Un viaje iniciático por Córdoba, San Luis y San Juan le permitió a Juan Forche descubrir y acercarse a la música de raíz folklórica. Le fue imposible, entonces, no trasladar esa experiencia sonora a un terreno compositivo. Y mientras seguía al frente de la banda de rock Sai Amet, Forche sintió la “fuerte necesidad” de expresar sus nuevas inquietudes musicales y grabar canciones propias. El resultado es Máquina del tiempo, un interesante disco debut que reúne tango, murga, chacarera y zamba, siempre desde un enfoque urbano. “La música te transporta hacia otros lugares, personas, olores y tiempos, vividos o imaginados. La canción es la estructura por excelencia para plasmar una idea, un sentimiento”, entiende Forche. El músico devenido en cantautor presentará su CD este jueves en Borges 1975, un nuevo espacio palermitano.

“En cuanto a la sonoridad del disco, tenía ganar de hacer algo que fuera ‘transportable’, aunque después se agrandó más la banda; pero lo eléctrico fue perdiendo lugar. De todas formas, yo tengo un presente rockero. No quiero ver las cosas con una lógica binaria, uno no es el mismo todos los días”, resalta el músico. La formación criolla que grabó en su proyecto nuevo se llama Los Compañeros del Vino y la integran Juan Martín Zícari (guitarra y voz), Leandro Vargas (percusión), Carla Vazzana (piano) y Ariel Gayoso (violín). Y aportaron lo suyo tres invitados especiales: Alejandro Balbis en la murga canción “Paseo de domingo”, Peyo Campoliete (de Rey Gurú) en la tanguera “Martes trece” y el versátil Tomi Lebrero en “El circo brillará” y “El amo”.

Forche cuenta que la intención del disco fue indagar en la raíz folklórica y ver “qué le pasaba” con ese universo sonoro. “En 2008, estuve diez días internado en Cosquín Folklore y me hice amigo de los chicos del Ballet Folklórico. Después estuve en el cumpleaños de la Abuela (Doña María Luisa) Carabajal, en Santiago del Estero, y ahí vi la cocina real de la música folklórica. ¡Te puedo asegurar que hay bombistos más zarpados que el baterista de Metallica!”, recuerda con humor el músico de Temperley. “Así que abordé estos géneros desde la irreverencia total”, reconoce. Y sigue con su relato: “En Santiago, vi a una nena de tres años bailando chacarera como si hiciese 25 años que empezó a bailar. Entonces, yo creo que lo importante es sentir y conectarte con lo que está pasando a nivel folklórico. Después, no importa si el rasguido de la chacarera es más o menos correcto. Lo que importa, en todo caso, es la señal. Desde ése lugar es que yo interpreto. Los santiagueños le cantan mucho a la familia y la chacarera que está incluida en el disco, ‘El día de las almas’, se la escribí a mi abuelo”.