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Viernes, 15 de abril de 2016

MUSICA › EL GRUPO LA COLMENA PRESENTA EL DISCO OILANDO

Voces expandidas en ritmos y paisajes

Se presentan como un “ensamble de mujeres”, antes que como una formación coral. Tras cuatro años de trabajo produjeron un álbum con un repertorio amplio, de ritmo contagioso, que hace pie en autores latinoamericanos, en el cancionero popular y en las raíces afro.

 Por Karina Micheletto

Son un grupo de dieciséis mujeres que encontraron una manera totalmente original, expresiva y de calidad de proponer un trabajo vocal. Se presentan como un “ensamble de mujeres”, antes que como una formación coral, y los arreglos que proponen son diferentes a los de un coro, sumando percusión y, en el vivo, todo un despliegue escénico que aporta una marca propia diferente. Son La Colmena, un nombre que bien refleja un modo de trabajo organizado y colaborativo que hace posible el trabajo “de a muchas”. Tras cuatro años de intenso trabajo, plasmaron en el disco Oilando un repertorio amplio, de pulso propio y ritmo contagioso, que hace pie en autores latinoamericanos, en el cancionero popular y en las raíces afro. Lo presentan en el teatro El Marechal (Leopoldo Marechal 1219) hoy a las 20 y el domingo a las 20.30.

“Oilando es el fruto de dieciséis mujeres pensando al unísono, muchas voces cantando juntas y un montón de manos laboriosas, apostando al trabajo colectivo y horizontal como forma de compartir y crear”, se presentan en el arte del disco, que tiene la marca que parece transmitir todo en La Colmena: el de un trabajo cuidado en cada detalle, embellecido por aportes personales pero centrado en lo colectivo. La Colmena son Sol Belous, Tamara Bregman, Elda Broglio, Felicitas Camardon, Sofía Carelli, Eva Cuevas, Olivia Houssay, Laura Migliorisi, Victoria Moscatelli, Lucía Pereyra, Nadia Puértolas, Pía Sicardi, Emilia Siede, Mirian Spinelli, Luna Sujatovich y Wanda Wechsler. Y hay que buscar esos nombres en el colorido arte del disco, porque no figuran en la gacetilla de prensa: “¡Es que estamos tan transformadas en La Colmena que nos olvidamos de presentarnos”, se ríen ellas, y algo de ese espíritu, borrado de personalismos, suena también en las canciones que se descubren o redescubren pasadas por el estilo La Colmena.

Entre una vidala chayera popular, sumada a la preciosa “Chayita del vidalero” de Ramón Navarro, el canto anónimo del Pacífico colombiano que da nombre al disco, el tinku de Bolivia, el ritmo afrocubano, pasando por el Brasil, el Uruguay en una murga de Eduardo Mateo y la milonga argentina, el viaje sonoro que propone La Colmena parte de las muchas posibilidades de la voz (o de las muchas voces) para expandirse en ritmos y paisajes. Suenan dulces y afinadas y suman acertadamente, según las necesidades de cada tema, invitados puntuales en algunos instrumentos, con producción artística propia, de Leo Sujatovich y Pablo López Ruiz.

Sorprende saber que las integrantes de La Colmena no son todas cantantes o músicas profesionales: el grupo surgió de los talleres de canto colectivo para mujeres que organizó Luna Monti durante tres años, y continuó luego de que la artista dejara este espacio de enseñanza. Así es que entre aquellas ex alumnas, que primero decidieron seguir juntándose para seguir ensayando juntas y después vieron que la cosa podía tomar un perfil artístico, hay “de todo”: historiadora, diseñadora, psicóloga, cineasta, actriz. Y también, claro, cantantes e instrumentistas.

La Colmena es además un grupo sin dirección. “Logramos armar una estructura de trabajo que ahora es alucinante, pero que en su momento fue un salto al vacío”, cuenta Eva Cuevas. “Lo que hacemos es arreglar temas en pequeñas grupos y de ese grupo se desprende una directora, así, en los ensayos cada tema tiene una directora musical distinta.” “Y como no todas venimos profesionalmente de la música, cuando nos juntamos a armar un arreglo algunas saben más de armonía, otras aportan desde otro lugar, con los cual los arreglos también se arman de una forma bastante diversa. De alguna manera logramos encontrar un orden para eso que podría ser un caos”, completa Laura Migiorisi.

–¿Y cómo llegaron a encontrar ese orden?

Eva Cuevas: –Paralelamente a lo musical se empezó a armar una estructura cooperativa, un sistema de comisiones que funciona muy bien, con roles rotativos para hacer todas las tareas. Desde lo más mínimo –quién se encarga de llevar los cronogramas de los ensayos, o quién lleva el desayuno a casa ensayo–, hasta producir una gira o fecha. ¡Se maneja un nivel de obsesividad bastante importante!

Laura Migliorisi: –Funciona porque damos mucho espacio a la charla, al debate y a la votación. El no tener una única dirección implica diferentes propuestas y miradas. Puede haber una que se ofrezca a dirigir y marcar ciertas cuestiones musicales, con algunas pequeñas indicaciones, pero todo eso se habla mucho, se ensaya, hay todo un guión, tenemos que estudiar los movimientos, saber a quién hay que mirar para comenzar.

–¿Por qué dicen que son un ensamble de mujeres, y no un coro femenino, por ejemplo?

L. M.: –En verdad, responde a la definición del diccionario: cantamos juntas, a distintas voces. Pero al trabajo que hacemos desde lo vocal, sumamos toda una puesta, una escenografía, unas luces, también un trabajo con el cuerpo. No estamos todas formadas en un semicírculo fijo, nos movemos, bailamos, hay toda una puesta de escena pensada. Lo que nos propusimos fue armar un show.

–¿Cuáles son las mayores dificultades y puntos a favor de haber formado un grupo tan grande?

E. C.: –La verdad, son muchas más las cosas a favor que las que tenemos en contra. Y esas contras ya las superamos: encontrar un día de ensayo donde coincidamos todas, por ejemplo, es muy difícil, pero siempre lo logramos. Después, es muy enriquecedor ser tantas, hay mucho sostén, cuando una no puede, el grupo sostiene. Y en esto de dividir las tareas, son tantas cosas las que hay que hacer, que ser un montón está buenísimo. A veces nos dicen algo que está en el imaginario colectivo: ¡16 mujeres juntas, no se ponen de acuerdo nunca! Y es todo lo contrario. Confiamos tanto en el proyecto, que nunca hubo dificultad.

L. M.: –Al ser tantas, si surge un problema o algo a resolver, siempre hay alguna dispuesta a hacerse cargo. Eso tanto en lo que hace a lo musical, como en lo organizativo. Lo que más me gusta de esto que logramos es que armamos, de verdad, una red de contención. Y si hay una que no puede estar con toda la energía puesta en algo, desde coser el telón a buscar una fecha, por circunstancias de la vida, está todo bien. Otra lo hará. Todas sabemos que las otras están a disposición. Porque nos encanta el proyecto que logramos armar. Nos encanta el repertorio y todo lo cantamos con mucho sentimiento, y hay mucha emoción entre nosotras mismas. En cada paso que fuimos dando, desde convencernos que éramos un grupo que podía salir a mostrarse, hasta grabar nuestro disco y presentarlo, hay mucho trabajo. Y mucha alegría compartida.

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La Colmena se presentará en el teatro El Marechal hoy a las 20 y el domingo a las 20.30.
 
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