Viernes, 25 de agosto de 2006 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A JUAN CARLOS CACERES, QUE PRESENTA EL CD “MURGA ARGENTINA”
Radicado en París desde 1968, recién en los últimos años su obra empezó a ser difundida aquí. Es compositor, pianista, pintor y estudioso de la música rioplatense. En ese ámbito reivindica la murga, el candombe y la milonga.
Por Karina Micheletto
Juan Carlos Cáceres es un convencido del origen negro del tango (“a esta altura ni me interesa polemizar sobre eso”, dirá) y desde allí construyó una original carrera, que a esta altura constituye una corriente dentro de la música rioplatense. Su música y su poesía retoman los ritmos de murgas, candombes y milongas, en una búsqueda que puede encontrar cruces que llegan hasta el tango electrónico. La presentación de su último CD, Murga argentina, hoy a las 23 en el ND Ateneo, tendrá invitados que marcan de alguna manera esta búsqueda: Daniel Melingo, Demargo Electronic Project y la murga Los Quitapenas. Estarán, también, los músicos con los que Cáceres ya está grabando su próximo CD: Pata Corbani, Zelmar Garín y Daniel Laham en percusión, Omar Massa en bandoneón, Víctor Murstein en clarinete y el trompetista francés Yohan Giaume.
Radicado en París desde 1968, Cáceres comenzó a ser conocido como músico en la Argentina primero a través de discos traídos de Francia por melómanos varios, pasados de mano en mano como una revelación. Hubo, también, periodistas como Julio Nudler, Víctor Hugo Morales o Lalo Mir que empezaron a pasar y hablar de su música con entusiasmo. Recién tres años atrás comenzaron a editarse sus discos en el mercado local. Además de pianista y compositor, Cáceres es un estudioso e investigador del tango, pintor y profesor de Historia del Arte. En esta visita, la Legislatura porteña le entregó un diploma en reconocimiento a la difusión del tango y sus raíces negras en el continente europeo, una distinción con la que Cáceres, dice, es el primer sorprendido.
El espectáculo del Ateneo ya fue presentado en París en marzo pasado, pero en una suerte de festival que duró todo el día y que incluyó talleres de percusión y murga. “Es una idea global, una suerte de viaje intercontinental por diferentes movidas que se están dando en el mundo”, define el músico a su Murga argentina. Entre esas movidas, la del tango eletrónico –aunque no es específicamente la suya– es una de las que rescata. De hecho, con Gotan Project hubo participaciones e invitaciones mutuas, y Eduardo Makaroff, el argentino integrante del grupo que introdujo al tango electrónico como un subgénero musical, produjo su último disco.
–¿Qué es lo que lo atrae hoy del tango electrónico?
–Lo considero una de las tantas salidas posibles desde los sonidos actuales, una forma de darle una vuelta de tuerca más al tango. El tango tiene una métrica rítmica que permite incorporar la electrónica sin problemas. Y el resultado fue que se le encontró un cauce más interesante a una música que se había vuelto mecánica, repetitiva, banal. El tango siempre fue una música de ida y vuelta, desde sus comienzos. En el camino que recorrió fue triturando e incorporando otros lenguajes, hasta transformarse en el tango contemporáneo. A pesar de esa fuerza interna de oposición al cambio, que surge desde ciertos sectores retrógrados, y que sólo habilita al tango for export, el tango siempre fue búsqueda, innovación.
–Sin embargo, siempre fue uno de los géneros con más resistencia al cambio desde los sectores tradicionales. Y hoy hay tangueros que consideran que el tango electrónico es mala palabra, como Rodolfo Mederos.
–Pero los tangueros tradicionales ya no existen, están muertos. Y hay gente que emprendió un camino inverso: de hacer tango-rock and roll se pasó al tradicionalismo a ultranza. Son caminos personales, que no reflejan un panorama general. Pero, insisto, el tango siempre estuvo abierto a los cambios, y cambios grandes. En sus actores siempre hubo un interés de renovación. De Caro en el ’20 usaba el violín corneta, que fue un antecedente del violín electrónico, toda una revolución para la época. El bandoneón también fue una incorporación, sin ir más lejos. Tampoco es cuestión de renegar de la tradición, el tema es lo que uno hace con esa tradición. Yo voy a la tradición porque me sirve de punto de partida, no para una reconstrucción histórica, sino para mostrar lo que puedo hacer hoycon lo que conozco. Fui muy resistido al principio, y operaron muchos prejuicios de clase, porque lo negro sí que era mala palabra.
–Y de esa resistencia inicial, ahora lo reciben con un reconocimiento de la Legislatura. ¿Cómo lo toma?
–Me sorprende una distinción en mi país. Yo no tengo contacto con los medios oficiales de acá, sólo me comunico con músicos, en su mayoría jóvenes que se mueven en cierto circuito underground del candombe y la murga. Una distinción oficial en la Argentina es algo realmente inesperado.
–¿En sus visitas a la Argentina, siente que llega para nutrirse de tango?
–No, yo ya no escucho tango. Estoy hasta acá de tango oficial. Todo lo que tenía que escuchar de tango, ya lo escuché. De lo que me nutro es de las propuestas alternativas, que me parecen las más ricas. Murgas como Los Quitapenas, conjuntos de percusión como La Chilinga, grupos como La Chicana. Eso es lo que me interesa hoy.
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