MUSICA › NéSTOR ASTARITA Y SU HOMENAJE A ASTOR PIAZZOLLA Y MILES DAVIS
El legendario baterista argentino, que tocó con todos, desde Dizzy Gillespie hasta el Mono Villegas, hoy celebra con su cuarteto a dos de sus grandes ídolos. Y para mayo prepara otro homenaje, a su amigo Leandro “Gato” Barbieri.
Se le pregunta la edad y él contesta sin que medie un segundo. “Tengo mil años”. En verdad tiene setenta y siete, pero si se ubica su trayecto en perspectiva histórica, Néstor Astarita, experimentadísimo baterista de jazz, estaría un poco más cerca de la primera cifra. Es como una especie de Orozco que, entre 1957 y la fecha, tocó con todos. E incluso de los mejores. Con Dizzy Gillespie, Hermeto Pascoal o Gene Krupa por nombrar algunos entre los de allá. Con el Leandro “Gato” Barbieri, Litto Nebbia o Enrique “Mono” Villegas, por mencionar entre los de acá. Y lo sigue haciendo. Pese a un infarto que hace seis meses derivó en tres bypass, mantiene el cuarteto que forman Nicola Bernardelli, en trompeta y flugelhorn; Alejandro Kalinoski, en piano y Juan Pablo Navarro, en contrabajo, con el fin de homenajear a sus dos más grandes ídolos: Astor Piazzolla y Miles Davis. Tocan –pero no mezclan– “Oblivion” con “So What”, “Chiquilín de Bachín con “All blues”. Y “Prepárense” con “Equinox”. La próxima fecha es en Notorious (Callao 966) el miércoles 27 de abril a las 21.30, espacio en el que prepara otro homenaje para los miércoles 11, 18 y 25 de mayo. En este caso al recientemente fallecido “Gato” Barbieri, redondeando una tríada de oro. “¿Sabe una cosa?, a los tres los conocí en Jamaica”, sintetiza el batero.
No en el país de Bob Marley, lógico, sino en el boliche que concentraba la quintaesencia del jazz y el nuevo tango durante los sesenta. A dos de ellos –Piazzolla y Barbieri, claro– en persona, y al otro, al gigante de Illinois, a través de la insistencia del mismo Barbieri. “El fue el que me hizo conocer a Miles, a través de Kind of Blue. Cuando escuché ese disco me re pegó... quedé colgado con todos los temas y a partir de ahí, armamos un cuarteto con el Gato, a quien conocí porque caía todas las noches a zapar con Fats Fernández. Y a Piazzolla, porque también tocaba muy seguido”, cuenta Astarita, que va a homenajear al saxofonista rosarino con otra formación: Bernardo Baraj en saxos, Alejandro Kalinoski en piano, Juan Bayon en contrabajo y Pocho Porteño en tumbadora y percusión. “Abarcaremos los temas de New York Meeting, el disco que grabamos con Barbieri en Estados Unidos”, adelanta el músico sobre el trabajo publicado y solventado por Melopea, el justiciero sello de Nebbia. “Y vamos a hacer también temas del ‘Gato’ como “El Ultimo Tango en París”, o “Europa”, tema que mi amigo grabó con Santana en 1977”, anticipa el también fundador del emblemático “Buenos Aires Jazz Fusión”, grupo con el que grabó el disco epónimo en 1980, acompañado por Dino Saluzzi, Rubén Rada, Nebbia, “Baby” López Furst, Baraj y en “Fats” Fernández, entre otros.
Retomando el homenaje al imaginario tándem Davis-Piazzolla, Astarita amplía: “Nunca encontré dos personajes que me llenaran tanto como ellos. Y siempre tuve la idea de unirlos porque nosotros, los músicos, siempre tratamos de unir el agua con el aceite, y yo hace años que vengo haciendo ese ritmo que hacemos los bateristas con las escobillas arriba del parche, y que llamamos mayonesa. Pero, por más que el aceite sea de la mejor calidad, nunca logro unirlo con el agua (risas). Digamos que voy contra la corriente, porque el agua y aceite no se deben mezclar, es algo bastante difícil”, se ríe.
–Pero al menos lo intenta. Tal vez por eso le haya puesto al espectáculo “Aires de Astor Piazzolla y Miles Davis” ¿Cuál sería el puente, la liga, entre ambos?
–El puente es la música, como si los climas se unieran en distintos puntos. Imagine a Miles tocando “Oblivion”, un tema que yo no solamente toco sino que también bailo. Igual, no uso puentes... directamente cruzo a nado. Toco los temas de Miles como si fueran milonguitas, y los de Astor como si fuera jazz. Esto es algo bastante particular que me pasó en New Jersey, cuando fui grabar el disco del “Gato”, casualmente. Marcamos para tocar y yo directamente salí tocando milongas, y todos se prendieron como si fueran pulpos, incluso los músicos de allá que estaban grabando con nosotros. Nos divertimos mucho.
Tanto, tal vez, como cuando recorre milongas para bailar tangos. Porque, pese a sus setenta y siete años –o sus mil– y pese a ser un baterista de jazz, rol que habitualmente no da con el perfil saca viruta, Astarita es un milonguero. Y un milonguero de fuste. Es más, dice que bailar tango le resulta más natural que sorprendente, y que se lo debe a una milonguera que le agujereó el pecho. “Nada más y nada menos que con Pugliese”, enfatiza. “La verdad es que yo no sabía bailar, pero ella me dijo `vos bailá que a mi me interesa que hagas eso`. Yo siempre había bailado jazz, pero nunca tango... no tenía esa mugre. Pero ella me dijo `vos bailá que yo te sigo, porque me interesa que veas el tango desde otro punto de vista`. La verdad es que yo era un petitero que no la iba con el baile de tango, hasta que me agarró María, la mujer de la que hablo, y entré como por un tubo. Hace más de veinte años que bailo entre dos o tres veces por semana, y que entendí la música de alguien que me gusta tanto como Miles y Piazzolla: Osvaldo Pugliese. Sus silencios hay que respetarlos tan profundamente como los de Miles. Son tan pesados que a veces te hacen quebrar en la pista de baile. Los regozo”, sorprende uno de los fundadores de Mr Jazz y de aquel Jazz & Pop de Chacabuco al 500.
–Incluso baila “Oblivion”, de Piazzolla, mientras lo toca ¿Cómo hace?
–Me levanto de la batería y lo bailo con un arreglo muy especial, que empieza lento y que luego doblo el tempo y lo paso a milonga. Lo bailo tipo punteado, tipo rítmico, que es una especialidad que tienen los bailarines de las milongas. Es algo que viene del candombe, de la música africana, que es el clima de todo el quilombo del tango, ¿no? La mezcla entre la raza negra, el puerto de Buenos Aires y los prostíbulos, lugares donde se tocaba tanto tango como jazz.
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