suyo?
–La humildad, la simpatía, escuchar siempre mucha música... Y que canten sinceramente, con el corazón. Que no se larguen a cantar por otras razones que no sean las del corazón, como lo tuvo que hacer el padre algunas veces, cantando (canta) “Aparte de ti, tu boca...”.
–No es la primera vez que habla de ese tema –que fue un éxito– como un peso. ¿No cree que es una buena canción?
–No es eso: venía de cantar otras cosas y lo hice consciente de que era para ganar guita. No quiere decir que todas las canciones comerciales sean malas, estoy hablando del concepto que le puse a ese álbum. Hice ese disco para vender discos, sabía que quería ser comercial para que la gente me conociera. Y después me di cuenta de que comercial es todo: Opa, Weather Report, Stevie Wonder, Sting... todo es comercial.
–Pero tiene un recuerdo culposo...
–Siento que hice esa movida, como le digo, para vender discos, y busqué a Cachorro (López) para eso. Pero es un gran disco, sí. Tiene temas como “Quién va a cantar”, “Estabas en mí” (canta “Echale sal a la vida”). No me arrepiento. Además, hice ese disco para juntar guita y me agarró el corralito. Fue terrible. Como diciéndome la vida: “Moreno, vos no podés ganar guita, sos simpático, sincero, auténtico, quedáte ahí”. No me dejó (risas). Gané dinero de derecho de autor, me dio mucha alegría cuando Moria (Casán) eligió la canción para su programa. En Uruguay se vendieron 50 mil discos, que es como vender 500 mil en la Argentina. Y estuvo primero en todos lados, me reposicionó en otro lugar. Tanto así que los veteranos me decían: “¡Ah, ahora sí canta bien Rada! ¡No hace más cosas raras con la voz!”.
–Si se remite a aquellos años ’80 en la Argentina, ¿cuál es el primer recuerdo que le viene?
–Más que nada el amor que le pusieron los argentinos a mi trabajo. Luis Ceravolo, Héctor Ceravolo, Gustavo Bergalli, Ricardo Lew, el gordo Fernández, Benny Izaguirre, mi hermano trompetista. El recuerdo es el del amor de Litto Nebbia, de los periodistas que siempre me trataron muy bien, el respeto en la televisión cada vez que voy... Eso para mí es increíble, no creo que pase eso con todo el mundo. Una vez salió un libro de un muchacho que hizo caricaturas de todo el rock nacional y figuro ahí como artista del rock argentino. Para mí, eso es un premio, una alegría tremenda, a pesar de que soy uruguayo y nunca digo “los uruguayos”. No: “Nosotros, los uruguayos”. Pero también soy parte de esta tribu. Me aman Lito Epumer, Lito Vitale, Jorge Navarro, mucha gente del jazz...
–Usted es Rubén Rada, fue también Richie Silver, Ruben Ra, Zapatito... ¿Qué se viene ahora?
–Ahora voy a sacar un disco de tango, milonga y candombe. Se llama así: Tango, milonga y candombe. Música negra del Río de la Plata. Ya lo tengo listo. Trato de mostrar a la gente lo importante que es el tango para el negro, porque ya la misma palabra tango es africana; “milonga”, “canyengue”, todo viene de ahí. La milonga y el candombe son hermanas. Hice un DVD con el show que di en el teatro Solís, con un decorado impresionante y bailarines. Y quiero traer un par de negros que son candomberos, con una consigna muy clara: ¿Qué tango cantás en tu cocina? Eso me interesa rescatar. Canto canciones de Alfredo Zitarrosa, lo mezclo con Yupanqui. Canto boleros... “Dos gardenias”, por ejemplo, lo llevo al tango. Porque el tango se nutrió del bolero, también, de la habanera cubana. Me remonto al tango de los quilombos, donde siempre estuvieron los negros. Después, cuando se fue para el centro, los negros ya no estaban: los habían mandado a morir en la guerra del Paraguay. Ahora volvimos los que pudimos zafar a mostrarles que también somos tango. Y a agradecerle a Alberto Castillo, que fue el que introdujo el candombe en el tango.
–“Fue cantante de carnaval, pionero del rock en Uruguay y del candombe beat, artista de culto, exiliado al borde del olvido y autor de temas pop por encargo”, dice en su presentación. ¿Qué temas hizo por encargo?
–En una época los discos no llegaban a la Argentina. Yo me juntaba con varios músicos que no voy a nombrar –creo que la compañía era RCA Víctor– y grabábamos las canciones en discos simples, antes de que llegaran a la Argentina. Nos pagaban dos mangos y después esos discos se vendían a lo loco.
–¿Y cuándo se sintió “al borde del olvido”?
–Cuando hice el teatro Alvear, en el ’89 o algo así, fueron doce personas. Me di cuenta de que había tocado mucho en los boliches y después la gente no me daba pelota en un teatro. Tuve que irme a México, estuve cuatro años ahí.
–¿Cómo se lleva con el fracaso?
–No estoy pensando en eso. Con La yapla mata, por ejemplo, uno de los discos que grabé con Litto Nebbia, no pasó nada, no se vendió. Pero grabamos canciones increíbles que quedaron para el recuerdo, como el “Candombe para Bob Marley”, temas hechos con mucho amor. Todo lo hice sin pensar nada, para que le gustara a Hugo Fattoruso, o a Mateo, que era mi maestro y lo amaba. Eso era lo único que me importaba. Si ellos me decían que les gustaba, yo me moría de alegría.
–Pero fue afortunado: trabajó con sus maestros.
–Claro. Yo estaba en Alemania, cantando canciones de cualquier cosa, y me llama el Hugo para ir a Estados Unidos a grabar el segundo disco de Opa. Fue tocar el cielo con las manos. De noche, en el hotel, componía canciones y se las mandaba al Hugo. Cuando llegué, me sentó y se puso a mostrarme todas canciones que le había mandado: ¡Las conocía todas! Y yo, llorando... Lo único que me dijo fue “‘Malísimo’ la canto yo”. Estaba enamorado de esa canción.
–¿Y de Mateo, qué recuerdo tiene?
–Una tarde nos juntamos en la casa, él cantaba bossa nova, tenía un grupo que se llamaba Los Malditos y tocaban en el Orfeo Negro. Llegué un sábado; nos quedamos componiendo hasta el lunes. A partir de entonces, todas las mañanas iba a la casa de Mateo y componíamos. Debemos haber compuesto más de cien canciones, de las que se conocen siete u ocho.
–¿Dónde están las otras?
–Se perdieron. Se perdieron los cuadernos, porque no grabábamos, no teníamos grabador. Se perdió todo. Cuando él me invitó a tocar en El Kinto fue una emoción. Por eso grabé en Fan “Hoy te vi”. Esa canción me mata, me liquida, me hace llorar como un loco. ¡Viva Mateo! Es lo más grande que hay.
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