MUSICA › JUANJO DOMíNGUEZ HABLA DE SU DISCO CON VERSIONES DE ALFREDO ZITARROSA
Como parte de una trilogía que se completa con Chabuca Granda y The Beatles, el notable guitarrista se propuso revisitar canciones del cantor uruguayo que van de “Doña Soledad” y “P’al que se va” a páginas menos conocidas como “Truco va” y “La coyunda”.
› Por Sergio Sánchez
Juanjo Domínguez es uno de esos músicos que ya “están hechos”. Que ya se dieron todos los gustos y se dan el lujo de arriesgar en cada disco. Que gozan del respaldo y la espalda para mover el timón hacia lugares más incómodos y menos seguros. Juanjo Domínguez siempre cae bien parado. El guitarrista afincado hace 30 años en Burzaco, en el sur del conurbano, acaba de publicar A Zitarrosa, la segunda parte de la trilogía en la que versiona también a la peruana Chabuca Granda (lanzado el año pasado) y a The Beatles (disco que verá la luz en la segunda mitad del año). En todos los casos, trató de esquivarle al repertorio más conocido. “Busqué la parte que creo que es sensible para el artista. No busco vender un disco más, voy al corazón de los artistas. Fui al corazón de Chabuca, de Alfredo y creo ir al corazón de The Beatles, por eso hago estos tributos. Sé lo que sienten estos tipos. Los tributos tienen que ser para ellos”, entiende Domínguez, quien mostrará sus versiones –con especial acento en Zitarrosa– hoy a las 21 en el Torquato Tasso (Defensa 1575) y repetirá el jueves 14.
–Se cumplieron 80 años del nacimiento de Alfredo Zitarrosa el mes pasado. ¿Por qué cree que su obra sigue tan vigente?
–La salida del disco en el aniversario se dio casualmente. No salió otro referente como Alfredo. Nadie supera una canción como “Milonga para una niña”, “El violín de Becho” o “Doña Soledad”. Es como el caso de Chabuca, que hizo “Fina estampa”, “La flor de la canela” o “José Antonio”. Pasa lo mismo con “Yesterday”, de The Beatles. Entonces, creo que quedan los referentes, como Gardel. Al referente es muy difícil voltearlo, porque se hicieron carne en el pueblo. El repertorio de Zitarrosa es muy difícil de abordar con la guitarra porque él se metió mucho con las letras de las canciones, que dicen muchas cosas. Se me hizo difícil porque lo mío es musical, instrumental, tuve que agarrar la melodía, nada más. La idea es que se escuchen los temas de Zitarrosa, pero cuando lo hagas digas “el que toca es Juanjo”, eso es lo más importante, sin manosear la melodía, modificando los arreglos un poco para que no sea una imitación.
Lúdico, inquieto, no para de contar los proyectos que se trae entre manos: “Los planes de futuro son los que te llevan adelante”, dice. Anda con ganas de homenajear también a Horacio Guarany, un compañero de andanzas. “En casi todos mis discos toco uno o dos temas de él, pero nunca hice un disco sólo de canciones suyas. No lo hice porque no quise treparme de las paredes. Creo que Horacio sí ahora está en tiempo de recibir tributos. Sino era como prenderme de ‘Caballo que no galopa’ o ‘Si se calla el cantor’. Horacio siempre fue un tipo vigente. Entonces, prenderme de la cola del barrilete no me gusta. Aparte tenés que ser un conocedor. Yo conozco todo su repertorio: la mejor forma de hacerle un tributo a alguien es conocer el repertorio completo, saber las cosas lindas que hizo, no lo que fue éxito”.
Pero el tiempo presente lo invita a hablar de Zitarrosa. “Era un tipo que se plantaba en el medio del escenario, rodeado por sus guitarristas, con una seriedad tan profunda que imponía el respeto, la admiración y el cariño de la gente. Parecía antipático, pero no lo era. Contaba cuentos, pero él no se reía, hacía reír al público”. Hace un tiempo, tuvo la suerte de compartir varias fechas con Silvio Ortega, uno de los guitarristas que más estuvo con Zitarrosa. “Más que guitarrista, fue amigo. Cuando Alfredo falleció, él no quería tocar más. Todos los años lleva la púa a la tumba, no recuerdo si en el aniversario de su nacimiento o muerte”, cuenta Domínguez y dice con vehemencia: “Yo trabajé con todos y nunca tuve problema con nadie. Esto se hace en serio o no se hace, no es joda”.
El disco está compuesto por 12 versiones instrumentales, que van desde clásicos como “Doña Soledad” o “Pa’l que se va” hasta perlitas poco transitadas como el candombe “Truco va” o el estilo “La coyunta”. “No fui directamente a los temas más conocidos. A Alfredo le gustaba ‘La coyunta’, porque se la acompañaba él con la guitarra. Se pondría contento si la escuchara”, dice, sonriente. La única cantada (en voz de Majo Lanzón) es “Milonga por él”, cuyo autor es Carlos Díaz “Caito”. “‘Caito’ lo describe tal cual era: un tipo con voz de chelo, que esquivaba la sonrisa, pero no porque era un ogro, sino porque era su personalidad”. Además de Lanzón, el trío que subirá al escenario del Tasso se completa con el guitarrista Hernán Fredes.
–Acompañó a Goyeneche, Alberto Podestá, Chango Nieto, Guarany... ¿Tiene alguna deuda pendiente con la música?
–No. Al contrario, gracias a la guitarra y a la música tuve todo; tengo hasta la pretensión de vivir de esto. ¿Qué más le puedo pedir? El día que me piante de este mundo lo que voy a extrañar va a ser la guitarra. La música es lo que me lleva a seguir viviendo y luchando. Hice lo bueno, hice lo que tenía que hacer y lo que no, viajé, recorrí el mundo, toqué en lugares donde ni siquiera pensaba pasar por la puerta, conozco el cariño de la gente. ¿Qué más puedo pedir? No hay cuenta pendiente.
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