En el teatro italiano, a comienzos del siglo XIX, Shakespeare era un desconocido. Pero no las fuentes a las que el inglés había recurrido nás de doscientos años antes. Matteo Bandello había incluido, en una colección de relatos de fines del siglo XVI, una historia basada en cuentos populares donde Giulietta, de la familia gibelina de los Montesco, amaba a Romeo, lider güelfo de la familia Capuleto y prófugo por haber matado en una batalla al hermano de su amada. El tema ya había aparecido en óperas de Marescalchi (1785), Zingarelli (1796) y Guglielmi (1810). Y el propio libreto de Felice Romani, que Vincenzo Bellini utilizó en 1830 para Capuletti e Montecchi, era una reescritura, sin demasiadas variantes, del utilizado en Giulietta e Romeo, de Vaccai que, a su vez, era una adaptación de otra ópera del mismo nombre estrenada en 1818 por Luigi Scevola.

Pero Bellini, nombre clave del estilo que actualmente se identifica como bel canto, era mucho más popular que todos ellos y, si bien esta ópera nunca estuvo entre las preferidas por los empresarios teatrales, es la única que sobrevivió. Entre las particularidades, además de algunas arias muy bellas, está que, como herencia de los papeles masculinos pensados para castratti, en este caso los dos protagonistas son femeninos, dado que el papel de Julieta es cantado por una soprano y el de Romeo por una mezzosoprano. Con dirección musical del ascendente Jorge Parodi, un argentino actualmente radicado en los Estados Unidos que ama especialmente el repertorio lírico y trabajar “pendiente de las respiraciones y el sentido de la voz”, Capuletti e Montecchi subirá a ecena hoy a las 20, en el Teatro Avenida (Av. de Mayo 1222) para el ciclo de la asociación Buenos Aires Lírica. Los protagonistas serán Rocío Giordano como Giulietta, Cecilia Pastawski en el papel de Romeo, Santiago Ballerini en el de Tebaldo (prometido de Giulietta), Walter Schwarz como Capellio (su padre) y Sebastián Angulegui como Lorenzo (su médico y confidente). La puesta es de Marcelo Perusso, con vestuario de Stella Maris Müller e iluminación de Rubén Conde, participa el Coro de Buenos Aires Lírica, que dirige Juan Casasbellas y, además de la de esta noche, habrá funciones este domingo 5 a las 18 y los próximos jueves 9 y sábado 11 a las 20.

La obra fue compuesta en muy poco tiempo, y es que si el libreto era una reescritura de otro, la música no lo era menos, ya que provenía en su mayor parte de Zaira, una ópera que había sido silbada en Parma y nunca más se representó. No fue la única revisita de Bellini: “Oh quante volte” que canta Giulietta en el primer acto, calca la música de la romanza de Nelly “Dopo l’oscuro nembo” de una ópera escrita por él cinco años antes, Adelson e Salvini. “Es cierto que desde el punto de la orquestación Bellini puede parecer rutinario”, explica el director musical de esta puesta a Página/12. “Pero su comprensión de la voz y del sentido teatral de lo que está sucediendo son magníficos. A mí me fascina dirigir este repertorio. El desafío de trabajar conjuntamente con la orquesta, los cantantes y la acción, que tiene su propio ritmo, sin que ninguno de ellos prime sobre el otro, convierten a estas obras, que muchos consideran menores, en algo realmente mayor, pleno de atractivos y de profundidad”.