Domingo, 18 de enero de 2015 | Hoy
MUSICA › BELLE AND SEBASTIAN LANZARá ESTA SEMANA GIRLS IN PEACETIME WANT TO DANCE
El noveno álbum de la banda liderada por Stuart Murdoch será el primero de estudio en publicarse en la Argentina. Sin embargo, el combo escocés llenó un Luna Park en 2010 y volverá en abril, esta vez al Gran Rex.
Por Joaquín Vismara
En la música hay dos caminos posibles. Están quienes buscan la reinvención constante y también los que convierten su trayectoria en el perfeccionamiento de una misma fórmula. A lo largo de sus casi veinte años de carrera, los escoceses Belle and Sebastian han dado cuenta de que se puede tomar la segunda opción pasándole lejos a la monotonía. Desde su debut discográfico en 1996 hasta la fecha, lo suyo ha sido un trabajo de orfebrería pop constante que privilegia la conservación de las formas en pos de la refinación de los contenidos. A lo largo de nueve álbumes de estudio, el grupo liderado por Stuart Murdoch desarrolló un universo propio en el que conviven las armonías vocales de Beach Boys, el folk pastoral de Nick Drake y Cat Stevens, arreglos de pop barroco, y una sensibilidad lírica en sintonía con las observaciones mordaces de Ray Davies y las penas de amor flagelantes características de Morrissey. Lo que a primera vista puede parecer como un culto a la simpleza, esconde en realidad constantes referencias literarias y guiños cinematográficos, una banda que puede sonar igual de optimista cuando los personajes de sus canciones se enamoran o experimentan una separación atribulada.
Con más estatus de culto que reconocimiento masivo, Belle and Sebastian tuvo en noviembre de 2010 su debut porteño. Aun cuando ninguno de sus álbumes de estudio había sido editado en el país (Ultrapop había lanzado The BBC Sessions), el grupo de Glasgow tocó ante un Luna Park desbordado, a menos de un mes del lanzamiento del por entonces flamante Belle and Sebastian Write about Love. Tras varios años de silencio discográfico, esta semana la banda vuelve al ruedo con Girls in Peacetime Want to Dance, su noveno trabajo, el segundo en contar con edición local a través de Ultrapop. A diecinueve años de su primer opus, la banda sigue sonando fresca y alegre, con un repertorio de canciones cristalinas y efervescentes. Con la confirmación de una nueva visita de la banda –el 28 de abril, en el Gran Rex–, la cantante y violinista Sarah Martin habló con Página/12 sobre la actualidad del grupo, pero también sobre la de su propio país, a pocos meses del referendo por la independencia escocesa del Reino Unido.
–Girls in Peacetime Want to Dance es su primer álbum en cinco años, y es la primera vez que se toman tanto tiempo para un lanzamiento. ¿A qué se debió esta demora?
–Hay una razón muy buena para habernos tardado tanto, y es que Stuart escribió y filmó una película llamada God Help the Girl. El proyecto comenzó como un disco, pero al tiempo se obsesionó con convertirlo en un guión. No bien lo terminó, quiso filmarlo, y eso ocupó más de dos años de su tiempo. Todos estuvimos involucrados en la película de una u otra manera. Todos en la banda participaron de la música del film y en distintas instancias terminamos ayudando a producirla, no fue que nos tomamos un tiempo libre. Además, uno siempre está pensando o escribiendo cosas para un futuro disco, así que no terminaron pareciéndonos cinco años.
–Este va a ser el primer álbum de estudio de Belle and Sebastian que será publicado en la Argentina, pero en 2010 llenaron un Luna Park en su debut porteño. ¿Es posible alcanzar algo así sin tener el apoyo de un sello discográfico?
–Esa fue una experiencia increíble. No sabía que nuestros discos no se publicaban allá y ahora que me lo decís, me sorprendo todavía más. Es fascinante que de todos modos la gente encuentre una manera de llegar a nuestra música. Supongo que es el poder de Internet: el boca a boca de la red es sorprendente. Cosas como ésa siguen haciendo posible que los músicos lleguemos a lugares a los que nunca fuimos. Hoy en día, es algo tanto o más importante que contar con el visto bueno de una discográfica.
–En este álbum trabajaron con Ben Allen, que fue durante muchos años un productor de renombre en el ámbito del hip hop. ¿Cómo tomaron esa decisión?
–James Samdon, nuestro manager, también trabaja con Kaiser Chiefs, y ellos habían hecho su último disco con Ben, así que nos sugirió que fuésemos a visitarlos. Eso hicimos, y era genial verlos trabajar en el estudio, parecía que todos la estaban pasando muy bien y la música que hacían era fantástica. Nos juntamos en Glasgow y decidimos que era la persona indicada, así que después de eso viajamos a Atlanta para grabar con él, porque vive allá. Tiene un estudio con muy buenos ingenieros y unos equipos increíbles. Nos gustó la idea de irnos de casa para concentrarnos en hacer el disco, fueron unas pequeñas vacaciones.
–Durante algunos años, Belle and Sebastian fue un octeto, ahora son seis integrantes. ¿Es posible mantener la democracia en la toma de decisiones en este formato?
–Hay un líder, que es Stuart, y todos lo tenemos en claro. No diría que es algo democrático, sino que hay alguien al mando con una visión muy fuerte sobre qué es lo que quiere hacer. Hablamos de muchas cosas y como somos un grupo grande no podemos someter cada tema a una votación, así que tratamos de formar una suerte de consenso general. Es algo un poco utópico, ahora que lo pienso. Eso también se ve en las tapas de los discos. Somos demasiados para aparecer en una foto y todo es muy confuso cuando hay mucha gente en una imagen. Stuart siempre se encargó de conseguir a los modelos y dirigir esas sesiones de fotos, y es mejor para el grupo que sean pocos quienes aparecen frente a la cámara.
–“Allie”, una de las canciones del disco, comienza con la frase “Cuando hay bombas en Medio Oriente sentís ganas de lastimarte”. Es la primera vez que incluyen una declaración política en sus letras.
–No creo que sea una frase política, por más que parezca serlo. Me parece que es más una apreciación personal del personaje que protagoniza esa canción, que es una chica muy joven que empieza a abrir los ojos a las políticas globales, sin saber cómo responder a eso y sintiéndose inútil frente a los manejos del mundo. No busca ser una bajada de línea, pero es una línea muy buena para empezar una estrofa (se ríe).
–A fines de septiembre del año pasado hubo en su país un referendo por la independencia escocesa del Reino Unido. ¿Qué impresión le dio, más allá del resultado final?
–Fue sorprendente, se sintió como algo muy positivo el hecho de que un cambio pudiera ser posible. No puedo hablar con seguridad por el total de los integrantes de la banda, pero creo que al final la mayoría estaba a favor de la independencia, porque el pueblo escocés está desilusionado con las políticas británicas. Cuando tenés la chance de viajar por el mundo, como es nuestro caso, vas a lugares como Copenhague, Oslo o Estocolmo, que te hacen ver que las cosas pueden ser de manera más equitativa. No creo que la monarquía sea algo realmente importante en Gran Bretaña, para ser honesta, al menos no políticamente. El sistema electoral y cómo el gobierno británico enriqueció a un sector privilegiado al que además no le cobra impuestos fueron los detonantes. Eso creo que fue lo que, más allá del resultado, hizo que tanta gente en Escocia expresara que no quería no formar parte.
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