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Martes, 4 de noviembre de 2014

MUSICA › CAETANO VELOSO Y SU BANDACê SE PRESENTARON EN EL LUNA PARK

Un abrazazo contra el temporal

A los 72 años, el cantautor bahiano volvió a encantar al público porteño, que se deleitó con los temas del reciente Abraçaço y se enfervorizó con los clásicos. Se cruzaron en una noche pasado y presente de uno de los creadores más importantes del Brasil y del continente.

 Por Karina Micheletto

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Recital de Caetano Veloso

Músicos: Pedro Sá en guitarras, Marcelo Callado en batería, Ricardo Dias Gomes en bajo y teclados.
Lugar: Luna Park.
Fecha: Domingo 2 de noviembre.
Público: 7500 personas.
Duración: 120 minutos.

Llueve como si fuese todo lo grande que puede ocurrir en Buenos Aires y el Luna Park es una caja de regalo a salvo del temporal. Nada del orden de lo pequeño ocurre allí adentro, porque Caetano Veloso está haciendo su música con su BandaCê. Una formación tan simple y básica –guitarra, bajo, batería, teclado eventualmente– como capaz de mostrar todas las posibilidades de la MPB, el rock, el transamba, el trasnrock, o como quiera llamársele a este sonido que ganó la música de Caetano hoy. Tradición, modernidad, pasado y presente de uno de los creadores más importantes del Brasil y del continente suenan en esta caja a salvo del temporal, en un recorrido por los últimos temas del bahiano –los del disco Abraçaço–, que incluye también la revisita a algunos clásicos que multiplican el fervor de un estadio, que esta vez incluyó la disposición de campo en su armado.

Lo primero que impresiona en Caetano Veloso, al escucharlo en vivo, es su voz. Los 72 años que cumplió no lucen como tales ni en su cuerpo, ni en su voz, que logra sonar increíblemente afinada, justa y llena de matices aun en un escenario tan difícil para el sonido como el Luna Park. Esa permanencia, que es estética, se refleja en la garganta y en la manera de cantar de Caetano, preocupado y ocupado por hacer que cada palabra se entienda, aun desde la distancia que impone su lengua. Se trata también de la permanencia de un estilo, entre el refinamiento –esa elegante compostura que no pierde ni cuando se lanza a hacer el payaso en escena– y la experimentación.

Musicalmente, la apuesta por la permanencia ha sido, en este artista en particular, siempre un salto hacia adelante. Lo demuestran este formato y este sonido, que viene a cerrar una trilogía que comenzó con el disco Cê, en 2006, que siguió con Zii e zie en 2009, y que culmina en los temas de Abraçaço, de 2012, que sonaron el domingo en el Luna Park: en el tema que da nombre al disco –algo así como un abrazazo de los de aquí–; en esa oda a la tristeza que se llama, justamente, “Estou triste”; en los extensos versos de “Un comunista”, dedicados al guerrillero Carlos Marighella –“vida sem utopia nao entendo que exista”, canta Caetano y despierta el aplauso–; en otra canción de contexto político, “O imperio da lei”, que recuerda el asesinato de la misionera Dorothy Stang en 2005; en la melancolía con forma de balada de “Quero ser justo”.

Difícil encontrar un equivalente local para la figura de este artista brasileño capaz de representar la categoría de clásico mientras avanza, aun a pesar de sí mismo, en una carrera en permanente transformación. Del diálogo con la tradición del samba y el rock surge este presente; entre la melancolía que da fondo a su último disco, y el rock y el groove más bailable que le da forma, transcurre el concierto. Entre las guitarras distorsionadas de Pedro Sá y el samba de roda que Caetano escribió para Maria Bethânia, “Reconvexo”, entre el clima que instala Caetano cuando canta, solo con su guitarra y su voz: “Alguém cantando longe daqui. Alguém cantando longe, longe. Alguém cantando muito. Alguém cantando bem. Alguém cantando é bom de se ouvir...”  

El repertorio de este show –que el bahiano llevará también por Córdoba, este viernes; Rosario, el 9 de noviembre, y Mendoza, el 11– es muy similar al que había dado aquí el año pasado, en lo que fue la presentación oficial de Abraçaço. También el montaje de escenografía, con lienzos con formas geométricas apoyados en caballetes, y algunos de los bises, que recuperan clásicos que corea la multitud: “Você nao entende nada”, “A luz de Tieta”, “O leaozinho”. Aparecen además un viejo tema que grabó en inglés en los ’70 en Transa, el disco del exilio en Londres (“Nine out of ten”) y, en español, la “Tonada de la luna llena” (“Yo vide una garza mora...”), del compositor venezolano Simón Díaz, un pasaje popular de su historia musical.

Sigue arreciando el temporal en Buenos Aires y llega el último bis de Caetano: “La tristeza es señora. Desde el samba es samba es así. La lágrima clara sobre la piel oscura. La noche, la lluvia que cae afuera...”

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Lo primero que impresiona en Caetano Veloso, al escucharlo en vivo, es su voz.
Imagen: Verónica Martínez
 
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