Lunes, 7 de marzo de 2016 | Hoy
MUSICA › RECITAL DE SUáREZ, A QUINCE AñOS DE SU úLTIMA PRESENTACIóN
Agrupación emblemática del indie en la década del 90, congregó en Ciudad Cultural Konex a unos dos mil fans, que durante dos horas disfrutaron del recorrido interpretativo ofrecido por el quinteto. Las viejas canciones de Suárez sonaron más contemporáneas que nunca.
Por Yumber Vera Rojas
En el verano de 2001, uno tan caluroso como éste, en todos los sentidos, Suárez se presentó en el Podestá. Salvo por el estreno de un tema nuevo, ese recital en el boliche del barrio de Palermo se desarrolló con normalidad. Pero lo que nunca se imaginaron ni los fans ni los propios integrantes del grupo fue que sería el último. Sucedió en el momento de mayor popularidad del entonces cuarteto, tras la salida de su disco Excursiones (2000), que tuvo en el single “Río Paraná” un fenómeno inesperado porque por primera vez el ignoto indie se abría paso entre la tupida oferta del mainstream del rock argentino. Un año más tarde de ese show con sabor a final de Raymond Carver, Rosario Bléfari, vocalista de la agrupación, llevó adelante una carrera solista que abarcó también la actuación, la poesía y las artes plásticas, mientras que el guitarrista Gonzalo Córdoba, aparte de dedicarse a la música incidental, fue convocado por Gustavo Cerati, Vicentico y Richard Coleman para que formara parte de sus respectivas bandas. Del resto se supo poco y nada.
A partir de ese instante, Suárez comenzó a gozar de un gran culto en torno a su obra, incluso fuera de la Argentina, al tiempo que artistas coetáneos a ellos como Babasónicos pegaron el salto hacia la masividad. Si bien sus integrantes se resistieron a la idea de la vuelta, sobre todo tras la publicación del boxset La colección (2005), una nueva generación de músicos del indie argentino se encargó de preservar, redimir y amplificar su legado. Uno de ellos, Fernando Blanco, cineasta y guitarrista de Valle de Muñecas, fue más allá al proponerles a los integrantes de la agrupación creada a fines de los ochenta hacer una película, lo que derivó en el documental Entre dos luces, que fue estrenado en la pasada edición del Festival de Cine de Mar del Plata. Eso decantó a su vez en un show improvisado y sorpresivo de la formación original en La Feliz, el cual, como era de suponerse, despertó las esperanzas para una nueva presentación del grupo que completan el bajista Fabio Suárez, el guitarrista Marcelo Zanelli y el baterista Diego Fosser. Y así pasó.
A 15 años de su última presentación, uno de los grandes grupos nacionales de los noventa volvió el viernes pasado a los escenarios porteños, en un Ciudad Cultural Konex lleno de emoción, de expectativa y de público (se agotaron las entradas), con la excusa de seguir promocionando su documental. Pero fue un mero pretexto, pues, a pesar de que la cinta sólo abarca sus dos primeros discos, en esta oportunidad Suárez se lo tocó todo. Y no se trata de una hipérbole. Durante un par de horas, que se fueron volando, el quinteto revisitó 24 temas, enmarcados además en un ambiente híper festivo. Aunque el show estaba programado para el espacio al aire libre del predio de Once, la lluvia obligó a mudarlo a la sala techada, lo que le aportó un espíritu no sólo íntimo, sino más under al evento. Una vez en el escenario, y sin más, la maratón de canciones independientes, sensibles, experimentales, pogueras y desenfadadas largó con “Tarde de cansancio”, de su cuarto y último trabajo de estudio, Excursiones, al que le secundó “Prueba de valor”, que abre su segunda producción, Horrible (1995).
Luego de “Falso ladrido”, a la que el público se prendió en el cierre, siguieron la balada lo fi “Mañana”, de su primer álbum, Hora de no ver (1994), esa oda a la canción dulce, bajonera y alucinada llamada “Brilla” y el clásico “Morirán”. Hasta acá, Suárez respetó las intenciones originales de sus composiciones, que en esta época, donde la libertad creativa y el “hacelo vos mismo” son las constantes, suenan más contemporáneas que nunca. Sin embargo, lo más desconcertante estaba por acontecer. Cuando llegó el momento de hacer “Porvenir”, uno de los temas más frontales y viscerales no sólo de su gran álbum Galope (1996), sino de su discografía, al igual que uno de los más esperados, el quinteto lo desarmó para convertirlo en una pieza más lenta sobre la que pudieron pintar nuevos matices. Y el resultado fue brillante. Amén de demostrar que siguen siendo unos adelantados, los integrantes de Suárez también evidenciaron que hoy son unos músicos impecables, comenzando por Córdoba, cuyo estilo, además de haber cautivado a un guitarrista excepcional como Cerati, es todavía más espectacular.
Si bien las complicidades entre Córdoba y Zanelli y la base rítmica alcanzaron picos altísimos en “Nuestro amigo asiático”, “Susme” y en “La distancia”, Bléfari dejó constancia de que su título nobiliario de “emperatriz del indie argentino” no es azaroso. Dueña de un modo interpretativo único y de una performance magnética, la cantautora marplatense, quien no podía disimular su satisfacción por el momento vivido, mostró una de las actuaciones más potentes que se le hayan visto en mucho tiempo. Lo que tomó un pulso memorable en la última recta del recital, a partir de “Excursiones” y de “La copa”, cuando las 2000 personas que se acercaron para reencontrarse o para ver por primera vez a Suárez le subieron los vatios a la celebración. Así que tras dejar caldeado el aire con “Asesina”, el quinteto regresó al escenario decidido, luego de que su líder agradeciera la magia de esa noche y presentara a sus colegas, a romperlo todo con “Río Paraná”, “Estrella solitaria”, “Desmaya” y el infartante “Camión regador”. Al final, nadie lo podía creer: ¡Volvió Suárez! El acorazado del indie argentino.
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