Jueves, 31 de marzo de 2016 | Hoy
MUSICA › JUAN VALENTINO VUELVE A ABRIR SU BAZAR ESTA NOCHE EN LA CONFITERIA IDEAL
Con Wes Montgomery como guía, el guitarrista que se dio el gran gusto de integrar los Funky Torinos de Willy Crook sigue abriendo el abanico para alimentar una música siempre mutante. “Pero el jazz que me gusta hoy sigue siendo el mismo de siempre”, dice.
Por Cristian Vitale
El vínculo de Juan Valentino con el jazz está signado por una seguidilla de singularidades. Está al borde de ser un border dentro del género, si se dobla la apuesta. Primero, porque es casi único en tocar la guitarra con la técnica del pulgar; otro es su musa Wes Montgomery, notable guitarrista de Indianápolis, muerto en 1968. Segundo, porque fundó un grupo y le puso “Jazz Bazar”, un término cuya acepción lo ubica en la original lógica del mercado callejero donde se vende de todo. Tercero, porque –asociado con lo segundo– no tiene ningún prurito en decir que hace jazz villero o cumbia jazzera, como sentenció en una nota a este diario en junio de 2002. O, como va a decir en esta, que se viene una simbiosis de jazz con rap. “Es una idea loca, sí”, refrenda él, que está a punto de convertirla en realidad hoy a las 21 en la Confitería Ideal (Suipacha 384). “La idea es hacer un rap con más jazz de lo acostumbrado, nada más. Me gusta el rap, pero al ser tan monotonal me aburre un poco. Quiero combinarlo con melodía y no sé cómo será, pero hay que probar a ver qué pasa”, modula Valentino, que invitó buena materia prima de ambos géneros para intentarlo: Mustafá Yoda en rap, por caso. Y Alvaro Torres, pianista de jazz. “Supongo que me perdonarán... ¡perdonaron a tantos!”, se ríe el hombre que, dicen, fue elogiado por gente como Mike Stern, John Scofield, James Brown y George Benson.
Y que –cuarta singularidad, tal vez– comenzó en esto de la música profesional bordeando los 30 años, por la tangente: Willy Crook y los Funky Torinos. “Los Funky Torinos fueron ‘la’ banda. Estoy muy orgulloso de haber participado de ella, por todo lo que aprendí no solo con esos músicos enormes como Jorge Pascuali, el mismo Willy o Patán Vidal, sino también por lo que aprendí del medio en donde trabajo. Además, fue la plataforma de lanzamiento de Valentino Jazz Bazar”, evoca el hombre que formó su banda en 1998 y que la mantiene hasta hoy. “Siento que a muchos años de trabajar suele haber mesetas, pero es una banda que se ganó un lugar, que la gente reconoce su existencia, y eso me enorgullece más que el dinero que pueda ganar. Después, como en toda banda de jazz, fueron cambiando los músicos por cuestiones económicas, pero siempre fueron excelentes en lo que hacen y, aunque siempre fui la cabeza de esta banda, ahora tengo a mi hijo Matías, un pianista que es como mi socio. Así que le veo buen futuro”, vende Valentino en otro de los puestos del bazar, que hoy completan Nicolás Socoratto en batería y Diego Arnal en bajo.
Un bazar jazzero que, además de rap y cumbia, incluye otros “productos” como el blues a go go o el hip hop. E influencias que podría sorprender a más de uno. O no, a esta altura. “Uhhhh... ¡tengo tantas!”, se entusiasma. “Empiezo por Ubaldo De Lío, Horacio Salgán, Daft Punk, Madness, Joao Donato o Elis Regina, depende el momento. Y sigo por los que siempre escuché como The Beatles y Pink Floyd, y todos los jazzeros buenos: Charlie Parker, John Coltrane, Clifford Brown, y por supuesto Montgomery, de quien sigo perfeccionando una técnica que es difícil pero honesta, cálida y diferente. No me jode para nada que me sigan asociando a él, porque cuando decidí hacer esta técnica supe que siempre dirían: ‘Ah!... toca como Wes’... ‘sí, man, toco como Wes... me considero un apóstol suyo, que ya es mucho’”, enfatiza el guitarrista, cuyo setlist para la ocasión pasará por piezas de Jobim, Baden Powell, Beatles, y el mismo Montgomery. “Temas de ellos más temas propios, que es otra faceta que pienso que hay que experimentar... la composición”, sostiene Valentino quien, de paso cañazo, muestra una posición nihilista respecto del jazz de hoy.
“El jazz que me gusta hoy en día sigue siendo el mismo de siempre. No creo que se pueda, en este género, superar el Hard bop o a Miles Davis y Louis Armstrong. Si querés hacer algo nuevo dedicate a la computación... con perdón, lo digo”, dispara el hombre, que se tomó ocho años de su vida para reemplazar la púa por el dedo pulgar con el único objeto de tocar la guitarra de manera “heterodoxa”, y que alguna vez llegó a sumar ocasionalmente a su proyecto –quinta singularidad– a Diego Torres, en un intento por convertir al jazz en “apto para todo público”, algo que también propuso con el Valentino Hammond Trío. “El Hammond Trío lo hice por mi amistad con Fernando Rusconi, gran cultor del Hammond, y Nicolás Socoratto, en batería. Yo venía de grabar Reo pero educado, un disco con muchos músicos e instrumentos, quería descansar y el trío se dio en el momento justo. Nos permitió hacer giras y conciertos con mucha facilidad y con una música accesible para todo tipo de oídos. Siempre digo que este trío lo formaron todos los grandes guitarristas de la historia... y yo”, se ríe Valentino, resumiendo un sinfín de fantasías en una.
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