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Jueves, 7 de septiembre de 2006

MUSICA › SPINETTA EN LA TRASTIENDA

Los nuevos sonidos de un insobornable

El Flaco lució sereno e introspectivo en el estreno porteño de Pan, su último disco. Casi no tocó clásicos, pero nadie se quejó.

 Por Cristian Vitale

El “vip” de La Trastienda resulta un lugar ideal para testear el retorno “humano” de las nuevas canciones de Spinetta. Desde arriba, en ángulo cruzado, se ven escenas con movimientos ceñidos: cabezas que giran lentamente; un anónimo pie derecho que acompaña el tempo exacto, casi mántrico, del baterista Sergio Verdinelli; la conversación silenciosa de una pareja que implota ante “Sexo”, el clásico de Jade; y rostros que se desdibujan de emoción cuando Luis solea profundo en “Qué hermosa estás” o “Bolsodios”. En otras, prolifera un quietismo casi absoluto. Pasa en “Chachus”, según la lista de temas escrita de puño y letra por Spinetta, improvisación en que Claudio Cardone se convierte en una especie de mix entre Keith Emerson y Rick Wakeman misterioso y psicodélico. O en la intensa “Tonta luz”, cuya tensión desborda hacia las células.

Suma: los años últimos de Spinetta están teñidos de un aura sencilla, serena, introspectiva. Es como si se hubiese metido para adentro, tal vez más que nunca, y sólo deseara compartir los enigmas de su arte con gente exclusivamente sensible. Antimercado. No está diciendo otra cosa cuando profiere, con elegante ironía, que uno de los temas más bellos del reciente Pan –“Preconición”– ha llegado al puesto número 2 en Tanzania. Tampoco cuando ejecuta con su excelente banda “todos” los temas nuevos y sólo cede ante la historia con tres canciones de Jade, y otras tantas repartidas entre sus agrupaciones setentistas. Dicho de otro modo, el Flaco siempre –las polémicas mediáticas corren por otro lado, claro–- pasó por alto el qué dirán y los tiempos que corren no son una excepción. Con este poquitito le alcanzó para colmar dos veces La Trastienda y estrenar Pan en Capital, medio año después de sacarlo del horno.

Hubo un primer paso. El 22 de mayo tocó por primera vez los temas del disco en el Teatro Coliseo de Lomas de Zamora. Fue, por decir, su presentación informal y encubierta. Novecientas personas transpiraron el oído con las jazzeadas texturas de “Canción de noche”; se perdieron en los laberintos de ensueño con “No habrá un destino incierto”. O participaron de esa síntesis estética exacta que implica “Cabecita Calesita”. También debutaron en público “La flor de Santo Tomé” –especie de “Barro tal vez” progresivo–; el “hit” “Atado a tu frontera” y “Qué hermosa estás”, canción espesa y climática, que se pone furiosa cuando Luis pisa el pedal. Todas ellas matizadas con atenciones para los eternos pedidores de temas: “Seguir viviendo sin tu amor”, “Durazno sangrando”, “Buenos Aires alma de piedra”, la amena versión de “Las cosas tienen movimiento” (de Fito Páez), “A Starosta el idiota” –remarcada en su momento como una de sus mejores ejecuciones en vivo–, “Laura va” y “La herida de París”.

¿Qué hizo Luis en La Trastienda? Una simple operación de copy and past musical. Ejecutó los mismos temas –macerados y perfeccionados por tres meses de ensayo– y agregó tres que habían quedado en el tintero aquella vez. La hermosísima “Sinfín”, en la que Luis se mira en un espejo 30 años atrás y retoma el rayo que enlaza su trayectoria. (Alguna vez / querida mía / te pregunté por un rayo / que viste en la avenida.) La delicia onírica llamada “Proserpina” –“Diosa de la fertilidad, que tiene las bolas llenas de que hagamos mierda todo lo que produce”, Flaco dixit– y “Bolsodios”, neologismo “sonoro” que, según el diccionario místico spinetteano, explica una situación del cielo. “Todas las cosas que se pierden las tiene en un bolso Dios.” Impecable. El único agregado histórico fue un rescate de “Los niños que escriben en el cielo”: “Un viento celeste”, que dejó a todos bailando con su sombra. Spinetta mostró dos veces la misma película y, en la última, convenció de su vigencia a quienes no se habían animado a cruzar el Riachuelo.

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Luis Alberto Spinetta, cada vez más afuera del mercado, sigue mostrándose en gran forma artística.
 
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