MUSICA › MARCELO MOURA PRESENTA DISCULPEN LA DEMOURA EN LA TRASTIENDA
Aunque sigue al frente de Virus, el cantante entendió que la banda siempre estará representada por sus clásicos y que su búsqueda artística debía ir por otro lado. “Creo que hice un disco amable y con alma”, asegura.
› Por Leonardo Ferri
Marcelo Moura podría estar ocupado (o preocupado) en elegir qué canciones tocar en la presentación oficial de Disculpen la demoura, su primer disco solista, pero todo indica que no habrá corridas de último momento para este sábado 11 de junio, en La Trastienda. A diferencia del show gratuito de La Usina, Moura aceptó combinar sus actuales canciones amables con algunas de Virus y Choque, el disco que grabó en conjunto con Ale Sergi. “La gente no puede pagar para ver sólo diez canciones, nos cagarían a piedrazos”, se sincera, en una de las pocas ocasiones en que parece escaparse de sus respuestas correctas, ensayadas y ya escuchadas algunas veces. Aunque por momentos Moura desborda el mismo entusiasmo que supo contener Ana Naón (su mujer, compositora y letrista del disco) durante el proceso de grabación, ahora parece más preocupado en hacer funcionar las luces de 12 volts que iluminan la terraza de su departamento de Las Cañitas, o en que la ducha de su baño no lo queme o congele de manera intermitente. “El otro día estaba con mi moto y alguien golpeaba la parte de atrás del asiento, sugiriendo la cantidad de minas que habrán subido ahí”, dice. “Existe una fantasía acerca de los rockeros y los músicos que no tiene nada que ver con la realidad; somos tipos comunes”, define.
–Se lo ve como un artista atento a la actualidad, activo en las redes sociales, pero aun así, en “Perfume de mujer” habla de la hiperconectividad como algo negativo. ¿Por dónde pasa la cuestión para usted?
–Me engancho bastante en esas cuestiones virtuales, pero sobre todo con los que me putean. Hace poco hice una nota larga, una producción importante, y después lo primero que decía era “una vida marcada por la muerte de dos hermanos” y cosas así. Y yo no soy así ni sólo soy eso, soy más que eso. Basta. Después escribí en Facebook que la nota no me había gustado tanto, el periodista me contó cómo había sido la interna y después pedí disculpas.
–¿Y esa concepción errónea que hay sobre usted se percibe en las canciones?
–Trato de que no suceda. Cuantas más cosas me propongo, más límites me pongo, y por eso intento no pensar para quién escribo ni a quién le va a gustar, si me conviene o no. Trato de fluir. Hace poco vi un show de Gustavo Cerati en Viña del Mar, y se lo veía gesticular de la misma manera que lo hacía acá en casa. Entonces me dije “lo logró”, porque terminó siendo él mismo arriba del escenario. Esa es un poco la búsqueda.
–¿Y usted lo consiguió con este disco?
–Yo creo que es un disco amable, que cuando uno lo pone no genera rechazo. Y me parece un disco con alma. Hoy hay mucho producto, compañías que hablan de música como un producto, como si fuera jabón en polvo. Hay mucho envase, mucha cara linda, buen audio y están pensados para vender, pero adentro no tienen nada. ¿Qué me queda de eso? Nada.
–A lo largo de su historia musical, que atravesó diferentes épocas y gobiernos, nunca se lo vio abrazar ninguna causa política. ¿Tiene alguna explicación?
–Básicamente, no creo en los partidos políticos, creo en las personas. Creo que la corrupción o la decencia no le corresponden a un partido, y por eso no me prendí en ninguna. Igualmente, en el hipotético caso de que yo estuviera militando, lo haría gratis, no por plata. A mí me llamaron miles de veces para tocar por los desaparecidos ofreciéndome un montón de plata, pero yo tengo un hermano desaparecido, ¿cómo iba a aceptar eso? Igual, no juzgo a nadie, hago lo que me parece a mí. No me banco esa cosa fundamentalista del cristinismo o del macrismo.
–También tuvo que atravesar ciertos fundamentalismos musicales con Virus…
–Bueno, sí, pero esos me los banco más, están dentro de lo que considero mi trabajo. Vos fijate que desde hace dos o tres años me bancan, y hace veintiocho que hago esto… Recién esta semana Virus estuvo nominado a un Premio Gardel. Los premios no importan demasiado, pero en ciertas circunstancias de la vida tener algo de reconocimiento es como un mimo.
–¿No le parece que Virus ya es reconocido? Es una influencia explícita en muchos grupos exitosos.
–El tiempo es el mejor puente. Virus resiste cualquier archivo y el tiempo termina poniendo las cosas en el lugar que corresponde. Todavía hoy pongo la radio y escucho canciones que tienen 35 años… Es muy loco.
–¿Y ahora no existe la presión de estar a la altura de esa historia?
–No, no… Hace mucho tiempo que estoy en esto y sé que dentro de unos meses puede vender más un rap de Samid y Mauro Viale que un tema mío, pero eso no afecta a mi credibilidad como músico. Esto es un negocio y funciona así, y calidad y cantidad no van de la mano. Da un poco de tristeza ver que la realidad es esa, pero nunca me deprimió. Cuando no me aceptaron el disco que terminó siendo Choque, Ana se había agarrado un bajón tremendo, y yo le decía “Ana, esto es así, vas a ver que gracias a este disco voy a poder editar el próximo”. Y fue tal cual. Algunas experiencias que tuve me han convertido en un tipo pragmático y con cierta insensibilidad, y no siempre está bueno. A veces me da miedo ver que reacciono con tanta frialdad a ciertas cosas, no me parece lógico; pero a la vez pienso que la vida me llevó a ese lugar, porque sino no hubiera tolerado ciertas cosas. El músico que va a una compañía discográfica esperando conmover el corazón de alguien es un naif.
–Esas situaciones y el haber pasado de un grupo a un dúo y ahora a estar solo, ¿fueron una transición necesaria y natural?
–El hecho de ser solista cambia mucho las cosas. Por un lado, me enquilomba más, porque me llaman a mí por todo y tengo que resolver; pero por el otro lado, tengo una libertad con una impunidad que me tiene loco, porque si quiero poner un mono en pelotas tocando el violín, lo hago. Y eso hace que mi cabeza no pare. Por el otro lado, en el último disco de Virus había cinco temas nuevos que no los pasaron en ningún lado, y eso me hizo entender que Virus era un tema sellado. Por más que Virus tenga actualidad, siempre será sus clásicos, y así entendí que mi búsqueda como artista tenía que ir por otro lado.
–Durante el show en La Usina sólo interpretó las canciones del disco y en el mismo orden. ¿Va a haber diferencias en el show de La Trastienda?
–Sí, claro. En la presentación incluso repetimos canciones, pero no fue algo planeado. Uno no puede dar un show por el que la gente pagó y tocar sólo diez canciones, porque nos cagarían a piedrazos. En La Usina la idea fue presentar el disco, pero la gente quería un poquito más, y por eso repetimos. Si bien no teníamos otra cosa preparada para hacer, yo quiero ser bastante claro en cuanto a que esto es Marcelo Moura y el foco está puesto en esto.
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