“Bajo sus riendas, la patria sólo tuvo días grises.” Ya con una pieza musical acriollada que deschave el carácter de Bartolomé Mitre, el disco valdría la pena. Pero, claro, siempre hace falta un todo que acompañe. Por ejemplo, catorce piezas más –entre valses, tangos y milongas– que definan un aporte distinto: el de un sexteto con epicentro en un dúo (Angel Pulice-Ruth De Vicenzo), cuya impronta vivaz, vernácula y certera le valió la posibilidad de grabar Corazón Criollo, tras haber ganado el Concurso Nacional de Igualdad Cultural. “El tango tiene tres patas, la música, la poesía y el baile”, introduce Pulice, autor de nueve de los temas. Y luego desagrega: “En lo musical hacemos tango de guitarras; en la poesía, trato de ser directo, concreto, que haya algo para decir y que todos lo entiendan sin mucha vuelta, que es algo que siempre me gustó de los grandes letristas; y en cuanto al baile, nos parece que es algo esencial. Sin la milonga no hay futuro”, sentencia este singular cantautor, egresado de la escuela de Sadaic.

Pulice y la cantora De Vicenzo –eficazmente secundados por Emiliano Faryna y Pablo Covacevich en guitarras, Nacho Peralta en guitarrón y Juan Bertoli en contrabajo– presentarán el disco el sábado 22 de agosto a las 22 en el Bar-Milonga Los Laureles (Iriarte 2290) y la idea es extender in situ ante otros las inclinaciones estéticas que el dúo acarrea desde su aparición, en 2006. Y que se traslucen nítidas –también– en los dos trabajos anteriores: Tangos nuevos y usados y La carnada. “Creo que en los tres discos hay una continuidad total: el proyecto que tenemos con Ruth es la unión de nuestros trabajos solistas: ella como versionadora y yo como cantautor, así es en nuestros shows y en nuestros discos. No tenemos la necesidad de una ruptura, no somos la vanguardia de nada, solo queremos ir puliendo lo nuestro. La búsqueda pasa por ahí: no nos gusta romper ni que nos rompan”, ironiza Pulice, sobre el desarrollo de un estilo que tiene a la tríada Gardel-Corsini-Rivero siempre en el espejo.

–De las catorce piezas que pueblan el disco, nueve son suyas. ¿Por qué tal énfasis en lo autoral, en un género hiperpoblado de “versionadores”?

–Puede ser que en la actualidad haya muchos versionadores, pero históricamente el tango ha tenido grandes autores. De hecho, la calidad de las composiciones intimidan un poco a la hora de ponerse a escribir algo. Hay una vara muy alta y más de uno recula. En lo personal, privilegio lo autoral porque soy un cantautor, más autor que cantor.

Un cantautor que, convidado a la autorreferencia, tiene que contestar sobre sus preferencias personales. “Me resulta un poco incómodo opinar sobre mi obra, pero voy a dar el gusto: creo que los candidatos a lanzarme al estrellato –ríe– son ‘Muñecos del arrabal’, porque es una milonga redonda, bien bailable, sencilla y sin pretensiones; ‘Valsecito’, un vals romántico y melancólico y ‘Así soy yo’, una milonga campera, donde hablo sobre la alienación de la gran ciudad y me acerco un poco al rap”, resalta el hombre que se mueve como pez en el agua entre guitarras telúricas, absurdos, humores y angustias en trance de catarsis. “Para componer puedo poner la lupa en cualquier parte, siempre y cuando haya una idea, La idea está condesada en una frase, la frase puede aparecer en una charla, en un libro, el diario, un cartel. Y por otro lado, trato de ser descriptivo, a veces de lo que me rodea, y otras, de un paisaje interior”, señala Pulice, que aún se tiene que ganar la vida como odontólogo.

–Sigue sacando muelas, ¿no?

–Gracias a Dios, sí. ¡Ni olvido ni perdón: extracción!