Un compositor tan cercano a la música de Lou Reed como a las vanguardias de los últimos años. Un autor llamado David Lang, que toma un cuento infantil y lo moldea como una Pasión, a la manera de las de Johann Sebastian Bach. Un músico que formó un grupo bautizado Bang on a Can que estrena e interpreta obras suyas y de otros colegas, y cuya estética resulta mucho más afín al rock que a la música de tradición académica. Por otro lado, un coro, Música Inaudita, integrado por cantantes que también son compositores y creado, originalmente, para hacer músicas propias. Y, también, un colectivo brasileño, SuperUber, dedicado al video, el diseño y las artes visuales. En el punto donde todo eso se junta, aparece el estreno, hoy a las 20, de La Pasión de la niña de los fósforos, en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC).

“Quería contar una historia”, explica el compositor. “Una historia en particular”. De hecho, la historia de La niña de los fósforos, de Hans Christian Andersen. “El original es ostensiblemente una obra para niños y contiene esa conmocionante combinación entre peligro y moralidad que caracteriza a tantas historias infantiles. Una niña pobre, golpeada por sus padres, trata infructuosamente de vender fósforos en la calle. Es ignorada y, finalmente, el frío la mata a la intemperie. A través de todo eso ella conserva, de alguna manera, su cristiana pureza de espíritu. Pero no es una bella historia”. Escrita para coro y algunos instrumentos de percusión, tocados por los mismos cantantes, la obra implica un considerable desafío para los intérpretes. Con funciones, además de la de esta noche, mañana a las 17 y los próximos martes 16, miércoles 17, jueves 18 y viernes 19, a las 20, el diseño y operación de sonido estará a cargo de Ignacio Llobera y el diseño de iluminación es de Alfredo Morelli.