Miércoles, 12 de agosto de 2015 | Hoy
MUSICA › LA MISSISSIPPI PRESENTA INOXIDABLES, SU NOTABLE CD DE COVERS
Según el cantante Ricardo Tapia, este trabajo, en el que versionan a León Gieco, Sumo, Vox Dei, los Redondos, Pescado Rabioso, Moris y Pappo, entre otros, es como un ejercicio de la memoria, “casi” de fogón, que se fue resolviendo bajo la dinámica de lo impensado.
Por Cristian Vitale
La Mississippi, un clásico. Ahora, la banda que atravesó veintiséis años de rock y blues sacó un disco que hace honor a su impronta. Le puso –casual y casualmente– Inoxidables y consta de trece gemas del más profundo y deleitable patrimonio rocker argentino, en perspectiva histórica. Amerita de sobra nombrar cada cual, claro (“Post Crucifixión”, “Ritmo y blues con armónica”, “No tan distintos”, “Cementerio club”, “Una casa con diez pinos”, “La mamá de Jimmy”, “Masacre en el Puticlub”, “Todos los caballos blancos”, “Pato trabaja en una carnicería”, “Azúcar amarga”, “Blues del estibador”, “Gato de la calle negra”, “Mejor no hablar de ciertas cosas”) y el veredicto sale de una: ¡Chau, loco! “La idea fue parte de nuestra incursión en temas de bandas que nos gustan, para incluirlas en los shows como una forma de disfrute. Lo del disco fue posterior. Empezó a surgir desde el momento en que nos sentimos cómodos con las versiones”, explica el cofundador, cantante, violero y compositor de la Mississippi –Ricardo Tapia– sobre los orígenes de este excelente disco de versiones que la banda está presentando en La Trastienda (Balcarce 460) mañana y el 27.
“Elegimos estas canciones porque siempre nos gustaron y nos quedan cómodas al estilo”, refuerza otro de los fundadores, el baterista Juan Carlos Tordó. Y así, cada quien dará su versión de los hechos. El guitarrista Gustavo Ginoi, otro Mississippi de la primera hora, irá más al detalle. Dirá que también fue cosa de shows, pero que hubo que darle una vuelta a cada tema: “Ricardo Tapia empezaba con la guitarra y lo seguíamos según la versión que pintaba en ese momento. En un punto nos pareció que era interesante y divertido tocar temas que nos gustaban del rock argentino, pero dándole una vuelta más y trabajando en un show especial con esa temática; después vino la idea de plasmar esas canciones en un disco”, dice él, mientras Claudio Cannavo –bajo original– va a lo lúdico (“Surgió como una diversión en la sala y en alguna prueba de sonido. No tiene una explicación lógica”) y Gastón Picazo aprueba en general: “La idea surgió en los ensayos y se llevó a los shows”, remarca el tecladista/pianista que reemplazó a Miguel de Ipola, a mediados de 2004.
–¿Se “pelearon” mucho para elegir las versiones? Se intuye que, teniendo en cuenta el inmenso acervo del rock argentino, no habrá sido tarea fácil elegir apenas trece temas.
Juan Tordó: –No nos peleamos, sólo respetamos el criterio común, y eso es lo más inteligente para salir adelante con un proyecto difícil como éste. Es básico respetar las tonalidades y los estilos que le iban quedando bien a Ricardo.
Ricardo Tapia: –Inicialmente, nos fue un poco confuso encarar ciertos temas, especialmente los de Spinetta, que tienen un aura muy particular. Son temas imposibles de desarmar, obras maestras, ¿no? Sumo, en cambio, fue muy relajado, descontracturado, para mí.
Gustavo Ginoi: –Es una lista de temas bastante consensuada, diría que en un porcentaje altísimo. La verdad es que estamos acostumbrados a elegir las canciones para nuestros discos de temas propios, así que es un ejercicio que tenemos aceitado. También está el hecho de que sabemos qué estilos nos quedan mejor o qué temáticas son más cercanas a nuestro estilo, y en eso estamos de acuerdo en un alto porcentaje.
Claudio Cannavo: –Además, el proceso selectivo fue muy placentero. Todo es fácil y difícil a la vez, según cómo se mire, pero el conocimiento entre nosotros simplifica todo cuando queremos que sea así. A veces somos difíciles, sí, pero no fue este el caso.
Gastón Picazo: –No fue difícil. Cada título que aparecía era un “¡qué temazo!, hagámoslo”, y a los diez minutos ya teníamos la lista de canciones casi lista.
G. G.: –Sí, porque el repertorio fue surgiendo de charlas y zapadas. Recordar una canción y decir, “éste no puede faltar”: algunos como “Gato de la calle negra” lo veníamos tocando, es parte del disco de 25 años, y tiene un trabajo muy lindo de las cuerdas para lograr una versión diferente. También es un tema de Pappo no muy versionado. Lo mismo con “Pato trabaja en una carnicería”, emblemático de una época. También fue interesante poder hacer una versión de “Masacre en el Puticlub”, de los Redondos, del rock más ochentoso. Está el caso de Sumo con “Mejor no hablar de ciertas cosas”, un tema que casi improvisamos todo el tiempo y en cada show es diferente, y después el blues más tradicional de “Blues del estibador”, de Memphis, que está en su primer disco. Este trabajo resume bastante bien nuestro gusto por el rock argentino (ver recuadro).
Tapia extiende su definición sobre el trabajo número trece de la banda. Dice que es como un ejercicio de la memoria o un reflejo de guitarras callejeras, “casi” de fogón, que se fue resolviendo bajo la dinámica de lo impensado. Esa que surge cuando se vive más de lo que se piensa. O se piensa en casi nada. O solo en dejarse llevar por circunstancias placenteras. Cada tema refleja eso. La forma en que esta formidable banda argentina mira al rock originario desde lo musical, pero sobre todo desde lo emocional. Es imposible comprenderlo sin tal factor. “Fue un ejercicio de la memoria emotiva diría yo, porque tocar algunas canciones no sólo requiere recordarlas en el instrumento sino en el entorno en el que se escuchaban, y de eso depende mucho la interpretación”, sostiene Ginoi. “Si, y no sólo fue –y es– un ejercicio de la memoria, sino un placer poder dejar grabado un material tan importante con la música que nos alimentó en la adolescencia y que nos vinculó con el rock nacional. Respecto de lo afectivo fue emocionante tocar y grabar aquellos temas con los que crecimos musicalmente. En mi caso, cada tema fue como regresar a mis primeros momentos de músico, recordé mi barrio, mis primeras bandas y los primeros intentos de reproducir un tema que admiraba y cantaba todo el tiempo”, testimonia Tordó, en sintonía con Cannavo, que sintetiza todo con una imagen certera: “Este disco es un túnel del tiempo musical”.
–¿De qué manera fueron trabajando musicalmente semejante repertorio?
R. T.: –Los temas fueron surgiendo bastante rápido, porque son canciones que nos quedan bien para tocar, musicalmente amigas. En algunas hubo ganas de versionar más que en otras, probablemente porque hay temas que al ser tan característicos como “Masacre en el Puticlub”, tocados igual no rinden el efecto deseado de una versión.
C. C.: –Y además no hubo una selección marketinera. De los quince nombres iniciales que fuimos tirando, quedaron trece.
G. P.: –Las canciones fueron elegidas una tarde en la sala, casi de manera instantánea. El trabajo sobre ellas fue simplemente tocarlas, porque entre nosotros no charlamos mucho acerca de cómo tocar. Cada uno produce su propio instrumento y confiamos plenamente en el criterio del otro. El concepto minimalista nos ha llevado a tocar con más aire y poder.
J. T.: –Todos los temas fueron grabados en corte directo. Vale decir que tocamos todos juntos; sólo Ricardo ponía las voces después, hubo algún solo que elegimos de otra toma, pero en general fueron tomas completas.
–Por lo que dicen, no quedaron muchos temas afuera, como podría presumirse a priori. En cualquier caso, ¿cuáles excluyeron y por qué?
R. T.: –Algunos los tocamos en vivo igual, como “Blues de Santa Fe” o “Ana no Duerme” de Almendra, pero los que más ranquearon fueron éstos, aunque, claro, la lista podría ser interminable.
J. T.: –También quedaron afuera “No obstante lo cual” y “Tren de las 16”, de Pappo. Creo que fue porque había muchas versiones, son los temas más tocados del Carpo, mas alguno de Spinetta, como “Ana no duerme”.
G. G.: –Además de “Mi perro dinamita”, que también hacemos. En general quedaron afuera las obviedades, los temas que sería una tentación grabar, pero que ya fueron hechos muchas veces. Preferimos ir a buscar esas canciones que si bien todos conocemos no son de las más pasadas.
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